lunes, 28 de diciembre de 2009

Las cosas por su nombre: Estadio Marcelo Bielsa

Uno de los hombres más brillantes del la historia del fútbol argentino recibió el mayor reconocimiento posible: dar nombre a un estadio. En una fiesta de concurrencia absoluta, con un partido protagonizado por varios ídolos del club de distintos tiempos, Newell´s rebautizó su casa como “Coloso del Parque Marcelo Alberto Bielsa”. Un reconocimiento que suele llegar post mórtem es dado a quien transita por un momento de gran reconocimiento. Porque tras la fabulosa clasificación con Chile al Mundial, el rosarino revalidó –por si hacía falta- sus credenciales de excelso director técnico.

Antes de disputarse los últimos partidos de Eliminatorias, en una conferencia de prensa ofrecida en Santiago, en su rol de técnico de Chile, Bielsa hizo pública una declaración de principios ligada a sus sentimientos en la cual reconoció que “difícilmente” sienta por otra camiseta lo que le genera la de Newell´s. Entonces los hinchas leprosos comenzaron una cruzada para que su cancha llevase el nombre del técnico con el cual festejaron dos títulos de Primera División y estuvieron a un penal de ganar la Copa Libertadores de América. La iniciativa se propagó con gran rapidez entre los socios de la institución y poco tiempo después se concretó el homenaje.

Fiel a su estilo y con su léxico característico, el Loco calificó, sin falsa demagogia, como “injusto” y “desmesurado” el hecho de que el estadio del club de sus amores lleve su nombre. “La sensación es hermosa. Es un momento que no voy a olvidar nunca. (...) La dimensión del reconocimiento excede la posibilidad de retribución. Hay cosas que no pueden retribuirse, son demasiado importantes para el que la recibe, que no imagina el modo de estar a la altura de lo que se le ofrece”, expresó.

Su superlativa capacidad de conducción quedó expuesta, nuevamente, en el enorme trabajo hecho en Chile, y por eso del otro lado de la cordillera pretenden prolongar su contrato hasta 2015. Pero entre grandes reconocimientos, la saña con la que lo trató el sector más poderoso de la prensa deportiva argentina le significó una dolorosa herida aún lacerante. En una entrevista radial concedida algunos meses atrás a LT 8 de Rosario, Rafael Bielsa, quien lo definió como “un técnico de elite” y “un animal deportivo”, dedicó un apartado a la persecución que sufrió su hermano por parte del establishmet mediático, sobre todo tras la frustración que implicó la participación en Corea y Japón. "El sufrimiento que se le ocasionó no hay manera de sacarlo. Nada puede compensar ni pagar lo imposible que le hicieron la vida los empresarios del periodismo deportivo, que no son periodistas deportivos, son individuos muy vinculados con intereses, con ventas de jugadores de fútbol, con negocios particulares, con la idea de recibir una primicia por parte del técnico", aseguró; y agregó que "los medios de Buenos Aires lo que reivindican es el triunfo, pero no el modo cómo consiguió el triunfo y eso es lo más valorable; pero nadie habla de eso, sólo dicen que Chile clasificó tercero". "Marcelo no es técnico de la selección argentina entre otras razones por estos indeseables, por estos sujetos que dictan cátedra de cómo hay que vivir y viven de una manera distinta en la práctica de su prédica. Hubiese sido muy buena su continuidad”, concluyó.

Muchos de los periodistas que hoy lo elogian no es la primera vez que lo elevan, pero lo han hecho a intervalos de bipolaridad, colocándolo en el déspota ascensor que hacen subir y bajar histérica y acomodaticiamente. Lo observaron con cautela en su llegada al conjunto nacional, allá por 1998, lo cuestionaron en la etapa de construcción inicial, más tarde lo alabaron en las dos temporadas previas al Mundial de 2002 y lo crucificaron tras la eliminación en la primera ronda para ya no dejar de fustigarlo. Hasta ahora, que vende reivindicarlo.

A quienes les importa la Selección únicamente un mes cada cuatro años, el del Mundial, en el cual asumen que el elogio sólo cabe si se levanta la Copa, lo defenestraron tras la frustración de Corea y Japón. "Un entrenador no es mejor por sus resultados ni por su estilo, modelo o identidad. Lo que tiene valor es la hondura del proyecto, los argumentos que lo sostienen, el desarrollo de la idea. No hay que juzgar la idea, sino el sustento. Yo puedo valorar proyectos antagónicos. Lo que nunca se puede hacer es sustituir las convicciones", analizó Bielsa hace más de 10 años. En el mismo sentido aseguró que “se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados; eso sí es lo importante. Lo importante es el tránsito, la dignidad con que se recorre el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal".

Puede gustar o no la propuesta de Bielsa, porque no existe una única forma de jugar al fútbol y todos los estilos encuentran sus adeptos. Lo que no puede hacerse es descalificar a un entrenador que con una dedicación sin concesiones persigue la excelencia deportiva, a quien en su ambiente se ha convertido poco menos que en un hombre de culto al contar con el apoyo incondicional de sus pares y recibir los mayores elogios de aquellos a quienes dirigió alguna vez.

En cierta oportunidad Jorge Valdano, actualmente director deportivo del Real Madrid, dijo sobre el rosarino: "Bielsa debate consigo mismo y con los demás. Sus interminables ruedas de prensa llegaron a ser heroicas, precisamente porque sus palabras intentaban quebrar las tendencias más arbitrarias, despiadadas, estúpidas. Hay un periodismo que se siente el centro del espectáculo y que abusa de su poder desde una actitud abiertamente chantajista, con una lógica del tipo: tú no me das (información, declaraciones), yo te desprestigio. Bielsa no sólo tiene un lugar en la lucha contra este sistema, sino que su presencia debería ser obligatoria, porque su discurso y sus actitudes sirven para descubrir las bajezas y contradicciones de tantos mediocres que ocupan lugares estelares. El problema es que los personajes como Bielsa luchan solos; en cambio, la mediocridad caza en jauría".
(Foto: Newellsoldboys.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 21 de diciembre de 2009

Estudiantes arañó la gloria

La magnitud del dolor de una derrota deportiva difícilmente pueda ser cuantificada. Pretender establecer un parámetro de medición se vuelve una empresa inverosímil. Aún así, de seguro el modo en que Estudiantes cayó ante Barcelona en la final del Mundial de Clubes, disputado en Abu Dhabi, significó un durísimo golpe para el mundo pincharrata. Porque ninguna derrota cala más hondo que la que llega cuando se estuvo tan cerca de ganar. El gol de Pedro, a menos de cinco minutos del final del partido, fue un mazazo para el conjunto platense, y el tanto de Lionel Messi, a los 20 del tiempo suplementario, la estocada que mató el sueño de volver a ser campeón del mundo tras más de cuatro décadas.

Estudiantes tuvo en jaque al equipo que con el título obtenido ratificó su indiscutible condición de mejor del mundo. El talante del rival eleva todavía más su destacada actuación. Delante tenía una maquina, un conjunto que durante todo el año brilló como ninguno y ganó más que nadie; congenió un juego de precioso y preciso manejo, dinámico y vertical, para adjudicarse los seis certámenes que disputó: Liga Española, Champions League, Copa del Rey, Supercopa Europea, Supercopa Española y Mundial de Clubes. Mucho habrá que esperar para que se repita una cosecha semejante; si es que alguna vez ocurre.

Tras disputar un muy buen primer tiempo, jugado con inteligencia y gran disciplina táctica, el gol de cabeza de Mauro Boselli sobre el cierre de esa etapa inicial le dio una ventaja que Estudiantes se empeñaría en defender con todas sus fuerzas. Saber que no tenía con qué intercambiar golpe por golpe fue una muestra de su inteligencia. Así, los segundos 45 minutos fueron un constante ir del conjunto catalán ante los denodados esfuerzos del Pincha por alejar el peligro de su arco, delante del cual la pelota cruzó varias veces. Barcelona, sin perder la calma, impuso condiciones y obligó a su rival a resguardarse muy metido en su campo. Aguantó heroicamente el conjunto de Alejandro Sabella y cuando parecía que el máximo trofeo volaría a La Plata, a los 88 minutos de juego Pedro estableció la igualdad. Golpeado en su ánimo y desgastado físicamente, Estudiantes se hizo jirones en el alargue, sin dejar de dar pelea, aferrándose a la esperaza de llegar a la definición por penales. Pero nuevamente cerca del final, a 10 minutos del pitazo, Messi se filtró en el área a espaladas de Juan Sebastián Verón y Christian Cellay para poner, de pecho, el tanto de la victoria blaugrana.

La diferencia de poderío y presupuestaria entre un club y otro es sideral. Lo que percibe anualmente cualquiera de las estrellas del equipo europeo supera holgadamente el presupuesto íntegro de toda la institución platense. Sin embargo, todas esas diferencias se vieron reducidas en un encuentro en el cual el conjunto argentino dejó el alma y muy cerca estuvo de quedarse con toda la gloria.

Nada que reprocharse para Estudiantes. Guiado por Verón, de enorme sacrificio agregado a su clase sin igual, protegido por la entrega de Braña y Desábato, la búsqueda de Enzo Pérez y el empuje de Boselli todo el equipo estuvo a la altura del máximo acontecimiento, el que cerraba el calendario.

Pese a que no pudo coronarse con el título mundial, la campaña rojiblanca ha sido magnífica. Aquella sufrida clasificación a la fase de grupos de la Copa Libertadores con el tanto de Ramón Lentini ante Sporting Cristal, de Perú, terminó con la conquista del mismo trofeo que el mítico equipo de Osvaldo Zubeldía había alcanzado tres veces consecutivas. Estudiantes cierra el año como subcampeón del mundo, detrás de una máquina perfecta como el Barcelona. No es poco. Vaya si no es poco, León.
(Foto: Canchallena.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 14 de diciembre de 2009

Banfield es el nuevo campeón del fútbol argentino

Campeón justo y con lo justo, Banfield. Porque fue el mejor, pero terminó con la cabeza en Rosario para desatar en la Bombonera el festejo por el que esperó más de un siglo. Se trató, sin dudas, del equipo más destacado del torneo y por eso el merecimiento de la vuelta olímpica es inobjetable, pese a la zozobra final. Desde el trabajo meticuloso y sin concesiones de su entrenador, Julio César Falcioni, el padre de la criatura, los del sur del Gran Buenos Aires se mostraron desde la primera fecha, en la victoria 2 a 0 ante River, como un conjunto de un destacadísimo funcionamiento colectivo que potenció individualidades. El conjunto siempre fue más que la suma de las partes que lo conformaban. Pero ese equipo, compacto, agresivo, regular, sólido, de presión constante, fortaleza en las dos áreas, identidad definida desde le orden y gran equilibrio se desdibujó en las últimas cuatro fechas. Tras dos buenas victorias ante Godoy Cruz y Gimnasia enhebró una espectacular serie de triunfos ante Estudiantes, San Lorenzo, Vélez e Independiente, todos rivales directos a los que dejó afuera de la disputa. Y, sin embargo, lo que siguió a esas seis victorias en fila fueron la derrota ante Racing, los triunfos ajustados y enjundiosos frente a Huracán y Tigre y su partido más flojo, la derrota ante Boca en la última fecha. Pese a ese último tránsito, Banfield fue a lo largo de las 19 fechas del Apertura 2009 el mejor de todos, por eso es el nuevo y merecido campeón del fútbol argentino.

Las estadísticas del conjunto de Falcioni evidencian lo extraordinaria que fue su campaña. Obtuvo una gran cantidad de puntos, 41, más del 70 por ciento de los que disputó; tuvo al goleador del certamen, Santiago Silva, con 14 tantos; la valla menos vencida, con 11 goles recibidos en 19 partidos (en diez Cristian Lucchetti mantuvo su arco en cero), y se mantuvo invicto las primeras tres cuartas partes del torneo, hasta la fecha 15. La contundencia de los números exponen con claridad la categoría del campeón, de quien maximizo como nadie las virtudes y supo esconder celosamente las debilidades.

Para que Banfield llegase al momento más esperado fue valiosa la tregua política. Antes y después de las elecciones que Carlos Portell ganó muy ajustadamente en octubre del año pasado, las diferencias entre oficialismo y oposición eran furiosas. Pero hubo consenso para la vuelta de Falcioni, quien se había ido en muy malos términos con el titular albiverde desde 1998 y bajo la promesa de no regresar al club hasta su salida. La firme marcha del equipo bajó marcadamente los decibeles disputa dirigencial, que sin desaparecer se silenciaron detrás del objetivo mayúsculo.

La seguridad en el arco de su capitán, el histórico Lucchetti; la firmeza de su zaga central, con Víctor López y Sebastián Méndez; la entrega por los costados de Julio Barraza y Marcelo Bustamante; el extraordinario trabajo táctico en el centro del campo de Marcelo Bustos primero y la posterior prestancia de Roberto Battión; la inteligencia y entrega de Walter Erviti; el desequilibrio de James Rodríguez; el sacrificio de Marcelo Quinteros y la temible dupla de ataque uruguaya con el punzante Sebastián Fernández y el voraz goleador Silva. Las ganas de Julio Marchant, el oportunismo de Cristian García y los aportes de Santiago Ladino, José Devaca, Emanuel Pio, Pablo Vergara y Federico Sardella. Así Banfield edificó el monumento que diseñó Falcioni.

El fútbol argentino tiene un nuevo campeón, el 16º de su historia profesional y así queda saldada una deuda. Hace dos años fue Lanús quien celebró lo que se le debía y en La Plata Gimnasia sueña hasta la obsesión con la conquista del título tan esquivo. Banfield merecía la gloria, por su historia, por su lugar el fútbol argentino, por aquel puñal de 1951. La alegría ahora es toda verde y blanca, el pueblo banfileño, de esa ciudad que late con su equipo, tendrá un gran motivo para brindar a fin de año y pocos días después, el 21 de enero, celebrar de manera más que especial sus 114 años de vida. Salud, Taladro. Salud, campeón.
(Foto: Lanacion.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 7 de diciembre de 2009

Nigeria, Corea del Sur y Grecia, los rivales mundialistas

Argentina puede, sin confiarse, claro está, permitirse una sonrisa. El sorteo parcial realizado en Ciudad del Cabo determinó que la Selección, como cabeza de serie del Grupo B del Mundial de Sudáfrica, se enfrente con Nigeria, Corea del Sur y Grecia. Es evidente que el grupo no tiene las dificultades que hubiese implicado vérselas, por ejemplo, ante Costa de Marfil, México y Francia y por eso fue bien recibido.

Sin embargo, la inconsistencia como equipo del conjunto albiceleste es la que eleva la dificultad de un sorteo favorable. Si Argentina logra en el semestre precedente al Mundial establecer una fisonomía colectiva que le permita sacar provecho de las individualidades -Lionel Messi a la cabeza- habrá dado un paso importante para sustentar sus aspiraciones. Pero el funcionamiento grupal lleva una prolongada ausencia de tres años. Los amistosos previos al Mundial y la concentración y las prácticas en Pretoria serán la última posibilidad de acondicionar ese esqueleto sobre el cual se sujeta todo lo demás.

Argentina hará su debut en la XIX Copa del Mundo el segundo día de competencia. En el Ellis Park de Johannesburgo, estadio principal del certamen, el rival será Nigeria. Los africanos se presentan como el rival más fuerte, pero la falta de recambio hace que no se emparenten con aquel buen equipo de una década atrás. Luego de cuatro días de descanso y en el mismo escenario, el adversario será Corea del Sur, un conjunto eléctrico que seguramente propondrá un ritmo de una vertiginosidad extrema. El último rival en la fase clasificatoria será Grecia, en el estadio Peter Mokaba, de Polokwane; un elenco de piernas cansadas que lejos está de aquel que, utilitario, opaco y duro, alzó la Eurocopa en 2004.

Los antecedentes mundialistas dan cuenta de que los nigerianos fueron rivales en el Mundial de Estados Unidos (último partido de Diego Maradona como jugador de la Selección) y en el debut en 2002; en ambos casos con victorias argentinas, 2 a 1 y 1 a 0. Ante los coreanos, Argentina dio el primer paso en el camino que terminaría con el título en el Mundial de México al derrotarlos 3 a 1. En tanto, los griegos fueron adversarios en el estreno en 1994, que fue goleada 4 a 1 con tres tantos de Gabriel Batistuta y el último festejo de Maradona ataviado con la casaca celeste y blanca.

Si los resultados son favorables, Nigeria, Corea del Sur y Grecia serán sólo los primeros tres rivales. Entonces la exigencia será mayor cuando en la instancia posterior el rival sea Francia, México o Uruguay. De avanzar a esa instancia, Argentina buscará cortar con una racha adversa muy pronunciada: en Sudáfrica, el 24 de junio de 2010 se cumplirán 20 años sin que la Selección gane en una instancia de eliminación directa de la máxima competencia en los 90 minutos. La última vez fue en el Mundial de Italia, cuando, en Turín, se impuso 1 a 0 a Brasil, con gol de Claudio Caniggia, por los octavos de final.

El Mundial es una carrera corta, de explosión. Son siete partidos en un mes. Contrariamente a lo que reza el viejo axioma futbolero, para ser campeón del mundo no hay que ganarles a todos, sino a los siete equipos que se tengan por delante. Con el formato de la competición, puede darse que tres y hasta cuatro de ellos sean rivales que no impliquen mayores peligros. Si Maradona logra que el equipo funcione como tal y pueda ejecutar un plan preconcebido, entonces Argentina podrá volver a levantar la ansiada copa.
(Foto: Rionegro.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 30 de noviembre de 2009

Una denuncia que puede ser sólo el inicio

Desde las propias entrañas de la AFA se destapó un escándalo cuyos alcances pueden afectarla seriamente. Cristian Faraoni denunció ante las autoridades de la casa matriz del fútbol argentino que el ex árbitro Aníbal Hay le pidió beneficiase a San Lorenzo en el partido en que, por la primera fecha del torneo, lo dirigió ante Atlético de Tucumán. Todavía no se conoce si se trató de una sugerencia, un pedido expreso, una presión o, incluso, un intento de soborno. Entonces, la investigación interna, que incluyó grabaciones de conversaciones telefónicas, determinó que Julio Grondona cesase a Hay en el cargo de Relaciones Públicas que había creado exclusivamente para él. Además, el hombre que quedó en el ojo de la tormenta era asesor de Jorge Romo, titular del Colegio de árbitros, y el nexo entre la AFA y la Confederación Sudamericana de Fútbol desempeñándose como veedor de partidos internacionales.

La expulsión de Hay de la sede de Viamonte 1366 tiene sus dobleces. Pese a que poco tardó el trascender el motivo de su despido, las autoridades del fútbol nacional explicaron que la salida respondió a una reestructuración. Ese eufemismo sin dudas busca atenuar la cuestión, ya que lo que correspondía era una explicación referida a graves faltas éticas. Del mismo modo, tampoco queda claro porqué Faraoni lleva varias fechas sin dirigir si se mantuvo incorruptible y tuvo incluso la valentía de realizar la denuncia.

El arbitraje argentino está, más que nunca, en el centro de la escena. Varios años de conductas impresentables, de pésimos árbitros en constante posición de privilegio pusieron al referato en su umbral más bajo de credibilidad. Por eso el circulo no puede cerrarse entorno a Hay y Faraoni. Si el ex árbitro buscó digitar el resultado de un partido fue por pedido de alguien. La corrupción arbitral implica, indefectiblemente, el involucramiento de los clubes, de los dirigentes de las instituciones. No puede entenderse, tampoco, como un hecho aislado.

Algunas temporadas atrás, en Italia se destapó una red de arreglos arbitrales que le costaron nada menos que a la Juventus el descenso y la quita de dos títulos. La AFA dio el primer paso; pronto se sabrá si irá a fondo o si, una vez más y como es de esperar, todo pasa.
(Foto: Infobae.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

jueves, 26 de noviembre de 2009

Cappa se fue de Huracán con pretensiones de eternidad

En Fundación mítica de Buenos Aires, el inigualable genio de Jorge Luis Borges refiere al nacimiento de la ciudad a partir del desembarco de mil hombres en Palermo y termina su poema con la aseveración que, en realidad, Buenos Aires es desde siempre. La fantástica elaboración del gran escritor jamás pretendió, claro está, alterar la historia real.

Muy lejos y en otra orilla, Ángel Cappa dejó la dirección técnica de Huracán con la desmesurada pretensión de instalar al Globo del pasado torneo Clausura como una maravilla excepcional. “El tiki tiki fue lo mejor que le pasó al fútbol en los últimos 20 años”, arriesgó, en referencia al estilo del equipo que él formó y guió en el primer semestre del año y quedó en los umbrales del título.

Sin dudas que aquel Huracán era un conjunto admirable. Desarrolló un juego fluido con el que obtuvo muy buenos resultados para llegar a la última fecha con posibilidades concretas de ser campeón. Despertó elogios merecidamente. De ahí a creerse el mejor equipo de las últimas dos décadas hay varios abismos. Sólo por nombrar algunos, Cappa pretendió colocarse por sobre el Vélez de los 90´, el River tricampeón, el Boca ganador de todo en la última década, el San Lorenzo campeón récord con 47 puntos, el visto Independiente de Gallego y el Estudiantes campeón de América.

El desvelo de trascendencia personal y de reavivar una discusión de estilos anacrónica lo llevó a una prédica mediática para instalar la ficción de un Huracán perfecto y preciosista que brilló en el Clausura 09. Trabajó como un sofista para crear el mito de Aquel fabuloso Huracán de Cappa desde el mismo instante en que perdió la chance de ser campeón. El último paso fue la tremenda exageración de poner a su equipo en lo más alto que produjo el fútbol argentino desde 1989 hasta hoy.

Cappa es un intolerante en lo que al debate futbolístico refiere. Desprecia y desmerece todas las fórmulas, tácticas y estrategias de juego que no son las que él pregona. Desprestigia con tono insultante, incluso cuando un adversario lo supera con abrumadora claridad, como ocurrió con San Lorenzo tras el clásico que determinó su ida a sólo cuatro partidos del final del torneo, al sentenciar que el equipo de Diego Simeone "no podía hacer tres pases seguidos". Obviamente poco dijo de la pobrísima tarea de los suyos.

En su despedida, aseguró que “los argentinos pudieron ver que nuestra identidad no está muerta” y que “el fútbol que le gusta a la gente no murió”. Temerario, se erigió en el porta voz de una ilusionaria única manera de apreciar el fútbol y, a la vez, no le dio entidad a otras formas: el modo de jugar que prefiere es vida y los otros serían muerte y tendrían una identidad foránea; una especie de no-ser futbolístico. Aunque luego esbozó que valora todos los modos, su fundamentalismo lo hace caer en contradicciones insalvables, como aseverar que “nuestra identidad jamás murió, no la traicionamos”, cuando en aquella última fecha ante Vélez terminó jugando sin delanteros y haciendo tiempo en cada instancia posible durante todo le partido.

A su salida del club de Parque Patricios, Cappa miró la mitad que le convenía, sin hacer promedio. Se refirió al muy buen desempeño de su equipo el torneo pasado, pero nada dijo del presente certamen, en el cual, también por él dirigido, lo hizo muy mal.

El equipo que con buenos argumentos peleó el título hasta la última instancia quedará sin dudas en la rica historia de Huracán, porque será siempre recordado por el pueblo quemero. En cambio, la pretendida fantasía de Cappa de instalarlo en los anales del fútbol argentino no hace más que exponer su cegador fanatismo, reflejado en frases como “se revalorizó la identidad del fútbol argentino”, “Huracán jugó bien, defendiendo un estilo que es nuestro, de todos los argentinos” y “con Huracán revivió el gusto por este fútbol, resucitó la alegría de poder disfrutar en una cancha de un equipo que juega al toque”.

Ángel Cappa logró casi desde la nada armar un equipo que jugaba muy bien y peleó un título hasta los minutos finales del campeonato. Ni más ni menos que eso. Su exageración de querer colocarlo como un oasis en medio de una geografía desolada corre de plano incluso los legítimos méritos de aquel subcampeón.
(Foto: Espndeportes.espn.go.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 23 de noviembre de 2009

Banfield, Newell´s y nadie más

En su etapa definitoria, a cuatro fechas del final, el torneo Apertura definió a sus candidatos. El abanico que había comenzado a cerrarse en la decimotercera fecha completó su acción el pasado fin de semana para dejar sólo a Banfield y Newell´s en la disputa por el título. Albiverdes y rojinegros lograron tomar distancia de sus perseguidores cuando restan 12 puntos en juego y dirimirán en un mano a mano que se vislumbra apasionante quién será el nuevo campeón del fútbol argentino.

La campaña del conjunto de Julio César Falcioni es extraordinaria. Los números así lo reflejan. Obtuvo 35 puntos de 45 posibles (casi el 80 por ciento), marcha invicto con 10 triunfos y 5 empates, tiene la valla menos vencida con 7 goles recibidos en 15 encuentros y cuenta con el goleador del campeonato, Santiago Silva, autor de 12 tantos.

Finalizada la undécima fecha, ya puntero, Banfield sabía que tenía por delante una serie de cuatro partidos de altísima exigencia ante rivales directos. Primero recibió a Estudiantes en Peña y Arenales, cuando ambos ocupaban el primer puesto, y lo derrotó 2 a 1. Una semana después visitó a San Lorenzo, que se jugaba su última ficha, y lo venció 1 a 0. Otra vez en su casa, eliminó a Vélez de la disputa por el campeonato con un contundente 3 a 0. La última víctima del Taladro fue Independiente, a quien también hizo sepultar sus aspiraciones de título al propinarle su primera caída -2 a 1- en tres presentaciones en el inconcluso Libertadores de América.

Con ese resultado en Avellaneda, Newell´s salió a jugar el clásico ante Central a sabiendas que necesitaba un triunfo para no perderle pisada a Banfield y así continuar ambos en lo más alto. El 2 a 0 en contra a los 12 minutos de juego pintó repentinamente un temible horizonte plomizo; pero con jerarquía, juego y garra lo empató antes de la primera media hora. Luego pasó lo que suele darse en muchos clásicos y que ha sido una constante en el de Rosario en los últimos años: ambos entendieron que perdían mucho, demasiado, con una derrota y eso llevó a la igualdad definitiva.

Al ver lo que le queda a cada uno de los candidatos, el camino parecería ser más llano para Banfield, ya que en los cuatro partidos que le restan enfrentará a los tres últimos, Racing, Huracán y Tigre. Pero en el fútbol nada está dicho hasta el final y Newell´s tiene tantos argumentos como los del sur bonaerense para conseguir el título. Poco falta para saber si el Taladro conseguirá su primer campeonato o si la Lepra dará su sexta vuelta olímpica.
(Foto: Elpais.com.uy)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

jueves, 19 de noviembre de 2009

Otro triunfo de los violentos

En los últimos años muchas personas desistieron de asistir a los estadios. Manoseados al extremo, estafados, entendieron que las razones para dejar de ir al fútbol eran mucho más sólidas que aquellas que hacían fuerza por continuar detrás de los colores del corazón en ese sentimiento de pertenencia que el hincha genuino del fútbol conoce como nadie.

Maltrato policial y trampa dirigencial a la hora de sacar entradas, tribunas hacinadas con oscuros agujeros en lugar de sanitarios a 30 pesos, gaseosas tibias y diluidas a precio de restaurante, robos, cuidacoches extorsionadores y el feroz proceder de las barras generaron un escenario de temer. Una sociedad cada vez más violenta encontró la condensación de sus perores conductas en los estadios de fútbol.

Los barras, siempre hinchas de su propio negocio, existen y operan a su antojo por el aval político, que se derrama a la Justicia, la Policía y la dirigencia deportiva. Así, los violentos se transformaron en actores protagónicos, en un factor de poder en el fútbol. Muchos espectadores, sin formar parte de la barra, han sabido vivar su ingreso a las tribunas, cantar muertes rivales y golpearse el pecho por su banda. Los han legitimado; no son culpables de su existencia, pero sí tienen una responsabilidad que no asumen.

En las últimas fechas comenzaron a verse en muchas tribunas banderas que rezan “Hinchadas Unidas Argentina”, acompañas por isologos que remiten, indefectiblemente, al Gobierno Nacional. Claro que no aparecieron colgadas en un lugar secundario del perímetro de juego, sino en el centro de las tribunas, donde se ubican los violentos. Se trata de un reconocimiento a vista de todos y no ya solapado de los vínculos entre la dirigencia política y los barras.

Miles de hinchas argentinos han sido expulsados del espectaculo más popular. Los que en buena parte han sido responsables de esos alejamientos contarán con el apoyo gubernamental para viajar a Sudáfrica el año próximo. Las barras están integradas por delincuentes y no carecen de asesinos; a ellos premiará el más fuerte poder político actual con viajes al Mundial, sueño imposible de ser soñado por cualquier trabajador promedio. Marcelo Mallo, operador del kirchnerismo, manejará este ejército que bajo la pantalla de una ONG será la fuerza de choque para actos políticos, aprietes de distinto índole y que llegado el momento aportará celosos fiscales que no dudarán en imponerse con su único idioma, la violencia.
(Foto: Infiernorojo.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 16 de noviembre de 2009

Argentina cayó y mostró poco ante España

Vigente campeón de Europa y por muchos considerado como uno de los mejores seleccionados del mundo, España recibió a Argentina y la derrotó merecidamente 2 a 1. En el estadio Vicente Calderón, fortaleza del Atlético de Madrid a orillas del río Manzanares, el conjunto ibérico manejó casi a su antojo el trámite del encuentro y sólo se vio incomodado en el complemento, cuando el seleccionado mostró una actitud más activa.

Sin ser un equipo de verticalidad permanente, los dirigidos por Vicente Del Bosque manejaron precisamente muy bien el cambio de ritmo. Un juego laxo y parsimonioso que por momentos hasta exasperaba en pases laterales mutaba de pronto en ataques punzantes que posicionaban a varios jugadores en ataque. Mantención conservadora y prolija de la pelota y repentinos avances profundos fueron la estrategia española que el conjunto nacional nunca pudo contrarrestar por falta de presión sobre el adversario.

En este sentido, Argentina aceptó un rol que no se compadece con su historia y sus posibilidades actuales. Desde el pitazo inicial rubricó el favoritismo de España y se replegó marcadamente. No se trató de un equipo que procuraba hacerse fuerte en la marca para disparar veloces contraataques, sino que meramente se abroqueló en su campo y se aproximó al arco rival de manera difusa e individual. El cambio de actitud del primero al segundo tiempo fue el aspecto más valorable del conjunto de Diego Maradona.

España es un buen equipo, pero, al menos contra Argentina, lejos estuvo de presentarse como un conjunto temible; habrá que ver si puede sostener la chapa con la que llegará a Sudáfrica. El contrapunto es la Selección, que no juega bien y entonces todo tiene por mejorar. Aunque cada vez queda menos tiempo, en tanto tenga una idea clara y orden, en una competencia de un mes y siete partidos como lo es el Mundial todo puede pasar.

Al igual que en anteriores presentaciones, Argentina tuvo errores colectivos de funcionamiento y marcadas fallas individuales. En este último aspecto, al igual que había ocurrido contra Brasil, en Rosario, resultan alarmantes las desatenciones como la que derivó en el primer gol de Xabi Alonso: el vasco del Real Madrid estaba solo en la medialuna del área cuando remató Silva y llegó libre al rebote que dejó Sergio Romero, ante los desentendidos defensores albicelestes.

Pese a que Argentina no se mostró como un colectivo aceitado en el encuentro con el cual la Real Federación Española de Fútbol celebró su centenario, se produjo un cambio favorable en la preparación. Uno de los aspectos más criticables del proceso de Maradona ha sido las pocas horas diarias de trabajo con los jugadores. Previamente a los últimos partidos por eliminatorias, ante Perú y Uruguay, consultado por un periodista extranjero sobre esta cuestión, Diego arguyó que por el cansancio acumulado y los viajes transatlánticos de los futbolistas lo indicado no era someterlos a prolongadas jornadas de entrenamiento. Coherente con esta idea, en España, sin largos vuelos previos, sí hubo prácticas en doble turno, uno matutino y otro vespertino. Sin hacer que las prácticas sean muy intensas desde lo físico, sería bueno que se continúe con ese plan de trabajo pese a los viajes.

Argentina perdió ante España en el único partido preparatorio que disputo en la manga que la FIFA habilitó para dos. Porque la AFA interpretó que el equipo no necesitaba un par de ensayos. La como siempre bien nutrida paralela delegación dirigencial paseó enfundada en la indumentaria oficial por la capital ibérica, pero no fue capaz de organizar dos partidos, como lo hicieron casi todos los seleccionados en esta doble fecha internacional. El contrato con la empresa rusa Renova que la AFA abruptamente dio de baja era pernicioso para el conjunto nacional; como también lo es la ineptitud de un grupo de hombres que pareciera se dedica a disfrutar de un turismo de elite gratuito en lugar de abocarse a conseguir un rival más en la preparación mundialista.
(Foto: As.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 9 de noviembre de 2009

El abanico de candidatos comienza a cerrarse

La lucha en la vanguardia, la pelea por el título, comienza a decantar. El corte que reduce la cantidad de equipos que pugnarán hasta el final por la conquista del torneo Apertura 2009 se produjo y se extenderá. Al promediar el campeonato, la 9a fecha había dejado a los primeros ocho equipos agrupados en apenas dos puntos, pero tras la 13a quedaron un par punteros, un único escolta a tres unidades y otros dos aspirantes, uno a cuatro puntos de la cima y otro a cinco.

Con sólidos argumentos pero distintas fisonomías, Banfield y Newell´s son los sorpresivos líderes del certamen, ya que seguramente muy pocos habían imaginado que los dirigidos por Julio César Falcioni y Roberto Sensini estarían en lo más alto, y con tanta firmeza. El Taladro y los rojinegros sumaron 29 puntos de 39 posibles (una efectividad de casi el 75 por ciento). Mientras que los rosarinos son el conjunto que más victorias logró (nueve), el del sur del Gran Buenos Aires es el único invicto del campeonato, ostenta la valla menos vulnerada (recibió apenas seis tantos) y tiene en el uruguayo Santiago Silva al goleador del torneo, con 11 gritos.

Detrás de los líderes se encuentra el que seguramente es el mejor equipo argentino, Estudiantes de La Plata. El último fin de semana el elenco Pincha tuvo una actuación soberbia en la victoria 3 a 0 ante Vélez. Por un lado, una muy definida identidad y su magnífico juego colectivo lo hacen un equipo temible, en tanto que, por otro, lo ajustado del calendario por tener que adelantar las últimas dos fechas por su presencia en el Mundial de Clubes podría serle perjudicial. Además, la cita en Abu Dhabi, Qatar, es el objetivo mayúsculo de este semestre, lo cual puede generarle una lógica dispersión de la atención.

Un punto detrás de los platenses se encuentra Colón. Los santafesinos son un conjunto de gran prolijidad táctica, tal vez el equipo con mejores variantes a la hora de aprovechar las pelotas paradas desde la gran habilidad de su entrenador, Antonio Mohamed, para generar variantes en esa faceta del juego. Su aspecto negativo refiere al marcado bajo rendimiento cuando juega como visitante, condición en la que ganó dos partidos de seis disputados.

Vélez, campeón defensor, sufrió en pocos días dos duros golpes: quedó eliminado de la Copa Sudamericana en la altura de Quito, ante Liga Deportiva Universitaria, y a la vuelta chocó contra la contundente derrota ante Estudiantes que lo dejó a cinco puntos de Banfield y Newell´s. Pero los dirigidos por Ricardo Gareca tendrán este sábado la oportunidad encaramarse arriba nuevamente cuando visiten al Taladro, en un encuentro que les será bisagra.

Más atrás, a seis puntos de la cima, se encuentran Independiente y San Lorenzo, que se enfrentarán el próximo domingo. De haber una ganador éste podrá aferrarse a la ilusión de dar pelea y habrá retirado al otro de la disputa; en tanto que un empate simplificaría la ecuación dejándolos a ambos definitivamente al margen de la contienda por el título.

En un campeonato de gran paridad se perfilan con más claridad protagonistas y elenco. La cantidad de equipos con posibilidades sigue siendo grande, aunque las instancias definitorias comienzan, inevitablemente, a bajar aspirantes y cerrar los márgenes entorno a los mejores y más templados.
(Foto: Canchallena.com)

Patricio Insua
Patinsua@gmail.com

lunes, 2 de noviembre de 2009

Almeyda y una vuelta plena

Cuando se conoció la noticia de que Matías Almeyda, de 35 años y retirado desde 2005, regresaría al fútbol para ponerse nada menos que la camiseta de River ganaba la presunción de que no le sería nada fácil adaptarse nuevamente al primer plano profesional. No fue lo que sucedió, sino todo lo contrario. Desde los primeros entrenamientos y más tarde en su reestreno en el club del que había partido 13 años antes rumbo a lo que sería una exitosa carrera europea, el Pelado mostró su vigencia y valía. Desde el medio de la cancha se hizo patrón de juego con un despliegue fabuloso. Con la llegada de Leonardo Astrada a la dirección técnica se paró como marcador central y lo hizo con solvencia y categoría. Sin preocuparse por el calendario, seguro de que todavía podía hacerlo, Almeyda regresó al fútbol y en breve se constituyó en el punto de referencia de un equipo precario que agradece su presencia.

Pese a que en los últimos cuatro años estuvo alejado del fútbol profesional - período en el cual no se entrenó y sólo despuntó el vicio en un fugaz paso por el ascenso en Fénix y en el Showbol (fútbol de salón) y el Super 8 (torneo de veteranos), ambos con mucho más de marketing que de competencia-, a no haber hecho pretemporada por hacer su regreso con el campeonato empezado y a su condición de fumador (vicio que, reveló, lo acompañó toda su carrera), Almeyda presenta una condición física incluso superior a la de varios de sus jóvenes compañeros. Se trata, sin dudas, de un físico genéticamente privilegiado.

A esa condición natural se agrega un gran profesionalismo. Reconoció que en esta última etapa de su carrera se maneja con una disciplina superior a la de sus años de esplendor; sin escatimar horas de descanso, alejado de actividades incompatibles con el deporte de alto rendimiento y muy cuidadoso en las comidas, aunque sin abandonar el tabaco. Su dedicación al entrenamiento, su discurso sin lugares comunes y sus destacadas actuaciones lo hacen un referente para sus compañeros y un ejemplo para los más juveniles, además de generar el continuo reconocimiento de la parcialidad millonaria.

Su inmediata adaptación pese a la prolongada ausencia bien puede tomarse como un síntoma de la medianía de nuestro fútbol, aunque este análisis encuentra su contrapunto en el logro de ser el futbolista más destacado de un equipo en serias dificultades y con la presión de que esa densa realidad se viva en un club del peso de River, circunstancia esta en la que es más difícil el destaque.

Con su jerarquía y su innata condición atlética, si se siente a gusto en su nueva ubicación en el centro de la defensa, sitio en el que evita el desgaste de su natural posición de número 5, es absolutamente factible que Almeyda le agregue a gran carrera dos o tres temporadas más.
(Foto:Canchallena.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 26 de octubre de 2009

Racing se aferra a un golpe de efecto

Los malos rendimientos, la ausencia de victorias superada la mitad del torneo y el bajo promedio que ahorca no configuran un problema circunstancial para Racing. Contrariamente, la coyuntura ha estado ligada al éxito, al campeonato conseguido en 2001 y a un pequeño puñado más de buenas campañas. Los trastornos de la institución de Avellaneda son hondamente estructurales y llevan más de tres décadas. A lo largo de todo ese período la política de continuidad ha sido colocar parche sobre parche sin atender jamás a las cuestiones de fondo. El remiendo que ahora propone la Comisión Directiva encabezada por Rodolfo Molina es nada menos que la contratación como técnico de Lothar Matthäus, una apuesta de enorme riego en la que se vislumbra un perfil claramente vinculado a la exposición masiva en detrimento de un proyecto futbolístico pleno.

El anuncio de su llegada por parte del presidente del club fue sin dudas un fuerte cimbronazo por tratarse de un hombre muy reconocido en la historia del fútbol mundial. Surgido en las divisiones inferiores del Borussia Mönchengladbaches, es el jugador con más presencias mundialistas en la historia, con 25 partidos en las cinco ediciones de la Copa del Mundo en las que participó entre 1982 y 1998. Su momento sublime fue en Italia 90, cuando como capitán la selección alemana (en al cual ostenta el record de asistencias, con 150) alzó el trofeo más deseado, luego de derrotar en la final a Argentina. Pero su carrera como entrenador ha sido hasta aquí muy menor. Dirigió en Austria al Rapid Viena y el Salzburgo, al Partizan serbio, a la selección de Hungría, tuvo un brevísimo paso por el fútbol brasileño en el Atlético Paranaense y recientemente condujo en Israel al Maccabi Netanya.

Sin embargo, los mayores interrogantes no se cierran entorno a sus antecedentes como DT. No hablar español y estar permanentemente con un traductor para que les transmita sus ideas a los jugadores es un inconveniente no menor. Mattäus es completamente ajeno al medio argentino; no conoce a los futbolistas ni los equipos y su manera de jugar, aunque lo más dificultoso será que se amolde a la urgencia histérica del futbol argentino y su crónica desorganización. En este sentido, ese carácter devorador se potencia aún más a partir de la caldera que siempre es Racing, a máxima temperatura en este momento particularmente delicado. Tampoco parece factible imaginarlo detenido a observar juveniles para evaluar posibles alternativas. Todo esto sin dejar de lado las implicancias que suele tener adaptarse a un país que resulta extraño. De todos modos, así como el fútbol local le es ajeno a Mattähus, bien se puede recorrer el camino inverso y destacar la ausencia de referencias en cuanto a su trabajo y sus metodologías como entrenador, lo que abre una grieta para encontrarse con una grata sorpresa.

Tras el empate ante Lanús el último fin de semana, Molina llamó a una conferencia de prensa en la cual luego de asegurar que el alemán “es el técnico que necesita Racing para dar un salto de calidad" pregonó que se trata de “un proyecto para ubicar a Racing en el mercado mundial". Así, Mattähus implica una estrategia de marketing destinada atraer sponsors y también un “shock anímico”, como reconoció Claudio Yacob, capitán del equipo. Pero la impronta táctica y los caminos a recorrer para intentar una remontada del equipo están ausentes en los discursos de bienvenida. Racing asume un riesgo grande con esta jugada que no pasa desapercibida, se aferra a un golpe de efecto que, otra vez de momento, le entregue cierto sosiego.
(Foto: Sportgate.de)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 19 de octubre de 2009

Ahí viene Boca

La última fecha dejó una mala noticia para el nutrido grupo de equipos que pelean arriba: Boca agarró envión a impulso de triunfos. Los nueve puntos conseguidos en sus últimas tres presentaciones lo hicieron acomodarse con aspiraciones en un torneo de gran paridad, en el cual los primeros ocho equipos están separados en apenas dos puntos. Se trata del resurgir de un equipo parecía no estaría en la lucha por el título y se encontraba atrapado en una serie de problemas que lo tenían paralizado. Varios de esos inconvenientes no desaparecieron, pero otros sí y por eso Boca le apunta ahora al doble adjetivo de clasificarse a la Copa Libertadores, en primer término, y pelear por el campeonato.

Tras la derrota ante Godoy Cruz, en la Bombonera, Alfio Basile había presentado la renuncia, pero lo convencieron de que continuara al frente del plantel. El siguiente fin de semana el verdugo fue Estudiantes, que lo superó con más claridad que la mínima diferencia que estableció el 2 a 1 final. Con tres derrotas en fila, cinco puntos en seis partidos y su técnico debilitado por un amague de partida el panorama para el conjunto xeneixe era sombrío. Pero llegó la remontada. A las tres derrotas siguieron la misma cantidad de triunfos y los cinco puntos se multiplicaron para que esa sea la distancia con el puntero, San Lorenzo.

Cada uno de los triunfos encadenados tuvo distintos matices. El conseguido ante Vélez, que marcó el punto de inflexión, fue una muestra del carácter del equipo, ya que abajo en el marcador, dominado en el trámite del partido y con el zumbido en el oído de las caídas precedentes logró quedarse –seguramente sin merecerlo- con los tres puntos por empuje y el histórico gol de cabeza de Martín Palermo desde 40 metros. Sin su goleador, que preparaba el final feliz para la novela de terror y suspenso que protagonizarían Argentina y Perú por eliminatorias, hubo victoria ante Racing, también luego de ir en desventaja y esta vez con un un tremendo segundo tiempo de Juan Román Riquelme. Ante Tigre, tuvo su mejor rendimiento del semestre; ganaba 2 a 0 y estaba para golear, pero tras el descuento de los de Victoria terminó en apuros y con la angustia de sufrir los minutos finales a la espera del final del encuentro.

La fragilidad defensiva continúa siendo el mayor problema de Boca. Los desacoples de sus centrales, Julio César Cáceres y Gabriel Paletta, y los recurrentes errores de su arquero, Roberto Abbondanzieri, lo hacen un equipo demasiado vulnerable, lo cual se evidencia en el hecho de no haber finalizado ningún partido del torneo sin recibir al menos un gol. Además, lo ajustado del campeonato hace que pese a que lo separan cinco puntos de San Lorenzo está en la mitad de la tabla; es decir, con varios equipos por sobre su posición. Esos son los principales obstáculos que deberá sortear.

El buen aprovechamiento del tiempo sin competencia que implicó la última doble fecha de las eliminatorias ha tenido un gran valor en esta positiva racha. Basile y su cuerpo técnico realizaron una base física para mitigar en parte los inconvenientes de la gira europea antes del inicio de la temporada y trabajaron en doble turno para buscar solucionar los problemas de funcionamiento.

Con la seguridad que dan los triunfos, Boca visitará a River el próximo domingo en el partido que atrae más miradas. Si los dirigidos por Basile logran capitalizar su buen momento y aprovecharse del derrumbe millonario para armar un poker de victorias quedándose con los tres puntos en el superclásico entonces se convertirá, definitivamente, en el candidato más temido.
(Foto: Canchallena.com - Fotobaires)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

jueves, 15 de octubre de 2009

Ya en el Mundial llega el tiempo de repensar

La traumática eliminatoria rumbo a Sudáfrica 2010 finalmente terminó bien para Argentina. La victoria 1 a 0 ante Uruguay, en Montevideo, depositó al equipo nacional en la próxima Copa del Mundo y marcó el final de un camino tormentoso que implicó dos etapas. La primera la condujo Alfio Basile, quien dejó la herencia de un conjunto vacío y una cosecha de puntos escasa en el trayecto más favorable del fixture. Diego Maradona llegó para cambiarle la cara a la albiceleste y lo logró en los primeros amistosos y su debut oficial ante Venezuela. Pero luego el equipo se volatilizó y llegaron tiempos de histeria, de llamado compulsivo de futbolistas y del entonces lógico desmadre del equipo, que comenzó a jugar muy mal.

En el Centenario, Argentina mejoró su imagen fundamentalmente porque ejecutó un plan previamente pensado, con inteligencia de acuerdo a lo que le convenía. Sabía que el empate lo clasificaba en forma directa al Mundial y por eso se paró del otro lado del Río de la Plata dos líneas de cuatro hombres –la última integrada exclusivamente por centrales- y una dupla delantera ágil, compuesta por Gonzalo Higuaín y Lionel Messi, que volvió a tener una actuación demasiado opaca, sin ser siquiera la sobra del crack que deslumbra en el Barcelona. Los buenos relevos defensivos a la hora de retroceder y la tenencia con tranquilidad de la pelota en le medio, desde la garantía que siempre entrega Juan Sebastián Verón y la levantada tras bajas actuaciones de ese gladiador que es Javier Mascherano, fueron los argumentos centrales del equipo.

Claro que esa buena lectura de la conveniencia no dispara el elogio. Porque la Selección manejó el partido y se impuso tácticamente, pero olvidó el arco rival; no salió a ganar el partido sino a esperar. Ausencia de dinamismo y verticalidad, poco desborde por los costados y el centro delantero continuamente de espaldas al arco fueron la cara negativa.

Tras el encuentro, apenas dejó el campo de juego, Maradona encaró a los micrófonos que lo esperaban ansiosos en el camino al vestuario y, seguramente como catarsis ante una situación por demás incómoda, se mostró desencajado y cayó en exabruptos. Más tarde, con tranquilidad, en la conferencia de prensa volvió a utilizar un lenguaje inapropiado en un tramo que será el único recordado. Es inadmisible que quien ocupa ese cargo de privilegio se exprese con groserías. Y es, además, perjudicial para él, siempre en el centro de la escena, ya que con ese dislate le da letra a un sector de la prensa que lo ha fustigado personalmente y no futbolísticamente. Porque las críticas al juego de un equipo que viene haciéndolo mal son propias de la tarea periodística, pero no le falta razón cuando habla de mala intención mediática, con gente que genera siempre irritación e indignación por su malicia. Sin embargo, con sus palabras Maradona elevó a un periodista agrio y se ganó el repudio generalizado. Le fue funcional a los mala leche.

En la victoria hubiese sido bueno que Diego baje decibeles, si lo deseaba sin soslayar enojos, pero con las formas adecuadas. Maradona no es sólo el técnico de la Selección, ni siquiera su figura se limita a ser la más representativa de nuestro fútbol, es el argentino más conocido en el planeta y es doloroso que recorra el mundo una conducta tan reprochable como la que tuvo al enfrentar a los medios.

Hubo tiempo para lo importante. Ante las cámaras, reconoció que debe conversar muchas cosas con Julio Grondona y Carlos Bilardo, con quien protagonizó un muy emocionado abrazo tras el partido que vuelve impensable un enojo entre ambos. No aseguró su presencia en Sudáfrica como técnico de la Selección porque es evidente que hay muchas cuestiones organizativas que no comparte y entiende es imprescindible se revean. Argumentos no le faltan, ya que la AFA en lugar de facilitar su trabajo le puso obstáculos desde un principio, al no permitirle, inexplicablemente, armar su propio cuerpo técnico.

En caso de que decida continuar en su cargo, deberá tomar nota del mal juego del equipo en el último semestre, entender la necesidad de un esquema colectivo en lugar de un vertiginoso cambio de nombres entre un partido y otro, sumar trabajo pese al cansancio de los viajes y recuperar la templanza de sus primeros días como conductor de la Selección, cuando se mostraba sereno y consciente de las formas que requieren el lugar que ocupa.

Argentina ya está en el Mundial de Sudáfrica y en la carrera corta que es una competencia de un mes con un máximo de siete partidos todo es posible. Un grupo accesible y un cruce favorable en octavos de final pueden facilitar la llegada al partido decisivo. Pero la clasificación no debe tapar las evidentes carecias futbolísitcas. Ahora todo debe apuntar a la cita máxima del fútbol, sí, aunque para que las cosas allá salgan bien se impone mirar atrás y tomar nota de los errores cometidos; todos, los de la dirigencia, el técnico y los jugadores.
(Foto: Canchallena.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 12 de octubre de 2009

La leyenda Palermo evitó el naufragio argentino

Los brazos abiertos, el mentón arriba, el torso desnudo, las lágrimas de un pesado cielo fulgurante de rayos bañándolo como a todo el estadio y las propias inundándole los ojos quedarán como una toma más de la fílmica carrera de Martín Palermo. Su agónico gol para decretar la victoria ante Perú, en el Monumental, salvó a la Selección de quedar virtualmente excluida de Sudáfrica 2010.

Argentina volvió a mostrarse como un equipo chiquito, carente de juego asociado, sin un esquema definido, huérfano de variantes ensayadas y perdido en su propio laberinto. La era Maradona desdibujó completamente aquel buen comienzo que había tenido y derivó en este jugar a lo que salga que caracterizó al ciclo de Alfio Basile. Diego heredó un cúmulo de problemas y pese a que en un principio pareció que lograría un nuevo orden terminó por caer en el mismo oscuro pozo futbolístico en el que estaba el equipo cuando lo tomó.

Antes del partido ante Perú, en conferencia de prensa, consultado sobre la decisión de hacer entrenar tan poco al equipo, Maradona aseguró que dado el cansancio con el que llegan los jugadores debe cuidarlos sin exigirlos. Esa receta ha sido perniciosa para el equipo nacional. Siempre lo es la falta de trabajo. Detenerse en cada detalle de un partido, mecanizar movimientos, preparar variantes, tener un juego conceptual y grupal, determinar un esquema y afinar una táctica son pasos indispensables para poner en cancha un equipo que sepa leer la partitura que debe interpretar.

Falla la conducción y decepcionan los rendimientos de varios jugadores. Es evidente que Argentina tiene menos futbolistas diferentes de los que suele asegurarse. Es cierto que se cuenta con el mayor talento del planeta, Lionel Messi, pero salvo él y cuatro o cinco jugadores más el resto milita en equipos de tercer o cuarto orden en el contexto europeo. Sin embargo, Paraguay y Chile (ambos dirigidos por técnicos argentinos, Gerardo Martino y Marcelo Bielsa, respectivamente) con a todas vistas menos material lograron equipos con un funcionamiento mucho mejor que el de Argentina a partir de la identidad colectiva que construyeron.

El triunfo ante los peruanos fue inmerecido de acuerdo a lo expuesto por ambos equipos. Argentina comenzó con clara intención de instalarse en campo rival, pero pasado el primer cuarto de hora los buenos intentos se volatilizaron y reapareció el elenco híbrido, anodino y desorientado que había caído ante Paraguay. En el segundo tiempo, el tempranero gol de Gonzalo Higuaín preveía el inicio de un manejo cómodo del partido, pero sucedió todo lo contrario. El conjunto albiceleste no pudo tener la pelota y los circuitos de pases fueron inexistente. Los dirigidos por José “Chemo” Del Solar le robaron la pelota a Argentina y le hicieron mucho daño. La fortuna y las manos salvadoras de Sergio Romero -la figura- evitaron que Perú diese vuelta el marcador. En medio de un tremendo aguacero, el gol de Rengifo a los 90 minutos de juego, luego de que el conjunto rojo y blanco trasladase con comodidad la pelota por toda la cancha, parecía ahogar a la Selección, condenándola. Pero apareció el hombre de las conquistas novelescas, el que pocos días antes había celebrado sus 200 goles en Primera División con un cabezazo desde 40 metros, para desatar el enloquecido festejo de la victoria que parecía imposible.

La penuria argentina fue ante el peor equipo de las Eliminatorias; el último y quien como visitante había llegado a Buenso Aires con sus ocho partidos perdidos, en los cuales había recibido 24 goles y marcado sólo 2.

Argentina tiene que concentrarse únicamente en lograr la clasificación al Mundial, sea el miércoles en el Centenario de Montevideo o en un posterior repechaje. Debe parir la clasificación tras una dolorosa eliminatoria. Un empate ante Uruguay lo clasificará en forma directa a Sudáfrica, salvo la muy improbable alternativa de que Ecuador le gane a Chile, en Santiago, por cinco goles de diferencia. La ventaja de contar con dos de los tres resultados posibles incrementa las posibilidades de conseguir el objetivo y permite la especulación, aunque peligrosa. Gracias a un milagro más del inagotable Palermo la Selección, pese a su ausencia de juego, está más cerca de hacer lo que debe: anotarse en la próxima Copa del Mundo. Una vez con los pasajes en el bolsillo habrá que hacer un replanteo profundo en relación al maltrecho andar que, con distintos matices, Argentina lleva hace más de tres años.
(Foto: Canchallena.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 5 de octubre de 2009

Independiente y San Lorenzo, dos que se agrandan

Después de un arranque de torneo con los cinco grandes a los tropiezos y sin asomarse a la primera mitad de la tabla, en la séptima fecha Independiente y San Lorenzo lograron dos victorias que, sumadas a la falta de triunfos de Estudiantes, Banfield y Vélez, les permitieron quedar a sólo tres puntos de la cima de la tabla de posiciones poniéndolos en carrera cuando el certamen se acerca a su meridiano.

La conquista del clásico ante Racing y el posterior triunfo frente a Tigre marcaron el contorno del Independiente que Américo Gallego, su técnico, pretende. Ahora el Rojo buscará llenar su figura con el juego y los resultados que le permitan estar arriba y, después de varios torneos, dar pelea por el título. Un equipo que ya no se muestra tan descompensado, con presencia en el fondo, equilibrio en el medio y dos delanteros, Néstor Silvera y Darío Gadín, siempre peligrosos, presenta los argumentos para aspirar a la consagración que anhela su gente.

Por su parte, San Lorenzo dejó de lado su versión de equipo nervioso y supo capitalizar los errores de un River desbandado para quedarse con tres puntos que lo dejan, también, a tiro de la punta. El Ciclón es otro que parece haber encontrado el camino de la identidad que busca su entrenador. Es, además, junto con Argentinos y Banfield, uno de los invictos que le quedan al Apertura. Al conformar un conjunto con mayoría de suplentes para enfrentar a Tigre, de modo tal de reservar de su plantel para la revancha ante Cienciano por la Copa Sudamericana, Diego Simeone había mostrado cuál será la prioridad del equipo en lo que queda de 2009. Sin embargo, ganar en Victoria, avanzar de fase en Cuzco y derrotar a los Millonarios pusieron a San Lorenzo otra vez como protagonista en los dos frentes, la contienda internacional y campeonato doméstico.

Diablos y Santos dieron el último fin de semana una muestra de carácter al revertir resultados adversos. Independiente perdía 1 a 0 con el gran gol de Carlos Luna y lo dio vuelta con tantos de Walter Acevedo y Carlos Matheu, mientras que San Lorenzo también ganó 2 a 1 después de ir abajo en el marcador con los gritos de Leandro Romagnoli, de penal, y Bernardo Romeo. Sobreponerse a una derrota parcial para hacerla triunfo refuerza la confianza de un equipo desde la seguridad en sus condiciones futbolísticas.

En un torneo que parecía no tendría protagonismo de los equipos más tradicionales, Independiente y San Lorenzo se plantan para hacer que el Apertura sea también cosa de grandes.
(Foto: Desanlorenzo.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 28 de septiembre de 2009

Basile y un cambio que no llegará

Afuera de la lucha por el campeonato, a Boca le quedan 13 fechas para lograr la quimera de clasificarse a la próxima edición de la Copa Libertadores, porque con las actuales pobres producciones y a partir de la cantidad de puntos que necesita sumar imaginarse en el principal certamen continental se presenta como una empresa inalcanzable. Para revertir este presente se impone un cambio que, por la forma de pensar de su entrenador, difícilmente se dará.

Alfio Basile descansa en la impronta de los futbolistas y no cree en un colectivo que mecanice movimientos; por eso no acumula horas de trabajo y programa breves prácticas vespertinas, sin doble turno. Desestima el aporte que pueden significar futbolistas juveniles (lo que implica una descapitalización para la institución) o con poca experiencia y no buscará soluciones en la Reserva o la Cuarta División. Otra de sus máximas, reflejada en la habitual declaración sobre su apego a tener un once de memoria, es que siempre, bajo cualquier circunstancia, hay que bancar a los jugadores y no se los puede quemar sacándolos.

El Coco no siempre pesó así. Cuando a principios de la década del 90 se hizo cargo de la dirección técnica de la Selección entendió que se imponía un recambio generacional y armó un conjunto casi juvenil, repleto de caras nuevas con la celeste y blanca, que desplegó un fútbol colectivo, vertical, atractivo y ganador en el período entre mundiales que separó los campeonatos de Italia y Estados Unidos. En plena Copa América disputada en Chile, en 1991, no dudó en reemplazar a Diego Latorre, diamante de Boca, por Leonardo Rodríguez, quien despegaba en San Lorenzo. Pero los tiempos cambiaron y Basile también. Comenzó a apoyarse en una filosofía de fútbol de café que lo desdibujó como entrenador. La versión como técnico presentada en los últimos 15 años ha sido muy pobre, a excepción del exitoso paréntesis xeneixe 2005-2007.

En Boca el presente es inviable y el futuro próximo imposible con una aglomeración de jugadores con muchos kilómetros recorridos, como Roberto Abbondanzzieri, Hugo Ibarra, Juan Román Riquelme y Martín Palermo. Sebastián Battaglia también podría integrar este grupo sino fuera que su aporte sigue siendo fundamental. Con ventaja desde su documento (aún no tiene 30 años), el mediocampista central es el más regular y mejor jugador de Boca en los últimos dos años.

En el caso de JR y el goleador se agrega el dato para nada menor de sus irreconciliables diferencias y los problemas que esto implica en el seno del plantel. Todos quienes tienen poder de decisión en el club deberán evaluar qué pierde y qué gana el equipo con la permanencia de uno y la salida del otro y actuar en consecuencia, ya que no hay lugar para los dos. Pese a que los exegetas de Basile han ponderado siempre su dominio de las internas de vestuario está claro que no pudo desatar el nudo existente.

Este año es el peor xeneixe en casi ocho décadas de profesionalismo si se toma como parámetro el porcentaje de puntos obtenidos. Basile no es el único culpable. Varios jugadores arrastran rendimientos muy bajos y algunos agregan, además, poco compromiso ante la adversidad. A eso se suma una prestación física muy mejorable por el desgaste que implicó la gira europea que censuró la pretemporada. Esa necesidad económica de recaudar en el Viejo Continente pagará un interés muy alto, ya que costará privarse de los ingresos por participar de la Copa Libertadores y el prestigio deportivo de no estar en el campeonato del que disputó cinco de las últimas diez finales, ganándolas en cuatro oportunidades.

Ese tour en el invierno boreal es parte de las culpas que le caben a la dirigencia, liderada por el presidente Jorge Amor Ameal, y la gerencia, a cargo del manager Carlos Bianchi. Antes, ambas partes le habían negado a Carlos Ischia la posibilidad de reforzar el equipo, también fueron responsables de que el club perdiera a un gran arquero como Mauricio Caranta, a comienzos de la presente temporada esquivaron la responsabilidad de abrir la puerta de salida a glorias con mucho más pretérito que presente y, finalmente, eligieron un entrenador que no era el indicado para la coyuntura, aún pidiéndole que siga tras presentar su renuncia.

Porque luego de la derrota como local ante Godoy Cruz Basile había entendido que no podía encontrar las respuestas que buscaba. Sin embargo, allegados y dirigentes le hicieron rever su postura. Malos rendimientos y un pequeño puñado de puntos habían ensombrecidoa Basile y el hecho de renunciar y luego aceptar seguir debilitó aún más su posición.

Para revertir la incómoda actualidad el ex seleccionador nacional debería cambiar sus formas y abandonar sus códigos para trabajar más y mejor y prescindir de algunos de los monstruos sagrados que habitan en el plantel boquense. A esta altura de su vida, Basile no lo hará y así será muy difícil que Boca logre terminar este año de otra forma que no sea mal.
(Foto: Ellitoral.com - AFP)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 21 de septiembre de 2009

Goces y padecimientos

Los breves torneos argentinos hacen que cinco fechas se vuelvan un mojón pertinente para aventurar qué es lo que puede suceder en la recta final, proyectar cuáles son los equipos que hasta último momento pujarán por la obtención del Apertura 2009. Con más de un cuarto del campeonato ya jugado, dos realidades y dos sorpresas se encaraman en los primeros lugares de la tabla de posiciones.

A nadie puede sorprender que Estudiantes, monarca de América, y Vélez, vigente campeón del torneo argentino, aparezcan en los primeros lugares. Se trata de los dos mejores equipos del país y de instituciones manejadas con responsabilidad, coherencia y visión de futuro desde hace mucho tiempo. Con 13 puntos, el conjunto platense en uno de los líderes, mientras que el elenco fortinero es escolta con 11. Son, sin dudas, los principales candidatos al título.

La mayor revelación de lo que se lleva disputado del torneo Apertura es Rosario Central. Dirigido por un hombre de la casa, sin enmarcados pergaminos como entrenador, Ariel Cuffaro Russo, los Canallas se ubican en lo más alto junto con Estudiantes. Con un equipo juvenil de talentos propios el conjunto rosarino ganó los primeros cuatro partidos al hilo en base a una entrega total innegociable, audacia y un libreto bien definido.

En la misma línea que Vélez se encuentra Banfiled. El equipo de Julio César Falcioni era, para muchos, uno de los principales candidatos a ser el tapado del torneo. Y hasta acá está dando la talla. La firme estructura táctica elaborada por uno de los técnicos que más y mejor trabaja y la que muy probablemente sea la mejor dupla de ataque del fútbol argentino, compuesta por los uruguayos Santiago Silva y Sebastián Fernández, son las principales banderas del Taladro, que, al igual que Central, tiene sólo dos goles en contra y mantuvo su arco en cero en tres de los cinco partidos que disputó.

Los tradicionales grandes están fuera de carrera. Con ocho equipos por delante y a 6 puntos de los líderes, Independiente y San Lorenzo son los que primero asoman. El Rojo es un conjunto muy irregular y el Ciclón parece perdido en un búsqueda sin norte en la que se manifiesta el nerviosismo que Diego Simeone ha mostrado desde que dejó de ser DT de Estudiantes.

Boca y River, con 5 y 4 unidades respectivamente, no tienen argumentos para pelearle a los que hoy están arriba y las crisis que ambos atraviesan agigantan todavía más la distancia. Con un plantel descompensado en su conformación y una interna candente, Alfio Basile asumió un desafío al que no le aportó el trabajo de campo necesario ni pudo hacer gala de su afamado manejo del vestuario. Tras la derrota del último fin de semana 3 a 2 ante Godoy Cruz, en la Bombonera, renunció a su cargo, pero la dirigencia lo convenció de seguir. Así, a sólo dos meses de asumir el cargo, el ex seleccionador nacional no hizo más que debilitarse y la retractación de la partida se convierte en la dilación del final por él mismo ya sentenciado.

En River, Néstor Gorosito sabe que sus días en el banco millonario tienen pronta fecha de vencimiento. En 10 meses al mando, Pipo jamás logró hacer funcionar a su equipo como tal. Aunque la situación de River, a diferencia de la de Boca, es fuertemente estructural a partir de la peor depresión institucional y deportiva de la historia del club, generada por la más nefasta conducción que jamás haya tenido.

Por su parte, Racing, también con cuatro puntos, pero sin triunfos y con apenas 2 goles a favor (uno de penal), poco tardó en ver que su andar pasará, como en las últimas dos temporadas, por la pelea de mantenerse en la máxima categoría del fútbol argentino.

Detrás de Estudiantes, Central, Vélez y Banfield aparecen Newell´s (a tres puntos de los primeros) y Argentinos Juniors (a dos). Hasta aquí, sólo los dirigidos por Roberto Sensini conocieron la derrota; los demás marchan invictos. Por rendimientos y resultados, estos seis equipos disfrutan del sueño de llegar al objetivo máximo, mientras los grandes, cada uno con sus problemas, sufren un torneo que desearían terminase lo antes posible.
(Foto: Canchallena.com - Telam)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 14 de septiembre de 2009

El deterioro propio de un proceso de involución

Ningún gran equipo se constituye como tal dentro de la cancha. El germen estará siempre en la idea del entrenador y el trabajo y los recursos que emplee para lograr que en el campo de juego se plasme esa concepción. Planificación, corrección, voz de mando, poder de convencimiento, sagacidad en la elección de los futbolistas, comunión colectiva con un proceso y aprovechamiento integral del poco tiempo que se tiene a los jugadores son los principales lineamientos que debe seguir un técnico nacional.

El declive de la Selección comenzó hace exactamente 5 años, el 14 de septiembre de 2004, cuando Marcelo Bielsa renunció a la dirección técnica. José Pekerman, de muy endeble liderazgo grupal, ocupó su lugar en un ciclo que significó un retroceso respecto del anterior. Llegó al Mundial de 2006 gracias a haber tomado el equipo virtualmente clasificado y para viajar a Alemania elaboró una lista que no contaba con marcadores laterales pese a que su esquema táctico era con línea de cuatro hombres en el fondo y tenía sobrepoblación de delanteros en detrimento de los mediocampistas. El segundo ciclo de Alfio Basile, tras aquel muy valorable de la primera mitad de la década del 90, implicó continuar el descenso: otra vez quien llegaba era menos que su antecesor. Desprecio por el trabajo táctico, improvisación, falta de planificación y refugio en las cábalas fueron las pautas de un proceso que solamente dejó problemas.

Es justo señalar que el listón era demasiado alto, y los entrenadores que siguieron a Bielsa estaban absolutamente en otra escala. Es muy difícil superar a un hombre de tal sabiduría, con una contracción al trabajo ejemplar y una excepcional capacidad para transmitir conceptos a los jugadores de modo tal que éstos asuman un genuino compromiso y una identificación absoluta con el proyecto.

En los análisis miopes que buscan con lineal sencillismo derribar cuestiones conceptuales desde un argumento que se pretende demoledor se le espetará a Bielsa el fracaso y la desilusión que significó la Copa del Mundo disputada en Corea y Japón. Tan cierto es que el Mundial es el momento cumbre, como que se trata de una competencia corta de siete partidos en que la suerte y las relaciones públicas pueden posibilitar al menos cuatro rivales menores. Argentina no llegó a tierras asiáticas como principal candidato al título de modo antojadizo, sino por lo que demostró en los años previos, cuando fue considerado universalmente como el mejor equipo del mundo, en un reconocimiento que no tiene trofeo.

La corrosión del seleccionado mayor tuvo su correlato en los equipos juveniles. Las salidas de Pekerman y Hugo Tocalli, líder y lugarteniente, respectivamente, del proceso más exitoso en la historia de fútbol argentino de menores significaron también un evidente retroceso. La enorme valía de aquel ciclo estuvo dada no sólo por las copas alzadas, sino por un fantástico trabajo de formación de jugadores que más tarde constituyeron un aporte esencial y masivo a la mayor.

Diego Maradona recibió un Seleccionado en problemas, con una flojísima cosecha de puntos en los partidos más accesibles de las Eliminatorias. Las derrotas en la altura de La Paz y Quito, y las recientes caídas ante Brasil y Paraguay, en Asunción, no fueron impensadas. Eran partidos perdibles. Pero el cómo sí fue preocupante, tanto en el histórico resultado ante Bolivia, como en la chatura ante los pentacampeones mundiales (a excepción de los primeros 20 minutos) y la alarmante apatía frente el conjunto paraguayo.

Una cuestión que no puede soslayarse es que Argentina no tiene la gran cantidad de buenos jugadores que se ha instalado ostenta. Estas carencias se ven sobre todo en los costados y la punta de ataque: no hay jugadores por los laterales, en defensa y en el medio campo, que marquen diferencias, ni un golpeador de estirpe para ser el compañero de Lionel Messi, el más desequilibrante talento.

La falta de carácter y rebeldía de muchos jugadores no es responsabilidad de Maradona. Sí lo son la ausencia de sostén táctico, la insistencia con fórmulas de ataque que no han dado resultados, la innecesaria rotación de arqueros y el inadmisible hecho de que el equipo se haya entrenado apenas tres horas en los tres días que separaron los choques ante el Scratch y el elenco guaraní.

Al parecer, Diego prepara un volantazo con una depuración del plantel que se impone. Por haberlo jugado mejor que nadie, su conocimiento del fútbol no puede ser puesto en discusión. Trabajar integralmente con mayor dedicación en una idea de juego determinada y lograr un manifiesto compromiso de los jugadores que elija garantizarán solucionar lo urgente, la clasificación al Mundial. Lo importante, que es que la Selección recupere la estirpe que perdió hace cinco años será una empresa harto compleja.
(Foto: Futbolred.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 7 de septiembre de 2009

Argentina, perdida en su propio laberinto

Las luces de alarma continúan encendidas en el Seleccionado y no aparecen las soluciones para desactivar el peligro. Lo bueno que el equipo había mostrado en la derrota ante Ecuador se esfumó, y frente Brasil reaparecieron la desarticulación grupal y el fracaso individual. Así, la clasificación de Argentina al Mundial de Sudáfrica aparece comprometida. Porque se insiste con fórmulas que no han dado buenos resultados, persisten falencias que no logran ser resueltas y pesa negativamente la urgencia por la reivindicación.

Argentina es un equipo de esqueleto flaco al carecer de una estructura colectiva, punto de partida de cualquier gran equipo. Contar con quien está cómodamente ubicado en el podio de los mejores jugadores del mundo y perderlo en la reiteración de vanos intentos individuales es la consecuencia. Maradona deberá asumir definitivamente que los roles son más importantes que los nombres. Lionel Messi, Carlos Tévez y Sergio Agüero cumplen prácticamente la misma función; sólo hay lugar para uno de ellos entre los que inician un partido y es evidente para quién debe ser. Se impone, además, jugar con un centrodelantero goleador; no se puede prescindir de un hombre con instinto de área y que viva del gol.

El fútbol actual en su máximo nivel internacional exige una aptitud física de elite en cada uno de los integrantes del plantel de un seleccionado. Así como es necesario disponer de jugadores veloces en un equipo, buscar otros que tengan una contextura que imponga presencia por su altura es también un requerimiento.

El desborde y el centro constituyen un recurso de manual, básico y siempre vigente. Se trata de una variante que toma todavía más importancia cuando el marcador es adverso. Sin un clásico número nueve ni jugadores de importante talla, un centro -ya sea con pelota parada o por elaboración de jugada- es hoy una amable invitación del conjunto nacional a los defensores rivales para que alejen el peligro de su arco sin mayores contratiempos.

Hay cuestiones que atañen únicamente a los jugadores y eximen al entrenador. Que el gol de Luisao -el primero del partido y el que quiebra su trámite- sea una inadmisible desatención de Sebastián Domínguez o Gabriel Heinze, el que fuese responsable de tomarlo (ambos se fueron detrás de Lucio y dejaron absolutamente libre al otro zaguero), remite exclusimente al orden de los futbolistas. Siete minutos más tarde, el segundo tanto brasileño llegó tras dos rebotes que fueron perseguidos por los de amarillo y observados pasivamente por los de celeste y blanco en una falta de reacción y carácter que tampoco puede ser adjudicada al técnico. La rebeldía y la lucha por revertir encuentro desfavorable deben nacer de quienes ingresan al campo de juego.

Argentina había tenido un buen arranque, con un manejo de pelota de mucho dinamismo y seguridad. Antes de cumplirse el primer minuto elaboró una jugada que tuvo un furtivo ataque a fondo. Ese arranque prometedor tuvo otro fogonazo cuando Messi sacó un fuerte disparo en la boca del área que se fue desviado, pero lo hecho en el primer cuarto de hora no encontraría correspondencia en el resto del encuentro.

No se puede dejar de señalar el tamaño dell oponente. Enfrente había un rival superior en todos los aspectos: juego, físico, actitud, aptitud, carácter, orden e inteligencia. La victoria del sólido, prolijo y lúcido conjunto dirigido por Dunga fue inobjetable. La cara de impotencia y preocupación de Maradona una síntesis del desconcierto argentino.

La Selección volvió a perder como local por Eliminatorias tras exactamente 16 años: el 5 de septiembre de 1993 había sido goleado por Colombia 5 a 0, en el Monumental, y obligado a penar en el repechaje ante Australia para estar en el Mundial de Estados Unidos. Esta caída ante Brasil no tiene ese costo. Restan aún tres partidos y las derrotas de Uruguay y Ecuador antes de que comenzase el partido en el Gigante de Arroyito le aseguraban al conjunto nacional mantener la cuarta colocación (última plaza de clasificación directa) independientemente de una derrota.

De los tres partidos que le quedan a Argentina dos son de pronóstico absolutamente reservado. Con la cara aún roja por el cachetazo brasileño habrá que ir a Asunción para enfrentar al siempre complicado Paraguay, escolta del Scratch junto a Chile, y en la última fecha la excursión será a Montevideo para disputar el clásico ante Uruguay, quien también pude llegar a esa instancia con la imperiosa necesidad de una victoria. Entre amabas presentaciones de visitante, llegará Perú, último en la tabla de posiciones.

Argentina navega en la intrascendencia futbolística y para hacer desaparecer esa hibridez será necesario que Maradona revea el plan de juego y la conformación del equipo, en tanto que los jugadores deben asumir cabalmente lo que significa jugar con la camiseta celeste y blanca.
(Foto: Canchallena.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 31 de agosto de 2009

Gorosito debe atender su parte

Los problemas futbolísticos de River exceden a Néstor Gorosito, técnico del equipo. Si dejase su cargo, las cosas seguirían su curso actual. La debacle deportiva que lleva más de un lustro en la entidad millonaria encuentra su principal causa y explicación en la conducción dirigencial liderada por José María Aguilar. Bajo su mando, River tuvo la peor caída institucional y deportiva de su historia. Aguilar significó la mayor descapitacilización en la historia de uno de los clubes más importantes de Argentina.

Sin embargo, Gorosito sí debe responsabilizarse de la parte que le toca como entrenador de acuerdo al material del que dispone. Un apropiado dispositivo táctico, los reflejos necesarios para intentar cambiar el rumbo de un partido, mecanizar movimientos para reducir espacios en defensa y abrirlos en ataque son puntos esenciales en su tarea, que no encontrarán coartada en la realidad de un plantel de una pobreza franciscana para lo que River significa.

Tras dos derrotas, una en el debut en la Copa Sudamericana (ante Lanús) y otra en el primera fecha del Apertura (ante Banfield), River logró ayer su primera victoria de la temporada. Fue por 4 a 3 ante Chacarita, gracias a un agónico gran gol de Ariel Ortega y sin merecer quedarse con los tres puntos, fundamentalmente porque la derrota fue un castigo injusto para el conjunto de San Martín. Lo concreto es que el triunfo desactivó la caldera en la que se hubiese transformado el Monumental.

En la caída ante Banfield, Pipo había dejado en el banco de suplentes a Diego Buonanotte, seguramente el mejor jugador del plantel. Lo hizo para no relegar a ninguno de los dos monstruos sagrados de la actualidad riverplatense, Marcelo Gallargo y Ortega. Ante Chacarita optó por incluirlo junto a ambos mundialistas, lo que implicó un equipo descompensado. Sumado esto a los graves problemas defensivos, River deambuló por muchos momentos ante un equipo que salió a jugarle sin ningún complejo de inferioridad. Pero encontró la llave de la victoria en los últimos 20 minutos cuando su capitán fue sustituido.

Un equipo con Gallardo y Ortega juntos en cancha se vuelve inconsistente, dado que ambos se encuentran en los últimos pasos de sus carreras. Se necesita una estructura que contenga a los dos ídolos, en lugar de depender de ellos. Gorosito deberá tomar las decisiones que su cargo implica y que la situación reclama. No hay lugar para el Muñeco y el Burrito. Esa realidad puede implicar problemas de convivencia o insultos desde la tribuna, circunstancias que el entrenador tiene que manejar. Otra cuestión que también le compete es, en lugar de apañarlo, obligar a Cristian Fabbiani a decidirse entre ser un futbolista profesional de elite o una estrella de la farándula vernácula; ambas vidas son incompatibles.

Tentado por el cartel y lo que siempre implicará River, Gorosito dejó Argentinos Juniors para embarcarse en una empresa complicada, ya que llegó cuando Aguilar, en sus últimos pasos, estaba absolutamente desenmascarado. Aceptado el desafío, ahora tendrá que tener el pulso firme para proceder de acuerdo a las necesidades, aunque los problemas de River lo encuentran muy atrás en el listado de los responsables de esta realidad del club.
(Foto: Infobae.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 24 de agosto de 2009

Con su nuevo esquema de TV, volvió el fútbol

El torneo Apertura 2009 se puso en marcha con su nueva política mediática. Las transmisiones mostraron la misma muy buena calidad que cuando los partidos llegaban por la señal de cable TyC Sports y su hermana codificada TyC Max. Seguramente Canal 7 contrató a la misma empresa que, tercerizada por quienes tenían los derechos, se encargaba de generar las imágenes. Así, con la misma tecnología y los mismos recursos humanos (camarógrafos, sonidistas, directores, etc), logró mantener muy similares estándares y enriqueció la televisación de los partidos al no escamotear repeticiones, algo que antes se hacía reservándolas para el programa Fútbol de Primera, que tenía la exclusividad de las alternativas de los encuentros. Aunque algunas jugadas polémicas merecían aún más reiteraciones. Asimismo, los duplex con América y Canal 9 evidenciaron la antigüedad de los trasmisores de la emisora de Figueroa Alcorta y Tagle, que mostraban una imagen más apagada que la de los canales privados que toman la señal.

Periodísticamente hubo prolijidad, sin la estridencia y el sensacionalismo que eran habituales en las producciones de Torneos y Competencias. Profesionales con experiencia en relatos televisivos, comentaristas con pesado recorrido radial y ex futbolistas protagonizaron buenas narraciones. También hubo malos relatos y comentarios básicos, que se limitan a describir lo que se veía sin profundizar en análisis tácticos. Pero vale señalar que se trató de las primeras emisiones, hechas muy de apuro, y es esperable que mejoren próximamente.

El anteriormente mencionado programa Fútbol de Primera se mantuvo en la grilla de Canal 13 el domingo a las 22. Obligado a reinventarse por no tener ya el monopolio de las imágenes, presentó un formato con preeminencia periodística por sobre las instancias de los encuentros, con móviles, entrevistas y análisis de jugadas. Con estos cambios buscará mantenerse como el programa futbolístico por excelencia. Ingenio, capacidad y profesionalismo es lo que se impone para quienes encaren un resumen de la fecha. Para evitar la saturación y no quitarle audiencia a las transmisiones en directo (dado el costo que implicaron), las imágenes de un partido no deberían poder ser reproducidas hasta una vez finalizado el encuentro, o incluso hasta una hora después del pitazo final.

Sin dudas, esta nueva forma de transmitir los partidos implica una democratización del fútbol, que es parte de la cultura argentina y el principal divertimento de la mayoría de la sociedad en sus momentos de ocio. Pero se necesita más. Se impone que Canal 7 coloque las repetidoras necesarias para que el fútbol de Primera División sea visto en directo de forma gratuita en todo el país y no sólo en Capital, Gran Buenos Aires y unos pocos lugares más. También sería saludable que se permita a los canales que tomen la señal oficial contar con sus propios periodistas; se evitará así el discurso único que reinó en los tiempos de TyC y se pondrán escuchar distintos estilos en las narraciones y diversos pareceres en lo que refiera a cuestiones tácticas, polémicas arbitrales y aspectos organizativos.

Que no haya simultaneidad de partidos no parece lo mejor. El anuncio del vínculo entre el Gobierno y la AFA apuntó a que el fútbol llegue a más gente, algo que sí se logra. Pero también se resaltó el aspecto cultural del deporte más consumido y en este sentido sería bueno que el grueso de la fecha se dispute, como antes, en la tarde del domingo, espacio histórico del fútbol de Primera. No hay necesidad de que todos los partidos sean transmitidos en directo, algo que, además, perjudica a las categorías de ascenso y ligas del interior.

Al margen de las formas de mostrarlo y contarlo, lo más importante es que se inició una nueva temporada del fútbol argentino. El juego es el elemento excluyente para todo lo demás. River dio nuevas muestras de una decadencia futbolística que lleva años y es producto de la peor conducción dirigencial de su historia. Este equipo de Huracán, desmantelado por la ida de muchos futbolistas que eran titulares, es un pariente muy lejano de aquel que peleó el campeonato hasta la última fecha del pasado certamen. Central emprenderá la dura empresa de evitar el descenso con chicos de la casa: 9 de los 11 titulares que le ganaron a Racing surgieron de sus inferiores y tienen menos de 23 años. Vélez, Estudiantes y Lanús, los tres vencedores en condición de visitante en su estreno, ratificaron que cada uno mantiene su estilo definido y sus argumentos para disputar el título. San Lorenzo volvió a exhibirse como una potencia alterada: un equipo con muy buenos recursos, pero constantemente al borde de un ataque de nervios. Boca mostró que necesita amalgamarse más como equipo, pero también que en una ráfaga puede resolver un partido. Todos los equipos mostraron sus primeras cartas, con el correr del torneo se verá para qué está cada uno.
(Foto: Lanacion.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com