jueves, 20 de diciembre de 2007

Artilugios mafiosos

El ejército monopólico que se adueñó del fútbol argentino todo lo arrasa. Esa conjunción, ese bloque, entre la máxima jerarquía dirigencial y los medios de prensa más poderosos -por ser los más consumidos- establece una Verdad Unívoca, que lo es por ser aceptada por la mayoría. Esa mirada unidireccional no ha hecho más que producir una herida demasiado profunda en un fútbol rico por naturaleza propia, al asestar un golpe de muerte en el periodismo deportivo argentino. Predomina de este modo una prensa que, en su amplia mayoría, contradiciendo la esencia de la profesión, se ha convertido en aduladora y vocera del manejo afista que lleva ya casi 30 años. Así, desde esos medios, los hombres más preparados de ese entramado empresa periodista-poder dirigente se han dedicado a utilizar sus virtudes para defender a la peor calaña. El resto es elenco, las más de las veces con condiciones lamentables para la responsabilidad que implica expresarse para una audiencia, sea cual sea.

Panzeri, Ardizzone, Frascara, Fioravanti, Ardigó y tantos otros maestros del periodismo deportivo cultivaron una independencia de criterios con respecto al poder, una defensa del lenguaje y una pasión que hoy se encuentra a cuentagotas y, por supuesto, fuera del establishment del monopolio.

Luego de una década de trabajar en el canal de cable TyC, el periodista Román Iucht fue separado del staff de profesionales de la señal. Seguramente no habrá pasado desapercibido el hecho de integrar desde hace más de 15 años el equipo deportivo liderado por Víctor Hugo Morales, bastión de la lucha contra una AFA podrida y un periodismo chato, chabacano y al servicio de los que tienen la sartén por el mango. Pero el detonante para la salida de Iucht fue, seguramente, aquel entredicho con Alfio Basile, entrenador de la selección nacional. El propio periodista señaló en el programa Competencia de Radio Continental, del cual es parte, que la directiva para la determinación que se toma con él bajó desde la calle Viamonte.

Podrán verse contradicciones en el hecho de trabajar simultáneamente para uno de los medios defensores del statu quo y otro en la antípoda ideológica. O se puede recorrer un camino que indique que Iucht prestaba en la señal de cable sus muy buenas capacidades como analista del juego, pero que nunca se pasó al bando de los obsecuentes. Y ese no alineamiento, esa resistencia al adoctrinamiento, ese fino trabajo de encontrar las fisuras de un bloque homogéneo y hegemónico es el que finalmente le cuesta su lugar. Muy fácil hubiera sido para él, en tantos años, correrse cada vez más de la resistencia encabezada por Víctor Hugo y refugiarse en el blindado fuerte de los medios oficiales. No lo hizo, seguramente por sus principios personales y profesionales, y por eso hoy pierde un ingreso que debe ser muy importante. Una actitud por demás loable en tiempos de mercaderes mediáticos.

Pero la circunstancia a partir de la cual el canal deportivo decide prescindir de Iucht es apenas una muestra del modo de manejarse de la maquinaria que se quedó con nuestro fútbol. La actitud es un advertencia para quienes osen recorrer un camino similar y es una demostración de poder. Por su esencia y su fin, el periodismo nunca debería ser oficialista, porque su misión es dar a conocer aquellas cuestiones que los dueños del circo se ocupan en ocultar.
(Foto: Argenress.info)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 18 de diciembre de 2007

Perder antes de jugar

La final del Mundial de Clubes organizado por la FIFA marcó la victoria sin atenuantes del Milan sobre Boca 4 a 2 en el imponente estadio de Yokohama. El conjunto italiano demostró en cancha lo que se sabía en la previa, que era más que este Boca que en último semestre nunca logró encontrar un rendimiento acorde al muy buen material del que dispuso. Si bien el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo disputó un buen primer tiempo, con presión y profundidad para preocupar mucho a su rival, el complemento estuvo dominado por la contundencia y el manejo preciso de las figuras del rossonero. Así, los de Carlo Ancelotti festejaron con merecimiento.

Pero las diferencias futbolísticas son una parte de la explicación para encontrar los motivos de la derrota del representativo sudamericano en el certamen intercontinental. Porque pese a las desigualdades de jerarquía entre Milan y Boca, fue la actitud de la propia dirigencia xeneixe la que obró de modo tal que el equipo se viera afectado antes de que comenzase a rodar la pelota en el frío nipón. Lo hizo cuando generó una situación muy lejana a lo ideal al poner en jaque al DT antes de viajar, al no incluir a Riquelme en la lista y al llevarlo de todos modos a Japón.

Todo lo que se puede hacer para debilitar a un equipo desde su conducción lo hizo el flamante presidente de Boca, Pedro Pompillo, en la víspera del desafío más importante en el segundo semestre de este 2007 al poner en duda la continuidad de Russo al frente del equipo. Rápido de reflejos, como siempre, Diego Maradona apareció entonces en una práctica del equipo en Casa Amarilla para brindarle su apoyo al cuerpo técnico encabezado por el ex jugador de Estudiantes de La Plata. Es cierto que desde su llegada desde Vélez, el técnico no logró armar un equipo sustentado en una identidad propia y tampoco acaparó la simpatía de los hinchas. Es imposible omitir que ganó la Copa Libertadores, pero en dicho torneo claramente fue mayor la influencia de un Juan Román Riquelme en un nivel altísimo que la suya como entrenador. Pese a todo, es indudable que Pompillo eligió el peor momento para tratar el tema del alejamiento o la renovación del contrato de Russo.

A propósito de Riquelme, la Comisión Directiva de Boca tuvo como máximo objetivo político desde julio la vuelta de JR, pese a lo cual no lo incluyó en la lista para el Mundial de Clubes. Tal vez se les pasó por estar muy abocados a la autorreferencial fiesta de despedida de Mauricio Macri. Un error gravísimo, que la dirigencia boquense buscó subsanar con el intento de derribar lo que ya estaba reglamentado. Lógica actitud de arrogancia, ya que en el fútbol argentino todo lo logra con este ímpetu del poderoso; pero en la FIFA, al menos esta vez, debió quedarse con las ganas de transgredir.

Pese a todo, Román viajó para estar con sus compañeros en Japón, una buena actitud del jugador, pero que se hizo contraproducente. Riquelme no formó parte del grupo en los últimos 6 meses, pero allí estaba, en Japón, llevándose todas las miradas y los flashes sin jugar, y esto terminó siendo un daño para el equipo, al asumirse disminuido por tener, pese a estar recién llegado, al que sentía su mejor hombre fuera de la cancha.

Boca, por su dirigencia, la misma que en gran medida ha logrado reducir un equipo sumamente popular a una elite de abonados, la misma que ahora con distinta cara se perpetra en el poder, la misma que pide para llegar a la presidencia del club que el aspirante sea millonario (atributo que, evidentemente, les parece el más importante), comenzó a perder el Mundial de Clubes antes de jugarlo.
(Foto: Bocajuniors.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

domingo, 16 de diciembre de 2007

Contratos basura

Ramón Díaz aludió, poco tiempo atrás, al cumplimiento de la palabra empeñada al momento de renovar su vínculo con San Lorenzo para continuar como entrenador y rechazar el ofrecimiento de River. Sin dudas, el proceder del riojano es una rareza en un fútbol en el que ya no la palabra, sino los contratos firmados no valen de nada. Los rompen los dirigentes cuando no están conformes con los resultados y los rompen jugadores y técnicos cuando llega una mejor oferta. Ni siquiera sirven para establecer remuneraciones, ya que dibujan un número ficticio que se completa con sobres sin recibo alguno.

Diego Pablo Simeone tenía un contrato firmado con Estudiantes y es obvio que lo ignoró porque le llegó lo que consideró una mejor oferta, no porque no le hayan negado los refuerzos que pidió. Y de ser así, los pedidos a la dirigencia platense de jugadores como Crespo, Abreu, Cavenaghi o Gallardo como condición para continuar fueron un metafórico modo de rehusar a continuar con el vínculo vigente. Es una pena que un hombre que ocupa un lugar de privilegio en la historia del fútbol argentino en sus primeros pasos como entrenador proceda de este modo.

"Cuando tuve una oferta para irme a mitad de año, Simeone me habló mucho sobre que los contratos se tenían que respetar. Me decía que la palabra es sagrada y ahora es el primero en cagarse en lo que dijo", señaló con todo su enojo Pablo Álvarez. Difícil se le hará al Cholo poder responderle al defensor pincharrata y más complicado aún le será hacer creer que no tuvo contacto con gente de River mientras se disputaba el torneo Apertura 2007.

De todos modos, la protesta de los directivos de Estudiantes no puede ser más que a media voz, ya que hoy es un entrenador el que se aleja, pero saben que prontamente podrán estar en la vereda de enfrente para rescindir el contracto de algún técnico que no consiga los resultados esperados. El actual fútbol argentino propicia enojos tibios, porque quien hoy hace mañana padece, quien hoy se siente atropellado en su derecho mañana atropella al más débil o al descuidado.

Carlos Reinaldo Merlo y Jorge Luis Burruchaga (quien no se fue con un contrato vigente, sino que no lo renovó, cuando tenía por delante el partido de vuelta por los cuartos de final de la Copa Libertadores) dejaron La Plata obnubilados detrás de camisetas grandes pero instituciones chicas por su presente. Lo mismo le pasó a Julio César Falcioni cuando se fue de un Banfield ganador a Independiente. ¿Cuál es hoy la actualidad de estos tres entrenadores?

Es una pena que el Cholo olvide la situación que le tocó vivir en Racing y vaya a un club atractivo por su historia pero en la peor crisis moral y económica de su historia. No son pocos los que pensarán que en este River sin títulos desde hace 4 años Simeone poco tiene para perder. Ojalá en Núñez no se devore a un técnico con condiciones para ser el futuro DT de la selección nacional. Ojalá Simeone no deba arrepentirse del paso dado.
(Foto: Clarin.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 10 de diciembre de 2007

Arsenal y Lanús, campeones de distintos matices

Los grandes medios nacionales, en su mayoría, con mayúscula hipocresía, adornaron con estruendosas exclamaciones las consagraciones de Lanús y Arsenal, en el Torneo Apertura y la Copa Sudamericana respectivamente. Las pantallas de televisión, las tapas de los diarios y los parlantes de las radios felicitaban la gloria de los inesperados campeones del conurbano bonaerense. Indudable es que detrás de esos reconocimientos se esconde el deseo de tales multimedios de tener en la vereda triunfadora a los vendedores River y Boca. Para su alivio, los xeneixes -para mejor con Riquelme- se quedaron en la primera mitad del año con la Copa Libertadores, y ahora todo el establishment mediático procura que los santos marchen en fila para que su paso por Japón sea exitoso, aunque la sola presencia en el Mundial de Clubes ya provee material suficiente.

Lo cierto es que, si bien fueron analizados con los mismos parámetros, poco tienen que ver los logros de Lanús y Arsenal si se toman en cuenta qué caminos recorrico cada uno para llegar al éxito. Porque el Granate ganó contra todos los obstáculos y el Arse se consagró con todas las licencias. Porque poco puede tener en común el trabajo silencio y con mucho esfuerzo que se lleva adelante desde hace más de una década en Guidi y Arias con todos los beneficios de los que disponen los del Viaducto. Está, además, la diferencia de lo obtenido, porque el título de los de Cabrero es mucho más prestigioso.

Gustavo Alfaro es un gran técnico, uno de los mejores del medio argentino. Es, también, un hombre analítico, respetuoso y que jamás cae en exabrupto alguno. Logró armar un muy buen equipo apoyándose en jugadores sin gran cartel, pero varios de ellos de jerarquía y con muy buena experiencia (Calderón, Matellán, San Martín). Armó un plantel con una tremenda voluntad, una gran aprehensión al trabajo y que con inteligencia supo hacerse fuerte a partir de maximizar virtudes y esconder flaquezas. Todo esto lo hace un justo campeón de la Copa Sudamérica, porque fue el mejor equipo de certamen, con una campaña como visitante, fronteras afuera, tremenda.

Pero son muchas las preguntas sin respuesta, o que, en realidad, bien podrían ser respondidas todas con el mismo nombre y apellido. ¿Cómo hace Arsenal para pagar lo sueldos que paga?, ya que son muchos los jugadores que optan por ir a Sarandí y no a clubes con mucho mas cartel, gracias a las buenas cifras que se desembolsan en Sarandi, jamás con retraso, más bien con puntualidad suiza. ¿Cómo hizo Arsenal para que la FIFA le otorgue un subsidio para rehacer su estadio a nuevo y mejorar incluso las vías de ingreso al mismo? ¿Cómo logró que Coca Cola sea su sponsor? ¿Cómo consiguió ser el único club de los que ascendió en el último lustro que nunca estuvo ni cerca pelear por evitar la Promoción? ¿Cómo hizo para que en su primer campeonato en Primera sólo 4 jueces de línea los dirigieran en 13 de los 19 partidos?

En relación a los arbitrajes, aquellos que no se atrevan a afirmar que se los suele beneficiar, al menos tendrán que admitir que rara vez se lo perjudica. Por supuesto que esto último es lo que siempre debería ser, pero sabido es que lejos esta de ocurrir con los equipos más modestos. Arsenal es así una particular excepción. Un dato más sobre los arbitrajes: en sus primeras tres temporadas en la máxima categoría del fútbol argentino le expulsaron a 7 futbolistas. Sólo 7 tarjetas rojas en 114 partidos.

Sustentando en muchos años de crecimiento con una pulcritud dirigencial envidiable, poco puede tener en común el éxito de Lanús con el de Arsenal, apoyado en un Julio Humberto Grondona, presidente de AFA y “vicepresidente del mundo” (como a él le gusta decirlo), que ya sin ningún pudor hace y deshace a su antojo con el desparpajo absoluto del poder del que dispone, y así se da el gustazo de ver brillar a su criatura.
(Foto: Panactual.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 3 de diciembre de 2007

Lanús campeón, deuda saldada

Con la consagración del equipo del sur el fútbol argentino salda una deuda interna, que es la de ver la coronación de uno de los equipos que merecía un título y hasta ahora no lo había conseguido. Un campeonato que rápidamente podría pasar al olvido será recordado por darle su primer título al conjunto granate. No había un nuevo campeón hacía 23 años, cuando Argentinos Junios se quedó con el Metro 1984.

La nula organización del torneo, con equipos que lo comenzaron tarde, otros que lo terminan antes, partidos definitorios a distintas horas y la pobreza en cuanto al juego no son culpa de Lanús, que se hizo fuerte en este desmadre y entendió que para ser campeón del fútbol argentino en estos tiempos no hace falta brillar, sino ser el más regular entre 20 conjuntos en un cuatrimestre.

Premio justo para Lanús es esta consagración, por su historia y su actualidad, con el agregado del orgullo de haberlo logrado con un equipo bien de la casa, Made in Lanus, y con el broche de oro de dar la vuelta olímpica en la mítica Bombonera. Desde Guidi y Arias se sustentó un proyecto de crecimiento que no se detuvo en más de una década, pese a haber atravesado por momentos futbolísticos difíciles, como fue la disputa de la Promoción en 2002. En esas circunstancias primó el proyecto a largo plazo y la coherencia dirigencial no abdicó.

Hombre de la casa, Ramón Cabrero asumió como interino, pero logró una continuidad de trabajo desde el correlato de lo hecho en inferiores y se ganó un lugar que con los laureles de este campeonato, por tratarse de Lanús, lo podrían trasformar en el Ferguson argentino pese a sus 60 abriles. Él y los dirigentes entendieron que mantener en el club a los muy buenos y jóvenes jugadores que tenían era el cimiento para ir por la gloria. Y los retuvieron, sin liquidarlos a mejor postor. En lugar de traer jugadores a préstamo de relleno, hilaron fino e hicieron el esfuerzo donde era necesario: desembolsaron casi un millón y medio de dólares por José Sand, quien poco tiempo atrás había vestido nada menos que la camiseta del rival de siempre. El correntino respondió a esa confianza con los goles que hoy valen un campeonato, el primero en 93 años de historia granate.

A diferencia de técnicos de equipos grandes, de camiseta pesada, que con pánico de hacerse cargo de campeonatos armados a medida se escondieron en el "paso a paso" o el “piano a piano", Cabrero se hizo cargo y cuando se vio arriba reconoció que les encantaba ser candidatos. Es más, cuando la vio bien perfilada, pese a que nada estaba definido, aseguró que tenían el 60 por ciento del campeonato en el bolsillo. Sus jugadores bancaron la presión de ir por el primer título de su historia y una vez que agarraron la punta no la largaron más.

Tuvo su dosis de suerte. La eliminación sobre la hora de la Copa Sudamericana a manos de Vasco Da Gama en Brasil terminó por ser un alivio, ya que le permitió poner todas las fichas en un pleno al campeonato con el cual, finalmente, se quedó, mientras que muy distinta podría haber sido la historia de seguir alguna fase más en la competencia internacional.

Descendió a la C en 1979. No llegaba en aquel momento a los 300 socios y tenía una deuda cuantiosa. Se quedó tres temporadas en la tercera categoría del fútbol argentino. De ahí en adelante todo fue crecimiento, pese a los descensos y ascensos de la década del 90. El trabajo actual de Cabrero encuentra sus antecedentes en las conducciones de Russo y Cuper. En Lanús nada es casualidad.

El fútbol argentino paga una deuda con este nuevo campeón. Lo que hasta hace poco fue sueño y ahora es realidad para el Granate alimenta el sueño de los hinchas de equipos que también merecen su gloria, como Gimnasia, Banfield o Talleres de Córdoba. El festejo ajeno de hoy puede ser el suyo mañana.
(Foto: Clarin.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com