miércoles, 25 de julio de 2007

Festejo de hoy y decepción de mañana

Fue allá por 1990 que la selección argentina, entonces dirigida por Carlos Bilardo, llegó por última vez a la final de una Copa del Mundo. La presencia albiceleste en partidos definitorios se prolongó con las obtenciones de las ediciones 1991 y 1993 de la Copa América, ya con Alfio Basile como entrenador. Tan sólo dos años después, en 1995, llegaba el primer campeonato Sub 20 de la era Pekerman y el segundo la historia del fútbol argentino, después de aquella estupenda conquista en Japón 1979 con Diego Maradona y Ramón Díaz como figuras.

El inicio del abrumador predomino en los juveniles coincide entonces con el comienzo de la sequía de trofeos de la selección mayor. Así, se impone buscar las relaciones de causalidad. Revisar si formar campeones para hoy no es contraproducente para el futuro, entender si es la distancia temporal entre la participación juvenil y una convocatoria a la mayor la que diluye el proceso, reflexionar sobre si el salto tempranero a las ligas extranjeras (para cobrar suculentos sueldos pero muchas veces para no jugar) es conveniente y analizar si los procesos no se desarticulan al caer en los extremos apresurar o innecesariamente relegar a los más jóvenes. Superar esa sangría, ese defasaje, entre juveniles y mayores es el principal desafío del fútbol argentino.

Aquella conquista en Malasia, fue el primer eslabón de una impresionante serie de títulos que se estiró recientemente con la coronación en Canadá. La hegemonía argentina ostenta cinco conquistas en las últimas siete ediciones de la Copa del Mundo Sub 20. Si se toman los tres últimos campeonatos obtenidos, Argentina 2001, Holanda 2005 y Canadá 2007, se agrega el destacadísimo valor individual: Javier Saviola (quien había sido negado por River para Nigeria 1999) en nuestro país, Lionel Messi en la tierra de los molinos y Sergio Agüero en suelo canadiense fueron galardonados con el Balón de Oro al mejor jugador del campeonato y también con el Botín del Oro al máximo goleador del certamen. Y la lista de figuras mundialistas Sub 20 no debe omitir a Pablo Aimar, Juan Román Riquelme, Esteban Cambiasso y Maxi Rodríguez, entre otros. Lo cierto es que, pese a las diversas recetas, el oro de los chicos no encontró la alquimia para ser más tarde el oro de los grandes.

Argentina es uno de los peso pesado del fútbol mundial, pero su ausencia en instancias definitorias oxida su prestigio. Es cierto que en el pasado reciente disputó tres finales, las de la Copa América de 2004 y 2007 y la de la Copa de las Confederaciones 2005, certamen de que sólo participan 4 equipos. Perdió las tres (las de 2005 y 2007 por paliza) ante el mismo rival: Brasil. En actuaciones mundialistas, Argentina hace 17 años que no gana en 90 minutos un partido de instancia definitoria; la última vez fue el 1 a 0 justamente ante Brasil en los cuartos de final de Italia 90.

En los las selecciones juveniles se trabajó muy bien y a conciencia; ahí está una de las principales razones del éxito. Tampoco hay que desconocer que varios chicos al jugar una Copa del Mundo juvenil ya teníann roce en un fútbol competitivo como el de la liga argentina. Lo cierto es que muchos de los que brillaronn en los mundiales para menores sirvieron para jerarquizar a poderosos clubes europeos, pero no han podido darle a la Argentina un título. Entonces, los campeonatos mundiales juveniles obtenidos por Argentina son festejados además de por nuestros chicos, con su genuina alegría, por los clubes más acaudalados del mundo, porque saben que uno de sus máximos proveedores de talentos funciona a la perfección. En tanto, las frustraciones en la selección mayor se acumulan.
(Foto: Clarin.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

viernes, 20 de julio de 2007

La ida de Roberto Fontanarrosa

La pena recorre todo el país. Por supuesto, tiene su capital en Rosario. Pocas veces un hombre es tan de su pueblo, como el Negro Fontanarrosa. Construyó una leyenda desde sus pagos, desde el bar El Cairo, desde su Rosario Central. Nunca se dejó tentar por la ciudad por donde se sospecha que pasa la felicidad. Desde el punto de vista profesional para todos es la Meca, nunca se sabrá por qué. Por apego a sus cosas, él decidió quedarse en Rosario. El Negro Fontanarrosa es Rosario y por eso las lágrimas estarán en cada uno de los habitantes de la ciudad, incluidos los hinchas de Newell´s, que lo han querido y lo han respetado, aún a sabiendas de que su corazón (...) siempre latió por Rosario Central.”

“Algunas cosas en las que no tuvo nunca razón. Él se creyó un hombre de las cosas populares, un hombre del fútbol. Es un hombre de la literatura, de la alta literatura. Es uno de los grandes literatos argentinos. Estar tan vinculado a lo popular, escribir tantas veces cuentos del fútbol, lo alejó un poco de la consideración intelectual, que en ese sentido es bastante soberbia. Pero cualquier buen lector, cualquier avisado lector, entrenado lector, sabe que lo que el Negro Fontanarrosa produjo siempre fue literatura.”

“(...) La gente que empieza el diario Clarín por la última página para ver cuál es el chiste de Fontanarrosa en cada jornada, quizás también se llamó a confusión y creyó que era un dibujante, ingenioso, de los tantos que la Argentina da; como en todas las actividades, verdaderos talentos. El Negro Fontanarrosa era muchísimo más que eso.”

“Pero además, Fontanarrosa construyó una leyenda paralela, la de buen tipo, la del buen hombre, la del ser humano humilde, y eso lo hizo mucho más querible. Cuando nos acercamos los seres comunes a los especiales siempre tenemos alguna reserva. `¿Será como parece?, ¿será el mismo ser humano que se trasunta a través de los libros, de los reportajes?´ Sí, en el caso de Fontanarrosa era un excelente tipo. (...)”

“No hay programa que pueda soslayar la pena profunda porque se ha ido uno de los más notables argentinos de todos los tiempos. Son años de alegrar la vida, con sus dibujos o sus cuentos. Son años de mejorar nuestra capacidad de lectores, a través de su muy importante literatura. Son años de cruzarnos en ciudades de cualquier parte del mundo, o aquí en Buenos Aires, y disfrutar de la charla con él, de la que nunca era protagonista. Siempre tenía la tendencia a escuchar, como si él no tuviera nada para contar y toda la catarsis de sus vida la hiciera desde sus dibujos y sus escritos.”

“Un altísimo argentino, de los más grandes, ha dicho hoy `hasta siempre´ para quedarse para siempre en la leyenda de los grandes tipos y de los grandes hombres que se han expresado a través de los medios en el país.”

“Estamos muy tristes. Nos parte el alma pensar que se fue Fontanarrosa y ni siquiera nos alivia que a lo mejor él lo quiso. Porque fue penosa la última etapa de su vida. Porque daba mucha lástima encontrarlo en el teatro Ateneo la última vez y no acercarme a saludarlo, esquivar a la gente que se le acercaba y le entregaba algo que él no podría soportar seguramente, que era un cacho de piedad. Más la curiosidad que significaba verlo en una silla de ruedas, a él todo vitalidad, todo sonrisa, todo abrazo. A lo mejor quiso morirse.”

“Haya ocurrido como fuese, lo que tenemos que decir es que estamos con una pena grande, intensa (...). Un abrazo grande, lo alcanzamos con un abrazo grande, lo llevamos en los brazos de todos hasta el lugar que se merece, porque si hay Cielo allí va a estar el Negro Fontanarrosa.”


Víctor Hugo Morales, en el inicio del programa Competencia, por Radio Continental, del jueves 19 de julio de 2007.


Palabra del Negro

“Yo llego a escribir sobre fútbol porque que me gusta el fútbol, no porque me guste la literatura, que me gusta. Entonces, el entusiasmo a mí me parte del fútbol y llego a la literatura, no al revés. Pienso que todas las largas horas que yo dediqué a leer El Gráfico, a leer el Goles, a escuchar partidos de fútbol, a ir a la cancha, a cuando era chico ir a ver la tercera, la reserva y la Primera...”

“Por ejemplo, hubo escritores que se dedicaron a leer, totalmente legítimo como expectativa. Entonces, yo, realmente, cuando estoy entre futbolistas, entre técnicos, entre periodistas deportivos es como que estoy al tanto de todo lo que se habla, y no me pasa lo mismo con los escritores.”

Se fue un genio

Con la partida de Roberto Fontanarrosa queda un vacio imposible de llenar en la cultura popular. Como todo genio, nos deja su obra como legado para la posteridad. Su literatura, sus dibujos y su humor eran ya, desde hacía rato, objeto de culto.

Escribí alguna vez cuentos de fútbol; por él, claro. Pero cuando uno quiere escribir un cuento de fútbol después de haberlo leído al Negro no puede más que sentirse como un elefante tratando de jugar a la bolita.

Le digo Negro, sin embargo, desgraciadamente, jamás lo vi en persona. Pero era él quien permitía en todos los demás ese acercamiento. Siempre se sintió alguien del llano, pese a su inconmensurable talento.

Se fue Roberto Fontanarrosa, un genio.
(Ilustración: Negrofontanarrosa.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 16 de julio de 2007

Argentina, entre luces y sombras

La selección llegó hasta la final de la Copa América disputada en Venezuela por méritos propios. Hizo lo que debía hacer: imponerse a rivales que eran mucho menos. Pero en la instancia definitoria el conjunto albiceleste fue superado por un Brasil que, sin tener mejores jugadores que Argentina, supo planificar un partido haciendo una buena lectura de lo que era su rival y cómo podía vulnerarlo. Una transición rápida con la búsqueda de posiciones ofensivas en pocos toques fue una de las premisas; la otra un sólido ordenamiento defensivo. En cambio, la planificación táctica del conjunto dirigido por Alfio Basile brilló por su ausencia. Además, la diferencia de ritmo entre un equipo y otro fue asombrosa; no hubo equivalencias.

Se cayó sin objeciones ante el primer rival serio que se tuvo por delante. México también es un equipo de temer, pero no está a la altura de Argentina y los grandes del mundo del fútbol, y menos aún sin varios de sus mejores hombres. El toque elegante pero intrascendente en la mitad de la cancha sirve para ganarle a los suplentes de Estados Unidos, a una Colombia perdida hace años, a Perú y a un diezmado México. Pero ante los rivales de peso, a los que hay que ganarles para conseguir algo, no se puede jugar sin un soporte estratégico. Se evidenció ante un pseudo-Scratch, ya que a sus mejores figuras las dejó de vacaciones.

A partir de un ataque de lujo y con momentos de un fútbol muy vistoso, Argentina superó a cada uno de los cinco rivales que enfrentó camino al encuentro definitorio. Pero ese virtuosismo ofensivo escondía lo que de todos modos estaba presente: el vacío táctico, la ausencia de una estructura que sostenga los buenos talentos individuales. Un muestra de la falta de planificación se vio en la idéntica ejecución de cada uno de la gran cantidad de tiros libres de los que se dispuso en la final, buscando siempre a Gabriel Heinze por el fondo: salió ante México, entonces esa se convirtió no en la mejor, sino en la única opción de pelota parada.

La actuación de la Argentina camino a la final generó un entusiasmo desmedido, fogoneado por los medios más opulentos (a los cuales Basile les cae como anillo al dedo) y comprado con ganas ese discurso por la mayoría. Pero lo hecho en cancha ante Brasil recordó las malas actuaciones del equipo en sus presentaciones europeas antes de la Copa América.

Ya de regreso en Buenos Aires, Basile aseguró que “cuando se enfrentan dos potencias gana el que se levanta mejor”, es decir que todo se limita para él a tener dulces y agradables sueños. Es un técnico con gran talento para elegir jugadores, pero su tarea no debería terminar ahí. Si a la buena selección de futbolistas, a la formación de grupos y a los asados no se le agrega mucho tiempo de trabajo, con ensayos y variantes, no hay forma de pelear por un título.

Argentina es un equipo laxo y anodino. La calidad de jugadores de los que dispone le permite tener la pelota en la mitad de la cancha con una infinidad de pases. Pero entra a la zona donde se puede dañar al equipo rival por la abertura de las defensas que tiene enfrente y no por buscar perforar los sistemas defensivos. La selección cae en el infantilismo de una tenencia de la pelota abusiva, un manejo intrascendente que no sólo exaspera, sino que incluso se hace peligroso. Sólo Messi y Tévez, por su verticalidad y su ánimo de resolver jugadas, de terminarlas, escapan a la parcimonia generalizada.

Claro está que los jugadores, por errores de resolución y por una actitud que no es la que se espera para una partido de tanta envergadura, tienen su parte de responsabilidad por la actuación ante Brasil. Pero el problema central nace de la idea que se tiene del juego, de la concepción del mismo, por parte del cuerpo técnico. Basile tenía a su disposición el mejor plantel del certamen y uno de los mejores que pueden armarse en el mundo entero; ocurre que sin horas de trabajo, sin rigor táctico, sin una amplitud estratégica que permita entender que Brasil (Italia, Holanda, Alemania...) no es Perú, no hay manera de hacer cosas importantes.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

domingo, 1 de julio de 2007

Al Maestro, con cariño

Juan José Lujambio, el Maestro para todos, fue un periodista de raza, un tipo con un profundo amor por esta profesión, uno de los más grandes de la historia de la radiofonía argentina. Transparente, recto, honesto, noble, generoso, desconocedor de cualquier vanidad, respetuoso, portador de una candidez única y trabajador incansable, este orgulloso oriundo de Marcos Paz consiguió, sin buscarlo, el respeto y el cariño de todos.

Nos quedará para siempre su estilo, su obsesión por las estadísticas, la información precisa y su prédica de una Argentina federal, dando siempre el lugar de nacimiento de cada uno de los deportistas a los cuales se refería y agregando alguna particularidad de dicha ciudad. Nos deja frases y conceptos que ya están para siempre, como el de superclásico, ya que fue este monstruo sagrado de la radio el primero que lo pronunció. Pero sobre todo nos quedará, para los que tuvimos la infinita fortuna de gozar de su trato amistoso, la bondad de un hombre con un corazón gigante.

Trabajó como periodista durante 50 años, con el valor agregado de la vigencia. Desde finales de la década del 70 lo hacía en radio Mitre como la inconfundible voz de los estudios centrales en las transmisiones deportivas. Fue él quien inventó esa tarea en el éter. Mimó su pasión por la radio hasta los últimos días y no dejó, pese a las dificultades por la dura enfermedad que lo aquejaba, su lugar de trabajo.

En tiempos de Internet y grandes equipos de producción, el Maestro siguió sólo con su memoria prodigiosa, su máquina de escribir, la agenda a puño y letra, la guía telefónica y el teléfono, aliado para conseguir cualquier información, porque la olía como nadie y sabía por dónde seguirle el rastro. Así, a la antigua, en la era cibernética, Don Luja seguía siendo el número uno.

Desde aquí, el modesto agradecimiento a este enorme periodista y bellísima persona, quien me brindó su amistad y su enseñanza, con esa humildad que sólo los grandes de verdad tienen. Adiós, Maestro.
(Foto: Tea.edu)

Patricio Insuapatinsua@gmail.com