jueves, 28 de mayo de 2009

Con Messi, el Barça de Guardiola en lo más alto

Desde un juego preciosista y una cosecha integral de los títulos en disputa, el Barcelona ratificó con la obtención de la Champions League que es el mejor equipo del mundo. Tras haberse adjudicado la Liga y alzado la Copa del Rey en las últimas semanas, el conjunto blaugrana derrotó 2 a 0 al Manchester United en el estadio Olímpico de Roma para quedarse con el torneo de clubes más importante del mundo y así lograr la Triple Corona, algo inédito en la historia del fútbol español.

En la final romana el conjunto inglés tuvo un arranque electrizante y cuando se habían disputado poco más de 5 minutos de juego Cristiano Ronaldo ya había bombardeado en tres ocasiones el arco defendido por Víctor Valdés. Pero cuando el panorama pintaba complicado para el Barça, en su primer ataque, antes de los 10 minutos, Samuel Eto´o abrió el marcador. El gol del camerunés fue un mazazo que aturdió a los Diablos Rojos y entonces los catalanes comenzaron con ese manejo casi monopólico de la pelota que es marca registrada de este equipo. Está claro que no se trató de una de sus mejores producciones de esta temporada, pero la victoria, que quedó sellada a falta de más de 20 minutos para el final con el gol de cabeza de Lionel Messi, fue a todas luces inobjetable.

El ideólogo y hacedor de este equipo que entró en la historia fue Josep Guardiola. Antes del inicio de la temporada, Barcelona lo fue a buscar para hacerse cargo de la dirección técnica del equipo en el cual brilló como jugador y se consolidó como ídolo absoluto de la afición barcelonista. Pese a su corta brecha generacional con varios jugadores y su falta de experiencia como entrenador, Pep, admirador de Marcelo Bielsa y Ricardo La Volpe, llegó con voz de mando y pulso firme para materializar su idea futbolística. El carácter y el criterio que tuvo como jugador lo reformuló para su nuevo rol de técnico. En alguna oportunidad declaró que si el fabuloso Andrés Iniesta –apodado “Cerebro” en un equipo donde sobran las inteligencias dentro del campo de juego- es el jugador que es se debe, en parte, a que “no está media hora frente al espejo antes de salir a la cancha”. Esta anécdota pinta el perfil de un entrenador que pregona contra la farandulización de los futbolistas para que se aboquen exclusivamente al juego. Así, a los 38 años y en su primera temporada como entrenador, logró Copa, Liga y Champions, como cantaron los casi 30 mil seguidores que llegaron hasta Roma.

Además, este inédito éxito conseguido por un grupo que quedará para siempre en la historia del Barcelona cuenta con el orgulloso sello nacionalista catalán, ya que Víctor Valdés, Puyol, Piqué, Xabi, Iniesta, Messi y Guardiola fueron todos, en mayor o menor medida, formados en la cantera del club.

El reconocimiento del Barcelona como el mejor equipo del mundo es, a la vez, la consagración de Messi, con sólo 21 años, como el futbolista más destacado del planeta, consideración a la que sólo dos argentinos habían llegado antes: Alfredo Di Stéfano y Diego Armando Maradona. Muy difícil será que La Pulga llegue a la altura de estos dos mitos de la historia del fútbol mundial, pero por lo pronto ha logrado lo mismo que ellos al coronarse rey del Planeta Fútbol.

En este último año el rosarino mostró un crecimiento en su conceptualización del juego, y en eso mucho tiene que ver Guardiola. A diferencia de los que sucedía con Frank Rijkaard, anterior DT de culé, ya no está atado al ala derecha del ataque; si bien ese sigue siendo su sector preferido para arrancar y enganchar en diagonal hacia el arco rival, Messi es ahora un delantero flotante, tal como lo demostró en la final europea. Ya sea por derecha para ir hacia el centro con su gambeta letal en el mano a mano, por izquierda para desbordar con velocidad electrizante, retrazándose para armar juego con ese magnífico tandem que componen Iniesta y Xabi, colocándose de enlace para abastecer a Samuel Eto´o y Thierry Henry o de centrodelantero, tal como ocurrió en su gol al Manchester, el número 10 abre un abanico de opciones que lo hacen el mejor de todos. Precisamente su poder de fuego en esta temporada ha sido impresionante: fue el goleador de su equipo con 38 tantos, 9 de los cuales los anotó en 12 partidos en la Champions para convertirse en el primer argentino en ser top scorer de esa competición.

Pese a contar con el inigualable talento de Messi, el despliegue de Xabi (sin dudas en el podio de los mejores mediocampistas del mundo), la inteligencia de Iniesta, la elegancia de Henry y el gol de Eto´o, Guardiola no descansó en esas individualidades y trabajó para componer una sólida identidad colectiva. Nació así un equipo con presión, un manejo de la pelota como ningún otro, vertical, ofensivo y con una identidad definida de la cual no se alejó en circunstancia alguna y que le permitió componer la prestación más esplendorosa con una efectividad de logros absoluta para ser leyenda.
(Fotos: Cronodeporte.com y Ole.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 25 de mayo de 2009

Entretelones de la ida de Ischia

Tras la eliminación copera y en la previa del choque ante Vélez, Carlos Ischia había asegurado públicamente que no renunciaría a su cargo de director técnico de Boca. Sin embargo, tras la derrota ante los del Fortín Jorge Amor Ameal, presidente del club, anunció que el entrenador dirigirá hasta el final del Clausura y luego renuncia. En realidad se trató de un despido cuya negociación implicó la continuidad hasta el final del torneo y el pago íntegro de un contrato que finaliza en diciembre. Ahora, en la Ribera estarían abocados a encontrar un entrenador de transición para que luego Carlos Bianchi, manager de la institución, vuelva al ruedo como DT. De este modo se cumplirá con la cláusula que el Virrey había exigido en su contrato y que establece que no puede ser el sucesor de quien fuera su ayudante de campo durante 8 años.

El camino de Ischia en Boca tuvo su punto de partida a fines de 2007, cuando la dirigencia encabezada por Pedro Pompillo había decidido no renovarle el contrato a Miguel Ángel Russo, pese a que pocos meses antes se había convertido en el tercer técnico en la historia del club (junto con Juan Carlos Lorenzo y Bianchi) en ganar la Copa Libertadores -aquella vez con una trascendental prestación de Juan Román Riquelme-. Con un curriculum discreto, cuyo último y reciente antecedente era una precipitada renuncia en Rosario Central dejándolo en la última posición de la tabla, Ischia logró despejar las dudas iniciales a partir de los buenos rendimientos del equipo en su primer semestre como cabeza de grupo. El protagonismo en la Copa Libertadores en la cual avanzó hasta las semifinales y quedó eliminado -sin merecerlo- ante Fluminense, la obtención de la Recopa Sudamericana ante Arsenal y la conquista del Apertura en la segunda mitad de 2008 luego de imponerse en el triangular de desempate con Tigre y San Lorenzo le dieron sus credenciales.

Pero en el trayecto a la conquista de aquel título local un hecho marcó el punto de inflexión que comenzó resquebrajar la autoridad de Ischia entre un grupo de jugadores con fuertes diferencias. La pirotecnia verbal entre Julio César Cáceres y Riquelme desnudó la fractura que existente en el plantel. Se conoció entonces el enfrentamiento que se mantiene hasta hoy, en el cual la mayoría de los jugadores, encolumnados detrás de Martín Palermo, se hartó de las actitudes del número 10. Las licencias de las que siempre gozó JR esta vez se hicieron inaguantables para casi todos sus compañeros. La obtención del campeonato corrió del primer plano la interna, pero era tapar el sol con las manos.

El comienzo de este año fue con un nuevo sismo en el seno del grupo, pero esta vez con Ischia en el centro de la escena y con un muy mal manejo de la situación. Protagonizó un enfrentamiento con Mauricio Caranta, por entonces titular del arco de Boca, que incluyó varias declaraciones cruzadas y una situación escandalosa cuando el arquero fue por sus propios medios a la pretemporada en Tandil y se le prohibió el ingreso al hotel donde se concentraba el equipo. El técnico prestó su colaboración a la usina de especulaciones periodísticas al no aclarar jamás los motivos de la exclusión del cordobés.

En medio de Carantagate se dio el regreso de Bianchi al club. Aunque esta vez llegaba para desempeñarse como manager, su presencia significaba una presión extra, cuando no el vencimiento de un plazo fijo, para el entrenador de turno. Vale señalar que la aparición del Virrey implicó una contradicción en sí misma ya que llegó a cambio de una cifra millonaria con la excusa de reducir el déficit del club (que en el último Balance reflejó un pasivo de más de 100 millones de pesos) a partir de la reducción de contratos de futbolistas, ventas, elección de los lugares de concentración y una serie de cuestiones que antes resolvían un grupo de dirigentes.

Sin Copa y con un pésimo andar en el Clausura, a tres puntos de la última colocación con sólo cuatro partidos por delante, las malas actuaciones del equipo se explican en buena parte por la influencia en la cancha de los desencuentros irreconciliables fuera de ella. Los privilegios de los que disfruta Riquelme, siendo por mucho el jugador mejor pago del plantel, evidencian su nulo compañerismo y la misma falta de compromiso con el grupo que en su momento ya había señalado Manuel Pellegrini como causa central de su salida del Villarreal.

La culpa de que Riquelme no se entrene como es debido y que decida cuándo jugar no se le puede endilgar sólo Ischia, sino que no puede dejar de responsabilizarse del mismo modo al manager y la Comisión Directiva. También tiene su responsabilidad el público que cada domingo llena la Bombonera y expresa su acuerdo con el libre albedrío para el ídolo.

Boca atraviesa un mal momento, pero fue campeón hace apenas 5 meses. El periodismo y los hinchas se retroalimentan para generar la artificiosa imposición de que cada año tiene que haber una vuelta olímpica teñida de azul y oro. Seguramente sea más grave la ruptura interna del plantel que el semestre sin títulos y con malas actuaciones, pero a esas cosas solamente se les presta atención en la derrota. Solucionar el enfrentamiento entre Riquelme y el resto, justificar el millonario contrato que se le paga a Bianchi y encontrar un técnico de paso como antesala del retorno al trabajo de campo del técnico devenido en manager son las premisas de la actualidad xeneixe.
(Foto: Losandes.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 18 de mayo de 2009

La misma ilusión sostenida con distintos argumentos

La recta final del torneo Clausura encuentra a Lanús, Vélez, Huracán y Colón en la lucha por el título. Mientras que las propuestas del Granate y el Globo bien pueden emparentarse, el Fortín expresa una identidad diferente y el Sabalero también tiene sus huellas distintivas. Cada entrenador arma su equipo de acuerdo a sus convicciones, sus preferencias tácticas y las características de los jugadores de los que dispone. Al margen de las etiquetas, de las extremas defensas de las ideologías futbolísticas, es sabido que los caminos al éxito son múltiples.

El conjunto del sur del Gran Buenos Aires, único puntero, es acaso el equipo con la identidad más definida del fútbol argentino, adquirida con anterioridad al campeonato obtenido en 2007. La llegada de Ramón Cabrero a la dirección técnica significó el inicio de un proceso que mantiene su fisonomía hasta hoy. La conducción de Luis Zubeldía -un excelente técnico, con apenas 27 años- tiene su impronta pero mantiene el sello que se creó con la mano de Cabrero y él como ayudante de campo.

Por su parte, el equipo de dirigido por Ricardo Gareca hizo de la solidez defensiva su mejor virtud y asimiló muy rápidamente el trabajo de un entrenador nuevo. Germán Montoya en el arco y la dupla central compuesta por Sebastián Domínguez y Nicolás Otamendi -la mejor aparición del torneo- son el sostén de este Vélez que dejó La Plata invicto y punta, en la derrota 3 a 1 ante Gimnasia. El recambio que le dieron jugadores como Jonathan Cristaldo, Juan Martínez y Roberto Nanni (los tres autores de goles importantes) también ha sido una elemento esencial para estar en la lucha por el título. El contrapunto está dado por el bajo rendimiento de las últimas fechas: obtuvo 2 puntos sobre 9 en juego y en sus últimas cuatro presentaciones no logró marcar nunca el primer gol del partido.

Huracán es la revelación del torneo y seguramente el que tiene el juego más vistoso. Cuenta en su mediocampo con dos de los cuatro o cinco mejores jugadores del torneo: Mario Bolatti y Javier Pastore. A ellos se agrega la repentización en ataque de Matías Defederico. Ángel Cappa logró un equipo que se anima a jugar con la pelota al piso en cualquier circunstancia, receta con la cual el último fin de semana bailó y goleó a River 4 a 0.

El Globo y Lanús se asemejan en sus virtudes y también es sus debilidades, ya que son noqueadores con mandíbula de cristal. Perdieron 4 de los 14 partidos que disputaron, una cifra elevada para aspirar al título. En el caso del Granate, la mitad de esas derrotas fueron categóricas en el juego y en el resultado, cuando cayó 3 a 0 primero ante el propio Huracán y más tarde en su casa ante Estudiantes.

Por último, Colón, cuyo camino es más difícil porque tiene tres equipos por delante y porque matemáticamente no dejó atrás la amenaza de la Promoción, tiene en Antonio Mohamed un técnico muy trabajador y algunos jugadores que marcan diferencias. El Sabalero es un equipo con muchas variantes de jugada con pelota parada, bien estructurado defensivamente, con un mediocampo batallador en el cual se destaca Leonardo Prediguer y el poder de gol de veterano y vigente Esteban Fuertes.

Mientras los cinco tradicionales grandes son noticia por su juego resquebrajado y los malos resultados acumulados, el torneo Clausura vibra al ritmo de un equipo que sí sabe de vueltas olímpicas, uno que se estrenó como campeón hace dos años, otro cuyo único festejo fue hace más de 35 años y uno que nunca se coronó.
(Foto: Nuevodiarioweb.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

jueves, 14 de mayo de 2009

Los distintos rebotes de la pelota

Muchas veces el fútbol ha sido una herramienta política. Lo fue, crudamente, en los Mundiales de 1934, en la fascista Italia de Benito Mussolini, y 1978, con el gobierno golpista argentino. La Copa del Mundo disputada en nuestro país fue utilizada por los militares para ocultar la más cruenta violencia de estado con su gigantesco saqueo económico y para vender una falaz imagen de armonia al exterior. Pero aquel evento deportivo permitió, también, que la población se expresase, aunque fuera un instante, con la libertad que no tenía. Ocurrió cuando más de 70.000 personas chiflaron a rabiar a la cúpula militar compuesta por el general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti en su ingreso al palco oficial antes del inicio de la final entre Argentina y Holanda.


Algo muy similar sucedió ayer en el estadio Mestalla, de Valencia, donde ldisputaron la final de la Copa del Rey, paradójicamente, vascos y catalanes, dos pueblos que en gran medida rechazan a la monarquía parlamentaria española. De este modo, Athletic de Bilbao y Barcelona, los conjuntos protagonistas, fueron las caras de dos comunidades en las cuales muchos de sus ciudadanos le reclaman a la corona y al gobierno central de Madrid reivindicaciones que les son negadas. Así, además de los colores de los equipos, en las tribunas se multiplicaron las banderas vascas y catalanas, dado que su sentimiento de pertenencia no está referido a la nacionalidad y los símbolos patrios que les imponen. Por eso, antes del inicio del encuentro se hicieron oír con fuerza los silbidos cuando el sistema de audio comenzó a reproducir el himno español, idéntica protesta a la que minutos antes había acompañado el ingreso de los reyes al palco. Esta manifestación fue criticada fuertemente por la derecha española, una de las más duras y reaccionarias de Europa.


El momento en que sonaba la canción patria española no fue emitido por Televisión Española (TVE), según se excusaron “por un error humano”. Previo pedido de disculpas, en el entretiempode reprodujeron ese prólogo formal del encuentro, pero lo editaron para ocultar lo que había sucedido; se veía entonces una panorámica del estadio y se escuchaba nítidamente el himno, sin la silbatina que lo había acompañado. Esta maniobra terminó por costarle su puesto de trabajo al responsable de Deportes de la emisora, Julián Reyes, quien seguramente esuchó de la misma voz primero el pedido de censura y luego, ante las repercuciones mediáticas, el anuncio de su despido.


Al margen del aplastante triunfo 4 a 1 del Barça -un equipo tremendo- y la gran actuación de Lionel Messi, el fútbol sirvió como amplificador de un reclamo, en este caso el reiterado de vascos y catalanes a las reivindicaciones soberanistas que abrigan gran cantidad de habitantes del País Vasco y Catalunya para dejar de ser naciones sin estado.
(Foto: Eleconomista.es)

Patricio Insuapatinsua@gmail.com

lunes, 11 de mayo de 2009

El laberinto del arbitraje argentino

Pese a que de un buen tiempo a esta parte se ha dedicado a mostrar un perfil mediático y a sacar los partidos, Héctor Baldassi será el representante del arbitraje argentino en el Mundial que se disputará el año próximo en Sudáfrica. Tal vez técnicamente sea el mejor referí de nuestro país, pero los vicios señalados hacen que muchas veces no cumpla su función de ejercer justicia deportiva dentro del campo de juego.

En el clásico rosarino en que Central y Newell´s empataron 1 a 1 omitió al menos un par de penales, vio en primer plano el planchazo de Lucas Bernardi al Kily González sin mostrar la tarjeta roja que se imponía (apenas amonestó) y pitó o dejó de hacerlo con un triple criterio: uno en la mitad de la cancha, otro en las proximidades de las áreas y otro en la zona penal. Sin embargo, desde la mayoría de los medios deportivos se ponderó su actuación y se elogió su desempeño en el choque disputado en el Gigante de Arroyito.

El cordobés saltó a la fama una década atrás y no fue por sus actuaciones. En aquel momento se puso al frente de los árbitros que cuestionaron a Javier Castrilli cuando éste se alejó del referato argentino luego de denunciar presiones a sus colegas por parte de la dirigencia de la AFA. Desde entonces su carrera creció rápidamente. Haberse alineado del lado afista en aquella disputa más sus buenas actuaciones, apoyadas en un gran despliegue físico para estar siempre sobre la jugada y en la toma de acertadas decisiones en los partidos cada vez más trascendentes que le asignaban, propiciaron el crecimiento.

Instalado en un sitial de privilegio, Baldassi se abocó entonces a tejerse como un personaje bien visible del fútbol argentino, con actitudes destinadas a tenerlo como protagonista en la era de la televisión. Sonrisas y palmeadas amistosas con los jugadores de los equipos más poderosos y falta de compromiso real en el desarrollo de los partidos le dieron su nueva identidad acomodaticia. Pese a todo esto, Baldassi está lejos de ser de los peores árbitros del fútbol argentino; incluso, seguramente, siga siendo el más aceptable y un alivio que vaya al Mundial, si se tiene en cuenta que en 2002 lo hizo Ángel Sánchez.

Juan Pablo Pompei, de habituales malas actuaciones, este último fin de semana perjudicó claramente a Gimnasia de Jujuy ante Banfield -porque es fácil hacerlo con equipo que tenía menos de 30 hinchas en la tribuna y cuando las posibles protestas de sus dirigentes no causarían más que risas en el Comité Ejecutivo- y demostró su falta de categoría al permitir que tanto los jugadores del Taladro como los del Lobo lo cuestionasen aireadamente.

Rafael Furchi, Sergio Pezzota, Pablo Lunatti, Gabriel Brazenas y los que van apareciendo, como Néstor Pittana, completan el muy cuestionable escenario del arbitraje argentino. Claro que las malas y parciales actuaciones de los referís no tienen que ver sólo con las carencias técnicas, sino con una estructura viciada, ideada por Julio Grondona, ejecutada por Jorge Romo y avalada por los dirigentes. El mandamás de la AFA, años atrás, armó un nuevo sindicato, el SADRA –donde puso al frente al ex arbitro Guillermo Marconi-, de modo tal de dividir y reinar con lógica maquiavélica; el titular del Colegio de Árbitros se encarga del adoctrinamiento de los referís marcándoles cuál es camino si quieren progresar y los presidentes de los clubes presionan en Viamonte 1366 a sabiendas de que lo que hoy se les quita mañana se les da. Sólo así se entiende que, por ejemplo, Gustavo Bassi, siempre un pésimo árbitro, haya sido designado para varios clásicos y encuentros determinantes en el último año.

La salida de Horacio Elizondo de la Dirección de Formación Arbitral por haber intentado algunos cambios marca que el status quo no se modificará y que el referato argentino continuará sembrando dudas y dándole argumentos a los que tengan las peores sospechas.
(Foto: Lanacion.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 4 de mayo de 2009

Palermo Gol

Corren tiempos volátiles para el fútbol argentino, de procesos breves en los cuales difícilmente un técnico resista más de dos temporadas en una institución, de idolatrías furtivas con jugadores que las menos de las veces llegan a disputar un centenar de partidos con la misma camiseta. En este contexto se vuelve aún más grande la magnífica conquista de Martín Palermo, quien llegó a los 200 goles en Boca con el hermoso tanto de tijera ante Deportivo Táchira, por la Copa Libertadores. Allá lejos quedó el primero de la serie, ante Independiente, el 30 de septiembre de 1997.

El bicentenario goleador surgido en Estudiantes de La Plata necesitó para su gesta 315 partidos, de lo cual se desprende una efectividad que también parece de otros tiempos. Su promedio de gol lo emparenta con los míticos arietes de las primeras décadas del fútbol profesional. El detalle desmenuza 158 tantos por torneos locales y 42 en certámenes internacionales, convirtiéndoselos a 50 equipos distintos, 30 argentinos y 20 del exterior.

Insaciable, a los 35 años, Palermo va a hora por la idolatría máxima en el conjunto de La Ribera: ser el máximo artillero en la historia del club. Para eso deberá alcanzar a Roberto Cherro, quien en los finales del amateurismo y principios del profecionalismo anotó 218 tantos.

Varias veces lo dieron por muerto, pero el hombre siempre respondió con goles y más goles. Al regresar de España muchos lo creyeron de vuelta, cuando contrataron a Bruno Marioni se apostaba a ver cuánto tardaría éste en quitarle el puesto y también lo enterraron el año pasado al sufrir la segunda rotura de ligamentos de su carrera. Siempre resucitó.

A fuerza de inflar las redes de todos los arcos argentinos, Palermo está también en la historia grande de nuestro fútbol. Si a los goles que anotó con Boca se le suman los que hizo en el comienzo de su carrera en Estudiantes, el Loco suma 192 (en 330 partidos) quedando a solamente un tanto de ingresar al privilegiado círculo de los diez máximos artilleros de Primera División en la era profesional. Para tomar dimensión del logro de Palermo, bien vale repasar que ha superado en cantidad de goles a mitos y figuras de la talla de José Manuel Moreno (187), Hugo Gottardi (186), Roque Avallay (184), Juan José Pizzutti (182) Jaime Sarlanga (171), Luis Artime (165), Vicente de la Mata (152) y Mario Boyé (151).

Integró una delantera tremenda, que siempre será recordada, con Guillermo Barros Schelotto, de quien se hizo compinche y amigo cuando de pibes se detestaban; peleaban en el colegio y los clásicos platenses entre Estudiantes y Gimnasia. Incluso antes de la ida de Boca del mellizo, comenzó a integrar un tándem no menos peligroso con Rodrigo Palacio como acompañante. Marcelo Delgado también supo ser un buen acompañante. En todos los casos, nunca dejó de ser él quien representó el mayor peligro para las defensas rivales.

Sus goles han sido importantísimos para Boca. Sirvieron para ser campeón local, para alzar la Copa Libertadores de América y para ser campeón del mundo en 2000, cuando le convirtió al Real Madrid, en Japón, dos veces antes de los 10 minutos de juego. Sus festejos fueron protagonistas de 13 títulos para el club, 6 locales y 7 internacionales. Y si bien no son campeonatos, algo bastante parecido: muchos de los goles de Palermo fueron para ganar clásicos, y esos son los que los hinchas nunca olvidan. A River le anotó 7 veces, siendo el más recordado aquel por los cuartos de final de la Copa Libertadores de 2000, en su vuelta tras la primera rotura de ligamentos que padeció. Además, le hizo 10 a San Lorenzo, 7 a Independiente y 6 a Racing; es decir que como xeneixe le anotó 30 goles a los otros cuatro tradicionales grandes. Los que más lo sufrieron fueron Gimnasia y Esgrima de la Plata, su rival, y Vélez; al Lobo le anotó 12 y a los fortineros 11.

Seguramente, pese a la friolera de goles conseguidos vestido de azul y oro, Palermo no esté a la altura de los grandes goleadores argentinos que han tenido reconocimiento internacional, como Gabriel Batistuta, Hernán Crespo y Abel Balbo. Porque Europa y el Seleccionado le fueron esquivos. En el Viejo Continente se desempeñó en la liga española, donde disputó cuatro temporadas en Villarreal, Betis y Alavés y su rendimiento nunca fue bueno. Con la albiceleste tampoco rindió en el puñado de oportunidades que tuvo y su paso por el elenco nacional será siempre recordado por haber errado tres penales en un mismo partido, ante Colombia, en la Copa América de 1999.

Pero su paso por el fútbol ibérico le dio madurez como jugador. Regresó con el olfato goleador que había mostrado aquí y le agregó mejor ubicación y la capacidad de, eventualmente, retrasarse para participar del armado de las jugadas o hasta incluso actuar de asistidor y no ser exclusivamente un definidor.

Por sus movimientos aparatosos, por no ser un jugador dúctil (circunstancias por las cuales los hinchas de Boca se burlaban de él cuando llegó al club), y por no haberse destacado en Europa ni en la Selección, Palermo ha sido cuestionado. Pero a fuerza de goles y de la imagen de buen tipo se ganó el respeto del pueblo futbolero argentino, que lo reconoce como uno de los más importantes goleadores que han pisado estas canchas.
(Foto: Eldepornauta.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com