martes, 17 de noviembre de 2015

El partido de la reivindicación

La tórrida y pegajosa Barranquilla es un buen lugar para la Selección, con su calor extremo o con una lluvia que actúe de bálsamo. Ahí nació hace cuatro años el equipo de Alejandro Sabella, y en el mismo lugar acaso haya hecho lo propio el de Gerardo Martino. Después de tres encuentros con más interrogantes para la preocupación que argumentos para la ilusión, la Selección del Tata cumplió en su último partido del año una gran actuación. El 1-0 ante Colombia no precisó la superioridad que estableció.

Corto y asociado, ordenado para retroceder y desplegado para atacar, Argentina generó un imperativo en el trámite de las acciones que limitó al seleccionado de Néstor Pekerman al rol de partenaire. Tuvo juego y carácter para levantarse cuando estaba golpeado. La acumulación de pases expuso la confianza en el concepto grupal, actuó como muestra de que cada futbolista se respaldaba en sus compañeros. Fue el partido de la reivindicación.

La Selección se erigió desde su triple pivote central. Javier Mascherano fue el de siempre con relevos quirúrgicos, pase firme y como patrón del orden; Lucas Biglia se convirtió en la figura de la cancha con quite, construcción, proyección y gol, en tanto que Ever Banega, sin relegar su rol defensivo, ofició de tiempista del ataque, soltando la pelota en el momento justo y con el destino indicado. Los tres mediocentros, con distintas obligaciones en el esquema grupal, fueron la exclusa para que Argentina se multiplique en defensa y en ataque con roles reversibles.

Otra sociedad destacada fue la de la zaga. Nicolás Otamendi y Ramiro Funes Mori son fuertes y rápidos, ambos con aptitudes para romper líneas y adelantar al equipo. Se complementan como si llevasen varios partidos uno al lado del otro. El ex zaguero de River encontró su lugar por la ausencia de Ezequiel Garay ante Paraguay y cierra el año con el rendimiento más alto del elenco nacional al cabo del primer tramo de las Eliminatorias.

En la delantera, Ezequiel Lavezzi ratificó su compromiso de equipo con un enorme desgaste y siendo punzante al llegar al fondo. Es cierto que Gonzalo Higuían dilapidó una ocasión muy propicia, pero expuso sus credenciales de centrodelantero de jerarquía mundial. Inagotable, Ángel Di María apiló rivales con frenos y arranques indescifrables para los de camiseta amarilla.

Argentina cerró el año con una actuación que la puso muy cerca de lo que se sabe puede dar. Una actuación reivindicatoria para Martino y los futbolistas. Y un guiño de plena confianza a la espera del regreso del mejor de todos.
(Foto: AP-Canchallena.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com