jueves, 23 de agosto de 2007

Otra prueba del error en el camino que se recorre

El dato objetivo, frío, de una derrota ante Noruega es de por sí preocupante. Pero lo es aún más si se analiza cómo se consumó esa derrota por 2 a 1 en Oslo. Genera un gran interrogante que una selección de tercer orden mundial tenga más dinámica, más noción de lo que quiere hacer y más alternativas (salgan estas o no) que el representativo albiceleste.

Se desprende de lo expuesto en cancha que todo lo que puede hacer la Argentina se limita a la jerarquía individual de cada uno de sus jugadores. Pero esto no alcanza, porque en todo orden de la vida no hay nada más fácil de desperdiciar que el talento; sin conducta y orden este no tiene manera de hacerse valer, de imponerse. En casi cualquier disciplina, si se trata de incrementar las posibilidades de llegar al éxito, entre alguien limitado en la cualidad en cuestión pero perseverante, trabajador y convencido y alguien talentoso pero anárquico, lo más probable es que el primero obtenga mejores dividendos.

El prometedor debut Ezequiel Garay, la vigencia de Javier Zanetti, la repentización electrizante de Lionel Messi (no como enlace, sí de delantero), la peligrosidad de siempre de Javier Saviola y los buenos 20 minutos finales del partido son hechos para destacar. Pero es poco para una selección del peso de la argentina.

El director técnico del conjunto nacional, Alfio Basile, dijo que “el partido lo ganó Carew”, a quien definió como “imposible de marcar”. Si la selección argentina perdió un partido contra un centro delantero en el ocaso de su carrera, alejado hace rato de los primeros equipos de nivel europeo, es algo por demás preocupante. Si Carew es “imposible de marcar”, ¿qué quedará a la hora de enfrentar a delanteros de fuste mundial como Van Nistelrooy, Schevchenko, Henry, Eto´o, Luca Toni o David Villa? La chatura de las explicaciones de Basile ante la prensa tienen su correlato en la endeblez esquemática de su equipo en el campo de juego.

El entrenador (y también casi todos sus dirigidos) expresó de conformismo, pese a lo adverso del resultado y la mala prestación del equipo en tierras nórdicas. El inicio de las eliminatorias mundialistas está cerca, pero todavía queda un largo trayecto hasta Sudáfrica 2010. Basile deberá repensar su tarea, su idea de juego, su apreciación del fútbol actual y entender que sólo se mejora con más y mejor trabajo, con el laborioso armado de una red táctica que pueda contener la muy buena calidad de los elementos de los que dispone.
(Foto: Espndeportes.espn.go.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

domingo, 12 de agosto de 2007

Una grata noticia

Marcelo Bielsa vuelve al fútbol, lo cual constituye, en sí mismo, un hecho positivo. Siempre hay que agradecer la vuelta al ruedo de los sabios; y, en materia futbolística, Bielsa lo es. Su regreso implica una inmensa recuperación. Gana el juego con alguien obsesionado en mejorarlo y buscarle variantes. Gana la ética en un ambiente dominado por la peor calaña. Gana el debate futbolero con altura, que tendrá otra vez a uno de sus máximos exponentes a nivel mundial, a alguien que lo enriquece cada vez que se expresa.

La chatura conceptual que domina el fútbol actual encuentra una vía de escape para quienes presten -además de su razonamiento- sus ojos para ver lo expuesto por sus dirigidos y sus oídos para recibir la catarata de riquísimos conceptos que vertirá públicamente. Bielsa volvió, con la convicción de sus ideas y a la vez renovado, para traer aire puro a un ambiente viciado. Su figura se eleva de la media por capacidad y ética: Bielsa encarna una filosofía particular en el modo integral de entender el fútbol.

El rosarino decidió aceptar la propuesta para hacerse cargo de la selección chilena y asume así el desafío de clasificar a los trasandinos a la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010. Pone de este modo fin a un ostracismo voluntario que el 14 de septiembre próximo hubiese cumplido tres años.

El regreso presenta matices. Su conocimiento del juego y su modo de trabajo hacen que, a primera vista, el lugar escogido para el regreso resulte poco. Se agregan, también, graves faltas de conducta en Chile, algo de lo que se supo tanto en la selección mayor durante la Copa América como en la Sub 20 en el Mundial de Canadá; esto tal vez dificulte su trabajo. Además, la prensa local, tanto la deportiva como la amarilla, no le tendrá piedad.

El hecho de que Marcelo Bielsa dirija al otro lado de la cordillera de Los Andes llama a una profunda reflexión en el fútbol argentino, el cual debe pensar qué se ha hecho mal para perderse de tal valor. Chile, país con un pequeñísima historia futbolística si se lo compara con Argentina, tiene ahora un entrenador de mucha mayor capacidad que la poderosa selección albiceleste.

Los adictos al morbo y los detractores que lo siguen esperando con el cuchillo bajo el poncho tendrán su jornada de lujo en la primera fecha de las próximas eliminatorias mundialistas, cuando Argentina reciba a Chile en el Monumental. Duele ya, de sólo pensarlo, imaginar a los imbéciles que lo van a insultar a rabiar cuando se acerque al banco de suplentes. Pero seguramente no faltarán las muestras de apoyo y reconocimiento.

Vuelve Marcelo Bielsa, un didacta y un artesano del fútbol, que recupera así a un pensador de lujo. Su altura y jerarquía bien podrían haberlo colocado en un lugar de mayor relevancia, pero eligió un proyecto en el que seguramente tendrá garantizado el largo plazo y en el cual habrá detectado algo, una motivación y una potencialidad, que sólo su fina percepción puede captar.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

miércoles, 8 de agosto de 2007

Emigración compulsiva

Maximiliano Moralez decidió tomarse una licencia de un par de años en su carrera de futbolista a cambio del dinero que seguramente le haga abortar cualquier futura posibilidad de penuria económica alguna. Eso es lo que le ofrece la liga rusa, en la cual vestirá la camiseta del FC Moscú. El mismo camino eligió otro jugador de jerarquía: Mauro Zárate se desarrollará en el Al Saad del tan millonario como aficionado fútbol de Qatar. Tiempo atrás, había partido al fútbol de la Siberia Fernando Cavenaghi, quien con apenas más de 20 años ya superaba los 50 goles en Primera con los colores de River (transformándose en uno de los máximos 25 artilleros en la historia del club) y se perfilaba como posible centrodelantero de la selección. Su carrera, no sólo con gran futuro sino con un auspicioso presente a la hora de dejar Núñez, se diluyó de tal manera que nunca recuperó su estirpe de dúctil y temible goleador; hoy lucha por un lugar entre los suplentes del Bordeaux francés. Habrá que ver cuál será el costo deportivo para Moralez y Zárate.

No se puede juzgar a las personas cuando las decisiones que toman no afectan a terceros. Menos aún cuando lo aceptado por estos chicos asegura no sólo su futuro económico, sino también el de sus familias. Pero cabe preguntarse si tan sombrío era el panorama para estos talentos juveniles de haber rechazado esas ofertas.

Se trata en los tres casos mencionados (Moralez, Zárate y Cavenaghi) de jugadores que tenían por delante un futuro de muchas luces. Decidieron, sin embargo, tomar otro camino, mudándose a ciudades de las que seguramente poco o nada conocían antes de hacer pie en el aeropuerto correspondiente, sin pensar que de las 24 horas del día no más de 2 le dedican al fútbol. Podrían haberse quedado a la espera de una oferta más conveniente para sus carreras futbolísticas, su futuro financiero y sus vidas cotidianas; y en el caso de que éstas no llegasen, el panorama para ellos era el de seguir siendo figuras destacadas de la Primera División argentina, lo cual da prestigio y el dinero suficiente para vivir sin absolutamente ninguna necesidad y con varios lujos.

Javier Saviola también se fue joven, pero para fichar en un grande mundial como el Barcelona y acomodarse en la Ciudad Condal, en la que muy difícil es no sentirse a gusto. En casos como este la ida no merece discusión, incluso tampoco cuando los juveniles parten al fútbol europeo sabiendo que les costará ganarse un lugar en los poderos equipos que los contratan. Lo llamativo es cuando se someten voluntariamente a un destierro deportivo y social.

Si bien se hace absolutamente comprensible que vayan a exóticos destinos del Planeta Fútbol quienes militan en clubes chicos, del ascenso o aquellos a los que poco les queda de carrera, no lo es en jóvenes con las cualidades suficientes para destacarse. El talentoso Guillermo Barros Schelotto nunca quiso irse de Boca; se convirtió en uno de los máximos ídolos en la historia del club, en figura de nuestros torneos y acumuló varios ceros en sus cuentas bancarias, para recién entonces irse a buscar una jubilación a un fútbol menor como el de Estados Unidos. Bueno sería que su ejemplo fuese tomado por las nuevas generaciones.

La gerenciadora de Racing, Blanquiceleste S.A., a través de su titular, Fernando De Tomasso, aseguró que nada se puede hacer contra una oferta tan suculenta y que ante tamañas cifras no hay manera de retener, en este caso, a Maximiliano Moralez. Racing no necesitaba de nada para retener al pequeño y escurridizo mediocampista, puesto que este tenía firmado un vinculo contractual que estaba vigente. Pero los manejos en nuestro fútbol dejan claramente en evidencia que no son los jóvenes futbolistas los únicos que ganan al emigrar; incluso en muchos casos claramente son utilizados como mercancía de cambio y el rédito lo llevan oscuros personajes de saco y corbata.

Es llamativo el desprecio que muchos juveniles muestran por su profesión. Se van corriendo de los entrenamientos y ante la primera oferta de varios ceros se toman un avión a latitudes desconocidas. Pareciera que los chicos ya no sueñan con ser futbolistas, sino con ser millonarios y el fútbol es apenas un medio para lograrlo.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 7 de agosto de 2007

Medidas inexistentes

El iniciado torneo Apertura, del cual se disputó apenas una fecha, produjo en la previa más noticias entorno a las cuestiones organizativas, que a lo estrictamente futbolístico. Un mercado devaluado, que se sintetiza en la lucha entre River y Racing por contratar al ignoto portero correntino Hilario Navarro, y las medidas vinculadas a acotar la cantidad de público visitante explican el porqué de esa realidad mediática.

La AFA determinó que en aquellos estadios en los cuales no hay butacas en las tribunas visitantes sólo se pueda poner a la venta la mitad de las entradas del total de la capacidad. Así, por ejemplo, el viernes, en el inicio del torneo, Estudiantes dispuso de 4.500 localidades en la popular visitante del estadio de Banfield. La medida enfureció a los hinchas, quienes argumentan que ese no era el camino para frenar la violencia, ya que los barrabravas causantes de los disturbios no tendrán problemas de ingreso a las tribunas. La custión es aún más delicada en las categorías del ascenso, para las cuales se dispuso nula concurrencia del público visitante.

La muy poca elegancia de la dirigencia del fútbol argentino y del establishment mediático, conjunción responsable de todos los desaguisados de los últimos años, hizo que la disposición de reducir la asistencia del público visitante coincidiera con la nueva oferta de poder ver por televisión (mediante distintas opciones pagas) los diez encuentros de cada fecha de Primera División. La opulencia y el descaro todo lo pueden.

Pero si la determinación de populares visitantes flacas de por sí irritaba a los simpatizantes, más fastidio causó aún luego de la primera fecha, cuando en varias tribunas de la visita pudo apreciarse claramente que la asistencia era superior al 50 por ciento de la capacidad. La concurrencia de los seguidores de Tigre en La Plata y de los hinchas de Racing presentes en Bahía Blanca son los dos más claros ejemplos.

También se había asegurado que se respetarían los horarios de inicio de los partidos y los 15 minutos de entretiempo, pero parece que los relojes no funcionaron bien. Además, se advirtió antes que comenzase a girar la pelota que se controlaría el número de personas inmediatamente fuera del campo de juego; entonces, ¿qué hacía Agüero al lado del banco de suplentes de Independiente en el choque entre el Rojo y Lanús en Avellaneda? Claro que en el rubro nada supera a lo que cada domingo se ve en la Bombonera, este fin de semana con el agregado del festejo por la obtención de la Copa Libertadores. Mauricio Macri nunca pudo darle orden al estadio de Boca, tampoco limitar el accionar de los violentos, ni ofrecerle condiciones dignas a los espectadores de la popular. No lo pudo hacer en un estadio, pero asegura que lo logrará en una ciudad por la que transitan cada día 8 millones de personas.

Si todo esto se dio en la primera fecha, no hace falta tener demasiada imaginación para proyectar qué habrá sido de estas medidas al finalizar el torneo. Claro está que en ninguno de los medios que más y mejor rédito sacan del negocio del fútbol se mencionó cuestión alguna sobre estas falencias; sino basta con el ver el suplemento deportivo del diario más vendido del país, que el lunes posterior al primer fin de semana futbolístico de la nueva temporada dedicó sus primeras cuatro páginas a un futbolista que no jugó.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com