Racing ha vivido más de la mitad de las casi ocho décadas del profesionalismo en crisis. En los últimos 42 años obtuvo apenas un campeonato local, el Apertura 2001; título conseguido con una legitimidad manchada por arbitrajes beneficiosos y la disputa del partido definitorio apenas una semana después de uno de los hechos más lamentables de la historia argentina, como fue el desastroso y luctuoso final del gobierno que encabezaba Fernando De La Rúa. Aquel 28 de diciembre sólo jugaron Vélez ante Racing y River frente a Rosario Central, ya que el resto de los partidos correspondientes a la última fecha se postergaron para febrero de 2002. Pero el necesario festejo de Racing no podía esperar, era más importante que la crisis nacional. Y el gol de Gabriel Loeschbor le dio al pueblo racinguista una alegría que, pese a todo, era honda y genuina.
Ese logro y la conquista de la Supercopa de 1988 fueron los únicos festejos del conjunto de Avellaneda en más de cuatro décadas. El contrapunto lo dieron el descenso y la permanencia en la segunda categoría dos años, la quiebra del club, su privatización y la disputa de la Promoción la pasada temporada. Esos fueron los principales males de una lista tan larga como dolorosa para la gente de Racing.
Ese derrotero incluyó el paso de casi un centenar de técnicos. Este fin de semana, tras la derrota en el clásico ante Independiente 2 a 0, Juan Manuel Llop pasó a ser un nombre más de esa nómina. Probablemente, el ciclo del Chocho estaba agotado por los malos resultados (ocho partidos sin victorias) y la sabida distante relación con el plantel. Ocurre que Racing -sus dirigentes, sus seguidores- deberá aceptar que sus problemas no responden a la coyuntura de cambiar un entrenador, sino que son estructurales. Sólo Boca, Vélez, Lanús y Estudiantes, instituciones serias y con proyectos sólidos, pueden aspirar a mejorar un mal momento futbolístico a partir de un cambio de DT.
Pese a todo esto, la grandeza de Racing no está en duda. La gran cosecha de títulos en el amateurismo (1913-14-15-16-17-18-19-20-21-25) para ganarse el mote de Academia, conseguir antes que nadie un tricampeonato en la era profesional (1949-50-51) y haber sido el primer equipo argentino campeón del mundo (1967) son parte de una riquísima historia, contenida por una de las hinchadas más grandes y emocionantes de nuestro fútbol.
El presidente de Racing, Rodolfo Molina, ya tomó la decisión de despedir a Llop. A dos meses de haberse hecho cargo de la conducción del club, después de sólo tres partidos oficiales como titular de la entidad, eligió despedir a un técnico, en línea con lo que han sido los manejos de club en los últimos años. No puede señalarse falta de coherencia. Antes del choque ante Independiente, Molina aseguró que se trataba de un cuerpo técnico “heredado”, algo absolutamente cierto, aunque omitió recordar que en su campaña electoral prometió la continuidad del ex entrenador de Newell´s, Godoy Cruz y Banfield. Molina debería blanquear la realidad de Racing recordándole a sus hinchas que la etapa de gloria está registrada en blanco y negro, que los números son de un rojo cegador y que una reconstrucción sólo es posible con orden institucional y un trabajo a mediano y largo plazo en inferiores para que el primer equipo se nutra de esos valores juveniles; es decir, encarar un proceso de saneamiento que muy difícilmente implique estar en la disputa por un título. Si en lugar de eso opta por prometer pomposas contrataciones y grandes campañas que al no concretarse lleven entonces a semestrales cambio de técnicos, entonces Racing continuará en la misma tenebrosa senda de los últimos 40 años.
(Foto: Clarin.com.ar)
Patricio Insua
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