domingo, 21 de octubre de 2007

Dos victorias, falta de brillo y ataque del DT

Sellada la merecida victoria ante Venezuela en el calor caribeño, Alfio Basile, técnico de la selección argentina, tuvo una reacción tan inesperada como desubicada con el periodista Román Iucht, de radio Continental y TyC Sports. Ante las preguntas del reportero, el entrenador nacional no dudó en calificarlo de contra suyo para luego, con los malos modos que le son habituales, arremeter con más énfasis ante un interlocutor que, pese a la sorpresa, no perdió la calma y se mantuvo respetuoso.

El dato estadístico es innegable. La primera serie de partidos por las eliminatorias sudamericanas clasificatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010 dejó a la Argentina como único líder, con 6 puntos, 4 goles a favor y la valla invicta. Así se desprendió de las victorias ante Chile en el Monumental 2-0 y el mismo resultado registrado en Maracaibo ante Venezuela. Dos triunfos sin sobresaltos y sin brillo dejan tela para cortar tanto a los que comulgan con las ideas de Basile y a los están en otra línea.

Pero circunstancias como el embate del DT contra Iucht obligan a alejarse por un momento del juego y el proceder deportivo de quienes integran la selección, eje desde el cual se deben sostener las críticas o los elogios. Es difícil encontrar explicación a la reacción de Basile. Bilardo y Bielsa, zarandeados por buena parte de la prensa con mucha mayor virulencia y por más tiempo, jamás tuvieron un proceder así. Por el lugar que ocupa, Basile no puede expresarse del modo que lo hace y con la falta de educación y de ubicación que demostró no sólo en esta oportunidad, sino en reiteradas ocasiones. ¿Pero qué se le puede pedir a Basile si el presidente de la AFA es quien es y si uno de sus principales laderos amedrenta a periodistas en el estadio en el cual es amo y señor?

Basile acusó al periodista de haberse dado vuelta, ya que años atrás le había dado una nota en exclusiva de dos horas, como si esa circunstancia comprase inmunidad a las críticas. Según la perspectiva adoptada podría decirse que fue el propio entrenador el que se dio vuelta con él mismo, ya que aquel equipo que disputó el Mundial del 94 (y también las selecciones campeonas de América en 1991 y 1993) presionaba, jugaba al ataque y se disponía en campo rival. Muy lejos de aquello está la actual selección, cansina y adicta al manejo intrascendente de la pelota.

En una nota televisiva con Jorge Ginzburg, Diego Armando Maradona criticó el juego tedioso de la selección y aseguró que eso está bien si se va ganando una final ante Brasil o Alemania, pero que no tiene sentido ante equipos como Venezuela y Chile. Seguramente, pese a las criticas, Basile no le saldrá al cruce a Maradona como sí lo hizo con Román Iucht.

En el plano futbolístico, bien vale señalar que las dos victorias conseguidas lejos están de poner a la poner a la selección argentina a la altura de los equipos más poderosos. Los dos magistrales tiros libres del Riquelme ante Chile, ejecutados con potencia, precisión y maestría, no lo convierten en uno de los mejores jugadores del planeta. Argentina sigue siendo un equipo que demuestra que ante rivales menores le sobra con la enorme jerarquía de sus jugadores, pero cuando la exigencia se eleva, cuando delante está uno de esos equipos a los cuales hay que ganarles a partir de los cuartos de final de un Mundial, entonces no da la talla.

Por todo esto, Basile no debería buscar fantasmas en los periodistas que no están de acuerdo el juego del conjunto que dirige y lo critican sin ninguna finalidad oscura; contrariamente a lo que hizo alguno de sus amigos periodistas con la selección de Bilardo. No es en la prensa donde Basile debería buscar las causas que lo llevaron a ser goleado por Brasil las dos veces que lo enfrentó.
(Foto: Supergol.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

sábado, 13 de octubre de 2007

Con las mismas seis letras, una diferencia enorme

Bielsa y Basile. Esos dos apellidos se conforman con las mismas seis letras. Claro que se trata de una mera coincidencia. Es amplísima la distancia entre ambos entrenadores. Si bien la realidad es la que es y las cosas están como están, no deja de hacérsenos sumamente doloroso a muchos que Chile, país de infinita menor historia futbolística que Argentina, tenga un entrenador -argentino- tanto más capaz y valorable en múltiples sentidos que el propio DT albiceleste.

El hombre asomará por el túnel con su clásico perfil bajo, sin colocarse jamás por delante de los jugadores. Con la mira fija en ningún lado y a paso vivo buscará su lugar en el banco de suplentes... esta vez será el visitante. Marcelo Bielsa no pasará desapercibido en su regreso al Monumental. Es una incógnita saber si el público argentino reconocerá la valía de este enorme técnico o si lo abucheará vaya a saber uno preso de qué odios. Misterio aún mucho mayor es saber qué sentirá el hombre en cuestión en ese momento. Cómo nunca, como siempre en él, la procesión irá por dentro.

Bielsa dejó indudablemente un sello. Una vocación ofensiva como prácticamente nunca tuvo la selección argentina. Un esquema de presión, un torbellino de fútbol que no pasó desapercibido en cada lugar donde jugó; de este lado del océano, del otro, o en cualquier latitud. Se quedó afuera del Mundial en primera ronda, es cierto; quienes tienen memoria corta recordarán siempre eso por sobre todo.

Los muchos que aún lo atacan, chocan contra el elogio inocultable en palabras de reconocimiento y ojos iluminados de admiración de los jugadores que estuvieron bajo sus órdenes. Se trata de futbolistas curtidos, que tuvieron a los más renombrados entrenadores, pero no dudan en señalar al rosarino como el mejor de todos. Motivos que tal vez nunca se terminen de saber lo alejaron de la selección argentina cuando iniciaba la recta final del camino hacia su revancha mundialista. De todos modos, indudablemente, dejó su legado.

Bielsa es un valor agregado, pero Chile no deja de ser Chile. Esto no es ser peyorativo ni subestimar al fútbol trasandino, pero la historia del fútbol mundial marca qué lugar ocupa La Roja en el Planeta Fútbol. Tuvo poco tiempo de trabajo como para transmitirle su identidad al equipo chileno. Se agrega que los jugadores de los que dispone, dicho está, no son los mejores. Por el peso específico de sus futbolistas, Argentina está en condiciones de imponerse con tranquilidad y holgura. Pero si Bielsa puedo lograr junto con sus dirigidos un proceso intensivo de trasmisión y asimilación de conceptos, entonces Argentina, atada a un único y estático libreto, deberá sortear un partido que puede presentarle múltiples complicaciones.

Regresa Bielsa al Monumental y lo hace como técnico de Chile. Paradojas del destino, buscará vencer a la selección argentina quien durante seis años se desvivió por moldear un equipo protagonista a fuerza de trabajo incansable, sin dejar todo librado a un buen dormir, slogan favorito de los haraganes que atan el destino de su equipo a la inspiración con que se levantan los jugadores el día del partido.
(Foto: Diariohoy.net)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 9 de octubre de 2007

Sólo se recordará si hay un nuevo campeón

El único camino que puede recorrer este campeonato Apertura 2007 para ser recordado en el futuro es por darle al fútbol argentino un nuevo campeón. Lanús -que es seguramente el equipo que mejor juega- Tigre y Banfield son de los conjuntos que están arriba los únicos que nunca dieron la vuelta olímpica. Grato sería que este certamen sirva para agregar otro nombre al cuadro de los festejaron al menos un título. Esta circunstancia no se da desde hace 23 años, cuando Argentinos se quedó con el Metropolitano de 1984.

En contra de estos equipos pesa el vértigo que pueden sentir de verse arriba con la presión propia y ajena de dar el gran golpe de sus historias y el hecho de pelear con equipos ya curtidos en esto de festejar, como Boca, River (a seis del líder pero con el envión de haberse quedado con el superclásico) e Independiente, pese a que los de Avellaneda muy lejos están de festejar con la periodicidad que lo hicieron hasta antes de comenzar la mediática década del 90.

La irregularidad del campeonato, contrariamente a lo que puede parecer a primera vista, no pone a los clubes chicos con las de ganar. La historia del fútbol argentino marca que los equipos no habituados a la gloria de un campeonato han necesitado para consagrarse no de un certamen de las características del actual, sino de campañas brillantes. Así ocurrió con Estudiantes al trasformarse en el primer campeón por fuera de los cinco tradiciones grandes a finales de los 60, con Huracán y los rosarinos que festejaron en la década del 70, con Argentinos y Ferro en los 80, con la instauración de Vélez entre los grandes en el decenio pasado y con la arrolladora etapa final del Pincha de Simeone.

El presente campeonato es parejo por su chatura futbolística. Está para cualquiera de los diez primeros de la tabla porque ninguno de los 20 conjuntos logró trasponer la barrera de los cinco partidos sin caer derrotado. Iguala a poderosos y modestos por acumulación de errores y no por competencia de virtudes y variantes.

Si se hace una proyección de cara a las seis fechas que restan, se deduce que seguramente tendremos al campeón con menos puntos, más derrotas y más goles en contra desde que se disputan los torneos cortos. Poco le importará esto a los hinchas de Independiente, Boca y River si son campeones, pero en este torneo flaco la mejor noticia sería que se lo lleve uno de los chicos que, con buena historia en el fútbol grande de Argentina, nunca obtuvieron un título.
(Foto: Argentinosjuniors.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com