martes, 13 de noviembre de 2007

La Volpe, víctima de sí mismo

En la semana previa a su visita a la cancha de Boca, donde sabido era que todas las miradas estarían puestas él y que todos los insultos lo tendrían como principal destinatario, Ricardo Antonio La Volpe le dio vía libre a su filosa lengua para atacar nada menos que a los entrenadores de las muy buenas divisiones juveniles del propio Vélez. Con eso, el ex arquero no hizo más que dar el primer golpe para la caída que el domingo se concretó con el par de goles de Martín Palermo y los otros gritos de Rodrigo Palacio y el muy interesante uruguayo Álvaro González.

Si bien se trata de un entrenador capaz, trabajador y con mucho para aportar a un fútbol plagado de vicios y muletillas, la imagen de su paso por Argentina –ya que al parecer su alejamiento de Vélez lo será también del país- dejará más tela para cortar por lo dicho ante los micrófonos que por lo que pudo mostrar con sus equipos.

Algunos graves errores le costaron muy caro. En Boca fue el DT de un equipo que perdió increíblemente un torneo que tenía en el bolsillo y, según lo reconoció más tarde, también se dejó llevar por las presiones al no poner en cancha para el desempate ante Estudiantes el once inicial que él creía mejor para ese choque. Posteriormente, en Vélez tuvo un mal torneo con el ingrediente de dejar de mirar a las inferiores que tan buenos resultados le dieron al Fortín en los últimos años y pelearse con los entrenadores formadores.

El enfrentamiento con la prensa, como le ocurrió en México, es algo que no debe pasar desapercibido, ya que evidente es algo que lo martiriza. Para los medios que lo pusieron en la mira cuando Vélez ganaba era Vélez, pero cuando perdía era el equipo de La Volpe. En esa lucha prácticamente imposible de ganar, como lo es la que implica enfrentarse al establishment mediático, el entrenador seguió con las confrontaciones con un perfil alto y un tono elevado; entonces, ante los malos resultados obtenidos, la respuesta desde esos medios fue siempre lapidaria hacia sus ideas.

A su favor, hay decir que sintió con crudeza el cortoplasismo del fútbol argentino, en el cual apenas 9 partidos son la mitad de un campeonato, lo genera una locura y un vértigo de entrenadores que dinamita cualquier proyecto. La Volpe fue preso de sus peleas, sus declaraciones altisonantes y de cómo eso no le permitió llevar su mensaje con claridad a los planteles de los que dispuso.
(Foto: Elmundo.es)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com