martes, 24 de junio de 2014

La luz del genio en la sombra colectiva

La solución a todos los problemas de Argentina es la misma: Lionel Messi. Si ante Bosnia e Irán el seleccionado empezó con paso victorioso su camino en Brasil 2014 fue gracias al mejor jugador del mundo. Dos goles con su copyright sumaron los seis puntos que le permiten al equipo de Alejandro Sabella afrontar el último compromiso del grupo ya clasificado a los octavos de final. El encuentro ante Nigeria buscará defender en primer puesto, algo no menor a la hora de proyectar los cruces posteriores.

Tampoco el capitán argentino estuvo a la altura de lo que se esperaba, pero sus finas y filosas cinceladas tienen la capacidad de hacer una escultura en dos golpes. Para él la vara siempre estará en lo más alto, porque se lo evalúa con el “parámetro Messi” y no con la misma mirada con la que se observa al resto de los futbolistas. Sin embargo, no parecer ser permeable a esa presión después de tantos años con los ojos del mundo futbolero siempre posados sobre lo que haga adentro de una cancha.

El cambio de esquema y de intérpretes en relación a los encuentros ante bosnios e iraníes no redundó en una mejora del funcionamiento colectivo. Para mejorar el seleccionado deberá encontrar una mayor dinámica de conjunto, integral, a partir de la cual sean varios los jugadores que ataquen y varios los que definan, desdoblándose en un esfuerzo de conjunto. Si funciona el equipo, marcarán la diferencia las muy buenas individualidades de las que dispone Sabella.

Es muy posible que la Selección se encuentre frente al camino mundialista más sencillo que le haya tocado jamás; puede llegar hasta las semifinales sin toparse con ningún equipo de su propio peso específico. Así las cosas, es posible que sólo necesite dos victorias de esas de talla mundialista parra volver a lazar la copa, como en 1978 y 1986. Claro que no es poco, pero es el imposible encontrar un panorama más benigno.

 En un gran Mundial, repleto de emociones, grandes partidos y muchos goles, Brasil 2014 todavía espera por Argentina, por esa versión de Argentina que todavía no apareció en Brasil, porque está a la sombra, únicamente alumbrada por el resplandor del fulgor del genio que la guarda. Queda esperar que diga presente cuando la exigencia sea mayor, algo que no sería de extrañar.
(Foto: AP)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 17 de junio de 2014

Idas, vueltas y el mensaje del debut ante Bosnia

Alejandro Sabella tomó una decisión de alto riesgo en el victorioso estreno de Argentina en Brasil 2014. Lo hizo al darle al seleccionado una fisonomía distinta de la que lo había distinguido. Dejó de lado el esquema con tres delanteros y optó por uno con un tridente de zagueros y dos laterales. Sacó a un atacante para colocar un defensor en lo que resultó un intento fallido, ya que el equipo no tuvo mejor resguardo y en cambio perdió contundencia en ataque. En el entretiempo, en lugar de insistir, el entrenador torció el rumbo. Sin terquedad y con grandeza reconoció el error al cambiar para los segundos 45 minutos. “A veces yo también me equivoco”, reconoció en palabras tras el partido.

Lionel Messi esperó al día siguiente para dar su veredicto, y lo hizo con un filo como nunca antes se le había escuchado públicamente: "Somos Argentina, no debemos fijarnos cómo juegan nuestros rivales. A mí sólo me importa que estemos bien nosotros. Prefiero el 4-3-3. Jugamos mucho mejor en el segundo tiempo que en el primero". "Los delanteros nos sentimos mejor con más gente en ataque. En el primer tiempo no encontré espacios, perdí varias pelotas. Por eso estaba fastidioso", confesó pese al fantástico gol, con su sello, que anotó.

En su ciclo al frente de la Selección, Sabella conformó un equipo que se elevó a partir de tener como marca distintiva un poder de ataque sin equivalencias. Ese terror infundido en las defensas adversarias partió de cuatro nombres propios: Messi, Gonzalo Higuaín, Sergio Agüero y Ángel Di María. Ese módulo con los tres delanteros y el ofensivo volante rosarino del Real Madrid cimentaron un equipo fuerte. El DT no siempre jugó con ellos cuatro, pero fue sí a partir de su convivencia que logró la mejor versión albiceleste.

Ante Bosnia, y acaso pensándolo para todo el Mundial, Sabella dispuso un once inicial que cumpliese con el clásico axioma futbolero que reza que los equipos se arman de atrás hacia delante. Efectivamente, es inviable que un equipo que se defiende mal, que es vulnerable, pueda ser campeón. Argentina necesita mejorar defensivamente, pero no lo puede hacer al costo de limitar su mejor arma. Porque más que armarse desde su propio arco hacia el de enfrente, cada equipo debe partir de su mejor faceta, y la de Argentina, indudablemente, es el ataque. Asumirá riesgos, sin dudas, pero tiene con qué. Indudablemente, lo mejor de argentina es con Messi, Higuaín, Agüero y Di María en cancha. Las idas y vueltas en el partido con Bosnia, la determinación de Sabella y las palabras de Messi (sin que esto haya implicado un quiebre entre ambos), anticipan que Argentina transitará en el Mundial con la forma que la ha diferenciado. Hasta el último partido que le toque jugar.
Foto: Mundodeportivo.com – AP

Patricio Insua
patinsua@gmail.com