jueves, 20 de diciembre de 2007

Artilugios mafiosos

El ejército monopólico que se adueñó del fútbol argentino todo lo arrasa. Esa conjunción, ese bloque, entre la máxima jerarquía dirigencial y los medios de prensa más poderosos -por ser los más consumidos- establece una Verdad Unívoca, que lo es por ser aceptada por la mayoría. Esa mirada unidireccional no ha hecho más que producir una herida demasiado profunda en un fútbol rico por naturaleza propia, al asestar un golpe de muerte en el periodismo deportivo argentino. Predomina de este modo una prensa que, en su amplia mayoría, contradiciendo la esencia de la profesión, se ha convertido en aduladora y vocera del manejo afista que lleva ya casi 30 años. Así, desde esos medios, los hombres más preparados de ese entramado empresa periodista-poder dirigente se han dedicado a utilizar sus virtudes para defender a la peor calaña. El resto es elenco, las más de las veces con condiciones lamentables para la responsabilidad que implica expresarse para una audiencia, sea cual sea.

Panzeri, Ardizzone, Frascara, Fioravanti, Ardigó y tantos otros maestros del periodismo deportivo cultivaron una independencia de criterios con respecto al poder, una defensa del lenguaje y una pasión que hoy se encuentra a cuentagotas y, por supuesto, fuera del establishment del monopolio.

Luego de una década de trabajar en el canal de cable TyC, el periodista Román Iucht fue separado del staff de profesionales de la señal. Seguramente no habrá pasado desapercibido el hecho de integrar desde hace más de 15 años el equipo deportivo liderado por Víctor Hugo Morales, bastión de la lucha contra una AFA podrida y un periodismo chato, chabacano y al servicio de los que tienen la sartén por el mango. Pero el detonante para la salida de Iucht fue, seguramente, aquel entredicho con Alfio Basile, entrenador de la selección nacional. El propio periodista señaló en el programa Competencia de Radio Continental, del cual es parte, que la directiva para la determinación que se toma con él bajó desde la calle Viamonte.

Podrán verse contradicciones en el hecho de trabajar simultáneamente para uno de los medios defensores del statu quo y otro en la antípoda ideológica. O se puede recorrer un camino que indique que Iucht prestaba en la señal de cable sus muy buenas capacidades como analista del juego, pero que nunca se pasó al bando de los obsecuentes. Y ese no alineamiento, esa resistencia al adoctrinamiento, ese fino trabajo de encontrar las fisuras de un bloque homogéneo y hegemónico es el que finalmente le cuesta su lugar. Muy fácil hubiera sido para él, en tantos años, correrse cada vez más de la resistencia encabezada por Víctor Hugo y refugiarse en el blindado fuerte de los medios oficiales. No lo hizo, seguramente por sus principios personales y profesionales, y por eso hoy pierde un ingreso que debe ser muy importante. Una actitud por demás loable en tiempos de mercaderes mediáticos.

Pero la circunstancia a partir de la cual el canal deportivo decide prescindir de Iucht es apenas una muestra del modo de manejarse de la maquinaria que se quedó con nuestro fútbol. La actitud es un advertencia para quienes osen recorrer un camino similar y es una demostración de poder. Por su esencia y su fin, el periodismo nunca debería ser oficialista, porque su misión es dar a conocer aquellas cuestiones que los dueños del circo se ocupan en ocultar.
(Foto: Argenress.info)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 18 de diciembre de 2007

Perder antes de jugar

La final del Mundial de Clubes organizado por la FIFA marcó la victoria sin atenuantes del Milan sobre Boca 4 a 2 en el imponente estadio de Yokohama. El conjunto italiano demostró en cancha lo que se sabía en la previa, que era más que este Boca que en último semestre nunca logró encontrar un rendimiento acorde al muy buen material del que dispuso. Si bien el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo disputó un buen primer tiempo, con presión y profundidad para preocupar mucho a su rival, el complemento estuvo dominado por la contundencia y el manejo preciso de las figuras del rossonero. Así, los de Carlo Ancelotti festejaron con merecimiento.

Pero las diferencias futbolísticas son una parte de la explicación para encontrar los motivos de la derrota del representativo sudamericano en el certamen intercontinental. Porque pese a las desigualdades de jerarquía entre Milan y Boca, fue la actitud de la propia dirigencia xeneixe la que obró de modo tal que el equipo se viera afectado antes de que comenzase a rodar la pelota en el frío nipón. Lo hizo cuando generó una situación muy lejana a lo ideal al poner en jaque al DT antes de viajar, al no incluir a Riquelme en la lista y al llevarlo de todos modos a Japón.

Todo lo que se puede hacer para debilitar a un equipo desde su conducción lo hizo el flamante presidente de Boca, Pedro Pompillo, en la víspera del desafío más importante en el segundo semestre de este 2007 al poner en duda la continuidad de Russo al frente del equipo. Rápido de reflejos, como siempre, Diego Maradona apareció entonces en una práctica del equipo en Casa Amarilla para brindarle su apoyo al cuerpo técnico encabezado por el ex jugador de Estudiantes de La Plata. Es cierto que desde su llegada desde Vélez, el técnico no logró armar un equipo sustentado en una identidad propia y tampoco acaparó la simpatía de los hinchas. Es imposible omitir que ganó la Copa Libertadores, pero en dicho torneo claramente fue mayor la influencia de un Juan Román Riquelme en un nivel altísimo que la suya como entrenador. Pese a todo, es indudable que Pompillo eligió el peor momento para tratar el tema del alejamiento o la renovación del contrato de Russo.

A propósito de Riquelme, la Comisión Directiva de Boca tuvo como máximo objetivo político desde julio la vuelta de JR, pese a lo cual no lo incluyó en la lista para el Mundial de Clubes. Tal vez se les pasó por estar muy abocados a la autorreferencial fiesta de despedida de Mauricio Macri. Un error gravísimo, que la dirigencia boquense buscó subsanar con el intento de derribar lo que ya estaba reglamentado. Lógica actitud de arrogancia, ya que en el fútbol argentino todo lo logra con este ímpetu del poderoso; pero en la FIFA, al menos esta vez, debió quedarse con las ganas de transgredir.

Pese a todo, Román viajó para estar con sus compañeros en Japón, una buena actitud del jugador, pero que se hizo contraproducente. Riquelme no formó parte del grupo en los últimos 6 meses, pero allí estaba, en Japón, llevándose todas las miradas y los flashes sin jugar, y esto terminó siendo un daño para el equipo, al asumirse disminuido por tener, pese a estar recién llegado, al que sentía su mejor hombre fuera de la cancha.

Boca, por su dirigencia, la misma que en gran medida ha logrado reducir un equipo sumamente popular a una elite de abonados, la misma que ahora con distinta cara se perpetra en el poder, la misma que pide para llegar a la presidencia del club que el aspirante sea millonario (atributo que, evidentemente, les parece el más importante), comenzó a perder el Mundial de Clubes antes de jugarlo.
(Foto: Bocajuniors.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

domingo, 16 de diciembre de 2007

Contratos basura

Ramón Díaz aludió, poco tiempo atrás, al cumplimiento de la palabra empeñada al momento de renovar su vínculo con San Lorenzo para continuar como entrenador y rechazar el ofrecimiento de River. Sin dudas, el proceder del riojano es una rareza en un fútbol en el que ya no la palabra, sino los contratos firmados no valen de nada. Los rompen los dirigentes cuando no están conformes con los resultados y los rompen jugadores y técnicos cuando llega una mejor oferta. Ni siquiera sirven para establecer remuneraciones, ya que dibujan un número ficticio que se completa con sobres sin recibo alguno.

Diego Pablo Simeone tenía un contrato firmado con Estudiantes y es obvio que lo ignoró porque le llegó lo que consideró una mejor oferta, no porque no le hayan negado los refuerzos que pidió. Y de ser así, los pedidos a la dirigencia platense de jugadores como Crespo, Abreu, Cavenaghi o Gallardo como condición para continuar fueron un metafórico modo de rehusar a continuar con el vínculo vigente. Es una pena que un hombre que ocupa un lugar de privilegio en la historia del fútbol argentino en sus primeros pasos como entrenador proceda de este modo.

"Cuando tuve una oferta para irme a mitad de año, Simeone me habló mucho sobre que los contratos se tenían que respetar. Me decía que la palabra es sagrada y ahora es el primero en cagarse en lo que dijo", señaló con todo su enojo Pablo Álvarez. Difícil se le hará al Cholo poder responderle al defensor pincharrata y más complicado aún le será hacer creer que no tuvo contacto con gente de River mientras se disputaba el torneo Apertura 2007.

De todos modos, la protesta de los directivos de Estudiantes no puede ser más que a media voz, ya que hoy es un entrenador el que se aleja, pero saben que prontamente podrán estar en la vereda de enfrente para rescindir el contracto de algún técnico que no consiga los resultados esperados. El actual fútbol argentino propicia enojos tibios, porque quien hoy hace mañana padece, quien hoy se siente atropellado en su derecho mañana atropella al más débil o al descuidado.

Carlos Reinaldo Merlo y Jorge Luis Burruchaga (quien no se fue con un contrato vigente, sino que no lo renovó, cuando tenía por delante el partido de vuelta por los cuartos de final de la Copa Libertadores) dejaron La Plata obnubilados detrás de camisetas grandes pero instituciones chicas por su presente. Lo mismo le pasó a Julio César Falcioni cuando se fue de un Banfield ganador a Independiente. ¿Cuál es hoy la actualidad de estos tres entrenadores?

Es una pena que el Cholo olvide la situación que le tocó vivir en Racing y vaya a un club atractivo por su historia pero en la peor crisis moral y económica de su historia. No son pocos los que pensarán que en este River sin títulos desde hace 4 años Simeone poco tiene para perder. Ojalá en Núñez no se devore a un técnico con condiciones para ser el futuro DT de la selección nacional. Ojalá Simeone no deba arrepentirse del paso dado.
(Foto: Clarin.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 10 de diciembre de 2007

Arsenal y Lanús, campeones de distintos matices

Los grandes medios nacionales, en su mayoría, con mayúscula hipocresía, adornaron con estruendosas exclamaciones las consagraciones de Lanús y Arsenal, en el Torneo Apertura y la Copa Sudamericana respectivamente. Las pantallas de televisión, las tapas de los diarios y los parlantes de las radios felicitaban la gloria de los inesperados campeones del conurbano bonaerense. Indudable es que detrás de esos reconocimientos se esconde el deseo de tales multimedios de tener en la vereda triunfadora a los vendedores River y Boca. Para su alivio, los xeneixes -para mejor con Riquelme- se quedaron en la primera mitad del año con la Copa Libertadores, y ahora todo el establishment mediático procura que los santos marchen en fila para que su paso por Japón sea exitoso, aunque la sola presencia en el Mundial de Clubes ya provee material suficiente.

Lo cierto es que, si bien fueron analizados con los mismos parámetros, poco tienen que ver los logros de Lanús y Arsenal si se toman en cuenta qué caminos recorrico cada uno para llegar al éxito. Porque el Granate ganó contra todos los obstáculos y el Arse se consagró con todas las licencias. Porque poco puede tener en común el trabajo silencio y con mucho esfuerzo que se lleva adelante desde hace más de una década en Guidi y Arias con todos los beneficios de los que disponen los del Viaducto. Está, además, la diferencia de lo obtenido, porque el título de los de Cabrero es mucho más prestigioso.

Gustavo Alfaro es un gran técnico, uno de los mejores del medio argentino. Es, también, un hombre analítico, respetuoso y que jamás cae en exabrupto alguno. Logró armar un muy buen equipo apoyándose en jugadores sin gran cartel, pero varios de ellos de jerarquía y con muy buena experiencia (Calderón, Matellán, San Martín). Armó un plantel con una tremenda voluntad, una gran aprehensión al trabajo y que con inteligencia supo hacerse fuerte a partir de maximizar virtudes y esconder flaquezas. Todo esto lo hace un justo campeón de la Copa Sudamérica, porque fue el mejor equipo de certamen, con una campaña como visitante, fronteras afuera, tremenda.

Pero son muchas las preguntas sin respuesta, o que, en realidad, bien podrían ser respondidas todas con el mismo nombre y apellido. ¿Cómo hace Arsenal para pagar lo sueldos que paga?, ya que son muchos los jugadores que optan por ir a Sarandí y no a clubes con mucho mas cartel, gracias a las buenas cifras que se desembolsan en Sarandi, jamás con retraso, más bien con puntualidad suiza. ¿Cómo hizo Arsenal para que la FIFA le otorgue un subsidio para rehacer su estadio a nuevo y mejorar incluso las vías de ingreso al mismo? ¿Cómo logró que Coca Cola sea su sponsor? ¿Cómo consiguió ser el único club de los que ascendió en el último lustro que nunca estuvo ni cerca pelear por evitar la Promoción? ¿Cómo hizo para que en su primer campeonato en Primera sólo 4 jueces de línea los dirigieran en 13 de los 19 partidos?

En relación a los arbitrajes, aquellos que no se atrevan a afirmar que se los suele beneficiar, al menos tendrán que admitir que rara vez se lo perjudica. Por supuesto que esto último es lo que siempre debería ser, pero sabido es que lejos esta de ocurrir con los equipos más modestos. Arsenal es así una particular excepción. Un dato más sobre los arbitrajes: en sus primeras tres temporadas en la máxima categoría del fútbol argentino le expulsaron a 7 futbolistas. Sólo 7 tarjetas rojas en 114 partidos.

Sustentando en muchos años de crecimiento con una pulcritud dirigencial envidiable, poco puede tener en común el éxito de Lanús con el de Arsenal, apoyado en un Julio Humberto Grondona, presidente de AFA y “vicepresidente del mundo” (como a él le gusta decirlo), que ya sin ningún pudor hace y deshace a su antojo con el desparpajo absoluto del poder del que dispone, y así se da el gustazo de ver brillar a su criatura.
(Foto: Panactual.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 3 de diciembre de 2007

Lanús campeón, deuda saldada

Con la consagración del equipo del sur el fútbol argentino salda una deuda interna, que es la de ver la coronación de uno de los equipos que merecía un título y hasta ahora no lo había conseguido. Un campeonato que rápidamente podría pasar al olvido será recordado por darle su primer título al conjunto granate. No había un nuevo campeón hacía 23 años, cuando Argentinos Junios se quedó con el Metro 1984.

La nula organización del torneo, con equipos que lo comenzaron tarde, otros que lo terminan antes, partidos definitorios a distintas horas y la pobreza en cuanto al juego no son culpa de Lanús, que se hizo fuerte en este desmadre y entendió que para ser campeón del fútbol argentino en estos tiempos no hace falta brillar, sino ser el más regular entre 20 conjuntos en un cuatrimestre.

Premio justo para Lanús es esta consagración, por su historia y su actualidad, con el agregado del orgullo de haberlo logrado con un equipo bien de la casa, Made in Lanus, y con el broche de oro de dar la vuelta olímpica en la mítica Bombonera. Desde Guidi y Arias se sustentó un proyecto de crecimiento que no se detuvo en más de una década, pese a haber atravesado por momentos futbolísticos difíciles, como fue la disputa de la Promoción en 2002. En esas circunstancias primó el proyecto a largo plazo y la coherencia dirigencial no abdicó.

Hombre de la casa, Ramón Cabrero asumió como interino, pero logró una continuidad de trabajo desde el correlato de lo hecho en inferiores y se ganó un lugar que con los laureles de este campeonato, por tratarse de Lanús, lo podrían trasformar en el Ferguson argentino pese a sus 60 abriles. Él y los dirigentes entendieron que mantener en el club a los muy buenos y jóvenes jugadores que tenían era el cimiento para ir por la gloria. Y los retuvieron, sin liquidarlos a mejor postor. En lugar de traer jugadores a préstamo de relleno, hilaron fino e hicieron el esfuerzo donde era necesario: desembolsaron casi un millón y medio de dólares por José Sand, quien poco tiempo atrás había vestido nada menos que la camiseta del rival de siempre. El correntino respondió a esa confianza con los goles que hoy valen un campeonato, el primero en 93 años de historia granate.

A diferencia de técnicos de equipos grandes, de camiseta pesada, que con pánico de hacerse cargo de campeonatos armados a medida se escondieron en el "paso a paso" o el “piano a piano", Cabrero se hizo cargo y cuando se vio arriba reconoció que les encantaba ser candidatos. Es más, cuando la vio bien perfilada, pese a que nada estaba definido, aseguró que tenían el 60 por ciento del campeonato en el bolsillo. Sus jugadores bancaron la presión de ir por el primer título de su historia y una vez que agarraron la punta no la largaron más.

Tuvo su dosis de suerte. La eliminación sobre la hora de la Copa Sudamericana a manos de Vasco Da Gama en Brasil terminó por ser un alivio, ya que le permitió poner todas las fichas en un pleno al campeonato con el cual, finalmente, se quedó, mientras que muy distinta podría haber sido la historia de seguir alguna fase más en la competencia internacional.

Descendió a la C en 1979. No llegaba en aquel momento a los 300 socios y tenía una deuda cuantiosa. Se quedó tres temporadas en la tercera categoría del fútbol argentino. De ahí en adelante todo fue crecimiento, pese a los descensos y ascensos de la década del 90. El trabajo actual de Cabrero encuentra sus antecedentes en las conducciones de Russo y Cuper. En Lanús nada es casualidad.

El fútbol argentino paga una deuda con este nuevo campeón. Lo que hasta hace poco fue sueño y ahora es realidad para el Granate alimenta el sueño de los hinchas de equipos que también merecen su gloria, como Gimnasia, Banfield o Talleres de Córdoba. El festejo ajeno de hoy puede ser el suyo mañana.
(Foto: Clarin.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 13 de noviembre de 2007

La Volpe, víctima de sí mismo

En la semana previa a su visita a la cancha de Boca, donde sabido era que todas las miradas estarían puestas él y que todos los insultos lo tendrían como principal destinatario, Ricardo Antonio La Volpe le dio vía libre a su filosa lengua para atacar nada menos que a los entrenadores de las muy buenas divisiones juveniles del propio Vélez. Con eso, el ex arquero no hizo más que dar el primer golpe para la caída que el domingo se concretó con el par de goles de Martín Palermo y los otros gritos de Rodrigo Palacio y el muy interesante uruguayo Álvaro González.

Si bien se trata de un entrenador capaz, trabajador y con mucho para aportar a un fútbol plagado de vicios y muletillas, la imagen de su paso por Argentina –ya que al parecer su alejamiento de Vélez lo será también del país- dejará más tela para cortar por lo dicho ante los micrófonos que por lo que pudo mostrar con sus equipos.

Algunos graves errores le costaron muy caro. En Boca fue el DT de un equipo que perdió increíblemente un torneo que tenía en el bolsillo y, según lo reconoció más tarde, también se dejó llevar por las presiones al no poner en cancha para el desempate ante Estudiantes el once inicial que él creía mejor para ese choque. Posteriormente, en Vélez tuvo un mal torneo con el ingrediente de dejar de mirar a las inferiores que tan buenos resultados le dieron al Fortín en los últimos años y pelearse con los entrenadores formadores.

El enfrentamiento con la prensa, como le ocurrió en México, es algo que no debe pasar desapercibido, ya que evidente es algo que lo martiriza. Para los medios que lo pusieron en la mira cuando Vélez ganaba era Vélez, pero cuando perdía era el equipo de La Volpe. En esa lucha prácticamente imposible de ganar, como lo es la que implica enfrentarse al establishment mediático, el entrenador seguió con las confrontaciones con un perfil alto y un tono elevado; entonces, ante los malos resultados obtenidos, la respuesta desde esos medios fue siempre lapidaria hacia sus ideas.

A su favor, hay decir que sintió con crudeza el cortoplasismo del fútbol argentino, en el cual apenas 9 partidos son la mitad de un campeonato, lo genera una locura y un vértigo de entrenadores que dinamita cualquier proyecto. La Volpe fue preso de sus peleas, sus declaraciones altisonantes y de cómo eso no le permitió llevar su mensaje con claridad a los planteles de los que dispuso.
(Foto: Elmundo.es)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

domingo, 21 de octubre de 2007

Dos victorias, falta de brillo y ataque del DT

Sellada la merecida victoria ante Venezuela en el calor caribeño, Alfio Basile, técnico de la selección argentina, tuvo una reacción tan inesperada como desubicada con el periodista Román Iucht, de radio Continental y TyC Sports. Ante las preguntas del reportero, el entrenador nacional no dudó en calificarlo de contra suyo para luego, con los malos modos que le son habituales, arremeter con más énfasis ante un interlocutor que, pese a la sorpresa, no perdió la calma y se mantuvo respetuoso.

El dato estadístico es innegable. La primera serie de partidos por las eliminatorias sudamericanas clasificatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010 dejó a la Argentina como único líder, con 6 puntos, 4 goles a favor y la valla invicta. Así se desprendió de las victorias ante Chile en el Monumental 2-0 y el mismo resultado registrado en Maracaibo ante Venezuela. Dos triunfos sin sobresaltos y sin brillo dejan tela para cortar tanto a los que comulgan con las ideas de Basile y a los están en otra línea.

Pero circunstancias como el embate del DT contra Iucht obligan a alejarse por un momento del juego y el proceder deportivo de quienes integran la selección, eje desde el cual se deben sostener las críticas o los elogios. Es difícil encontrar explicación a la reacción de Basile. Bilardo y Bielsa, zarandeados por buena parte de la prensa con mucha mayor virulencia y por más tiempo, jamás tuvieron un proceder así. Por el lugar que ocupa, Basile no puede expresarse del modo que lo hace y con la falta de educación y de ubicación que demostró no sólo en esta oportunidad, sino en reiteradas ocasiones. ¿Pero qué se le puede pedir a Basile si el presidente de la AFA es quien es y si uno de sus principales laderos amedrenta a periodistas en el estadio en el cual es amo y señor?

Basile acusó al periodista de haberse dado vuelta, ya que años atrás le había dado una nota en exclusiva de dos horas, como si esa circunstancia comprase inmunidad a las críticas. Según la perspectiva adoptada podría decirse que fue el propio entrenador el que se dio vuelta con él mismo, ya que aquel equipo que disputó el Mundial del 94 (y también las selecciones campeonas de América en 1991 y 1993) presionaba, jugaba al ataque y se disponía en campo rival. Muy lejos de aquello está la actual selección, cansina y adicta al manejo intrascendente de la pelota.

En una nota televisiva con Jorge Ginzburg, Diego Armando Maradona criticó el juego tedioso de la selección y aseguró que eso está bien si se va ganando una final ante Brasil o Alemania, pero que no tiene sentido ante equipos como Venezuela y Chile. Seguramente, pese a las criticas, Basile no le saldrá al cruce a Maradona como sí lo hizo con Román Iucht.

En el plano futbolístico, bien vale señalar que las dos victorias conseguidas lejos están de poner a la poner a la selección argentina a la altura de los equipos más poderosos. Los dos magistrales tiros libres del Riquelme ante Chile, ejecutados con potencia, precisión y maestría, no lo convierten en uno de los mejores jugadores del planeta. Argentina sigue siendo un equipo que demuestra que ante rivales menores le sobra con la enorme jerarquía de sus jugadores, pero cuando la exigencia se eleva, cuando delante está uno de esos equipos a los cuales hay que ganarles a partir de los cuartos de final de un Mundial, entonces no da la talla.

Por todo esto, Basile no debería buscar fantasmas en los periodistas que no están de acuerdo el juego del conjunto que dirige y lo critican sin ninguna finalidad oscura; contrariamente a lo que hizo alguno de sus amigos periodistas con la selección de Bilardo. No es en la prensa donde Basile debería buscar las causas que lo llevaron a ser goleado por Brasil las dos veces que lo enfrentó.
(Foto: Supergol.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

sábado, 13 de octubre de 2007

Con las mismas seis letras, una diferencia enorme

Bielsa y Basile. Esos dos apellidos se conforman con las mismas seis letras. Claro que se trata de una mera coincidencia. Es amplísima la distancia entre ambos entrenadores. Si bien la realidad es la que es y las cosas están como están, no deja de hacérsenos sumamente doloroso a muchos que Chile, país de infinita menor historia futbolística que Argentina, tenga un entrenador -argentino- tanto más capaz y valorable en múltiples sentidos que el propio DT albiceleste.

El hombre asomará por el túnel con su clásico perfil bajo, sin colocarse jamás por delante de los jugadores. Con la mira fija en ningún lado y a paso vivo buscará su lugar en el banco de suplentes... esta vez será el visitante. Marcelo Bielsa no pasará desapercibido en su regreso al Monumental. Es una incógnita saber si el público argentino reconocerá la valía de este enorme técnico o si lo abucheará vaya a saber uno preso de qué odios. Misterio aún mucho mayor es saber qué sentirá el hombre en cuestión en ese momento. Cómo nunca, como siempre en él, la procesión irá por dentro.

Bielsa dejó indudablemente un sello. Una vocación ofensiva como prácticamente nunca tuvo la selección argentina. Un esquema de presión, un torbellino de fútbol que no pasó desapercibido en cada lugar donde jugó; de este lado del océano, del otro, o en cualquier latitud. Se quedó afuera del Mundial en primera ronda, es cierto; quienes tienen memoria corta recordarán siempre eso por sobre todo.

Los muchos que aún lo atacan, chocan contra el elogio inocultable en palabras de reconocimiento y ojos iluminados de admiración de los jugadores que estuvieron bajo sus órdenes. Se trata de futbolistas curtidos, que tuvieron a los más renombrados entrenadores, pero no dudan en señalar al rosarino como el mejor de todos. Motivos que tal vez nunca se terminen de saber lo alejaron de la selección argentina cuando iniciaba la recta final del camino hacia su revancha mundialista. De todos modos, indudablemente, dejó su legado.

Bielsa es un valor agregado, pero Chile no deja de ser Chile. Esto no es ser peyorativo ni subestimar al fútbol trasandino, pero la historia del fútbol mundial marca qué lugar ocupa La Roja en el Planeta Fútbol. Tuvo poco tiempo de trabajo como para transmitirle su identidad al equipo chileno. Se agrega que los jugadores de los que dispone, dicho está, no son los mejores. Por el peso específico de sus futbolistas, Argentina está en condiciones de imponerse con tranquilidad y holgura. Pero si Bielsa puedo lograr junto con sus dirigidos un proceso intensivo de trasmisión y asimilación de conceptos, entonces Argentina, atada a un único y estático libreto, deberá sortear un partido que puede presentarle múltiples complicaciones.

Regresa Bielsa al Monumental y lo hace como técnico de Chile. Paradojas del destino, buscará vencer a la selección argentina quien durante seis años se desvivió por moldear un equipo protagonista a fuerza de trabajo incansable, sin dejar todo librado a un buen dormir, slogan favorito de los haraganes que atan el destino de su equipo a la inspiración con que se levantan los jugadores el día del partido.
(Foto: Diariohoy.net)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 9 de octubre de 2007

Sólo se recordará si hay un nuevo campeón

El único camino que puede recorrer este campeonato Apertura 2007 para ser recordado en el futuro es por darle al fútbol argentino un nuevo campeón. Lanús -que es seguramente el equipo que mejor juega- Tigre y Banfield son de los conjuntos que están arriba los únicos que nunca dieron la vuelta olímpica. Grato sería que este certamen sirva para agregar otro nombre al cuadro de los festejaron al menos un título. Esta circunstancia no se da desde hace 23 años, cuando Argentinos se quedó con el Metropolitano de 1984.

En contra de estos equipos pesa el vértigo que pueden sentir de verse arriba con la presión propia y ajena de dar el gran golpe de sus historias y el hecho de pelear con equipos ya curtidos en esto de festejar, como Boca, River (a seis del líder pero con el envión de haberse quedado con el superclásico) e Independiente, pese a que los de Avellaneda muy lejos están de festejar con la periodicidad que lo hicieron hasta antes de comenzar la mediática década del 90.

La irregularidad del campeonato, contrariamente a lo que puede parecer a primera vista, no pone a los clubes chicos con las de ganar. La historia del fútbol argentino marca que los equipos no habituados a la gloria de un campeonato han necesitado para consagrarse no de un certamen de las características del actual, sino de campañas brillantes. Así ocurrió con Estudiantes al trasformarse en el primer campeón por fuera de los cinco tradiciones grandes a finales de los 60, con Huracán y los rosarinos que festejaron en la década del 70, con Argentinos y Ferro en los 80, con la instauración de Vélez entre los grandes en el decenio pasado y con la arrolladora etapa final del Pincha de Simeone.

El presente campeonato es parejo por su chatura futbolística. Está para cualquiera de los diez primeros de la tabla porque ninguno de los 20 conjuntos logró trasponer la barrera de los cinco partidos sin caer derrotado. Iguala a poderosos y modestos por acumulación de errores y no por competencia de virtudes y variantes.

Si se hace una proyección de cara a las seis fechas que restan, se deduce que seguramente tendremos al campeón con menos puntos, más derrotas y más goles en contra desde que se disputan los torneos cortos. Poco le importará esto a los hinchas de Independiente, Boca y River si son campeones, pero en este torneo flaco la mejor noticia sería que se lo lleve uno de los chicos que, con buena historia en el fútbol grande de Argentina, nunca obtuvieron un título.
(Foto: Argentinosjuniors.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

sábado, 29 de septiembre de 2007

Operativo clamor

Alfio Basile, entrenador de la selección argentina, se puso a la cabeza del movimiento para evitar el ostracismo futbolístico de Juan Román Riquelme. Detrás de él se encolumnan varios periodistas y un considerable número de hinchas. El ex número 10 de Boca hace 75 días que no juega, pero el entrenador lo llamó a integrar el equipo nacional.

Riquelme podría haber elegido jugar con continuidad en un equipo, pero optó por el dinero. El Villarreal deberá pagarle 9 millones de dólares por los próximos dos años de contrato; de haber resignado ese dinero, el club español le hubiese dado la libertad de acción para seguir su carera en Boca y firmar un contrato no tan suculento pero también millonario.

Basile debe entender que Riquelme optó por esta realidad. El entrenador argentino se aferra a un esquema táctico con un clásico enlace y para él es JR el único capaz de ocupar esa posición. La pereza táctica del DT a la hora de buscar variantes y afianzar esquemas de trabajo es la que mantiene a Riquelme en el equipo, pese a que el propio seleccionador dijo tras la derrota ante Noruega que para ser convocado debía estar en actividad. Y es lógico que así sea, ya que ningún jugador, por más jerarquía que tenga, puede integrar un seleccionado sin continuidad de juego. Si Villarreal puede prescindir de Riquelme sin que disminuya su potencialidad, harto claro está que la selección argentina puede seguir el mismo camino.

Empeñado en una idea futbolística que fue digna del aplauso en su primer período como entrenador nacional, Basile insiste en esa tesitura, pese a que la realidad táctica y organizativa del fútbol hoy la hace inviable.

Seguramente son Messi y Tevez los dos mejores talentos albicelestes. Junto con ellos, Mascherano debe ser la tercera pata del trinomio a partir del cual se arme el equipo argentino, sostenido por un sólido y aceitado esquema táctico. Las características de estos tres, sobre todo las de los dos atacantes, nada tienen que ver con las de Riquelme; y menos con un Román inactivo. Se sabe que Basile lo lleva con un rol de primera figura, como el eje del equipo, entonces se desprecia -y por tanto desaprovecha- la valía de las estrellas de Balcelona y Manchester United.

Argentina, con los jugadores de los que dispone, no puede permitirse que su equipo nazca a partir de un técnico con un libreto de otro tiempo y un futbolista colgando en un club español de segundo orden, por el que ningún equipo europeo se interesó con seriedad y que pocas chances tiene de llegar en plenitud al próximo Mundial. Sería bueno que Basile revea su modo de trabajo, con el que hasta aquí no logró dar forma a un equipo de alto vuelo.
(Foto: Universalfutbol.es)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 11 de septiembre de 2007

Tachín, tachín

Evidente es que ciertos sectores mediáticos tienen fuertes intereses en el fútbol, materia prima de una empresa cada vez más rentable. Se trata de quienes atesoran el monopolio de las trasmisiones televisivas de los partidos. Desde estos canales, radios y diarios se vende (y vaya si lo logran) un campeonato al que no dudan en presentar como albergue de las más fuertes emociones. Sin embargo, la realidad plasmada en los campos de juego por los distintos equipos de Primera División expone una marcada chatura futbolística y una irregularidad inocultable.

El amontonamiento de los 14 primeros equipos (de un total de 20) en apenas tres unidades de diferencia cuando ya se disputó la tercera parte de certamen, la flaqueza de los líderes al obtener menos del 62 por ciento de los puntos en juego y que uno de esos punteros sea un equipo que hace tres meses jugaba en segunda división y hoy está arriba con prácticamente el mismo equipo que jugaba en el ascenso, son claros indicadores para dar cuenta del bajo nivel de este torneo. Nobleza obliga, este último dato no pretende ser peyorativo con Tigre, equipo de gran historia y que bien merecido tiene este presente de alegría para su populosa hinchada.

Los de Victoria marcaron 5 goles en 7 partidos y de esa cantidad de encuentros perdieron dos; tan sólo eso necesitaron para llegar a la cima de la tabla de posiciones. Mérito de los dirigidos por Diego Cagna es compartir la punta con dos equipos que disponen de mucho mejor material, como Independiente y Boca, quienes también ya sufrieron dos derrotas cada uno.

Un fútbol local tan deslucido, una selección que genera más interrogantes que certezas, la pelota en domingo sólo reservada para River y Boca, los evidentes "favores" entre la AFA y los medios más opulentos, no hacen más que flagelar a un fútbol que mantiene su status gracias al inagotable surgimiento de talentos; estos son lo que logran, en su inocencia, que "todo pase".
(Foto: Elcomercionline.com.ar)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

jueves, 23 de agosto de 2007

Otra prueba del error en el camino que se recorre

El dato objetivo, frío, de una derrota ante Noruega es de por sí preocupante. Pero lo es aún más si se analiza cómo se consumó esa derrota por 2 a 1 en Oslo. Genera un gran interrogante que una selección de tercer orden mundial tenga más dinámica, más noción de lo que quiere hacer y más alternativas (salgan estas o no) que el representativo albiceleste.

Se desprende de lo expuesto en cancha que todo lo que puede hacer la Argentina se limita a la jerarquía individual de cada uno de sus jugadores. Pero esto no alcanza, porque en todo orden de la vida no hay nada más fácil de desperdiciar que el talento; sin conducta y orden este no tiene manera de hacerse valer, de imponerse. En casi cualquier disciplina, si se trata de incrementar las posibilidades de llegar al éxito, entre alguien limitado en la cualidad en cuestión pero perseverante, trabajador y convencido y alguien talentoso pero anárquico, lo más probable es que el primero obtenga mejores dividendos.

El prometedor debut Ezequiel Garay, la vigencia de Javier Zanetti, la repentización electrizante de Lionel Messi (no como enlace, sí de delantero), la peligrosidad de siempre de Javier Saviola y los buenos 20 minutos finales del partido son hechos para destacar. Pero es poco para una selección del peso de la argentina.

El director técnico del conjunto nacional, Alfio Basile, dijo que “el partido lo ganó Carew”, a quien definió como “imposible de marcar”. Si la selección argentina perdió un partido contra un centro delantero en el ocaso de su carrera, alejado hace rato de los primeros equipos de nivel europeo, es algo por demás preocupante. Si Carew es “imposible de marcar”, ¿qué quedará a la hora de enfrentar a delanteros de fuste mundial como Van Nistelrooy, Schevchenko, Henry, Eto´o, Luca Toni o David Villa? La chatura de las explicaciones de Basile ante la prensa tienen su correlato en la endeblez esquemática de su equipo en el campo de juego.

El entrenador (y también casi todos sus dirigidos) expresó de conformismo, pese a lo adverso del resultado y la mala prestación del equipo en tierras nórdicas. El inicio de las eliminatorias mundialistas está cerca, pero todavía queda un largo trayecto hasta Sudáfrica 2010. Basile deberá repensar su tarea, su idea de juego, su apreciación del fútbol actual y entender que sólo se mejora con más y mejor trabajo, con el laborioso armado de una red táctica que pueda contener la muy buena calidad de los elementos de los que dispone.
(Foto: Espndeportes.espn.go.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

domingo, 12 de agosto de 2007

Una grata noticia

Marcelo Bielsa vuelve al fútbol, lo cual constituye, en sí mismo, un hecho positivo. Siempre hay que agradecer la vuelta al ruedo de los sabios; y, en materia futbolística, Bielsa lo es. Su regreso implica una inmensa recuperación. Gana el juego con alguien obsesionado en mejorarlo y buscarle variantes. Gana la ética en un ambiente dominado por la peor calaña. Gana el debate futbolero con altura, que tendrá otra vez a uno de sus máximos exponentes a nivel mundial, a alguien que lo enriquece cada vez que se expresa.

La chatura conceptual que domina el fútbol actual encuentra una vía de escape para quienes presten -además de su razonamiento- sus ojos para ver lo expuesto por sus dirigidos y sus oídos para recibir la catarata de riquísimos conceptos que vertirá públicamente. Bielsa volvió, con la convicción de sus ideas y a la vez renovado, para traer aire puro a un ambiente viciado. Su figura se eleva de la media por capacidad y ética: Bielsa encarna una filosofía particular en el modo integral de entender el fútbol.

El rosarino decidió aceptar la propuesta para hacerse cargo de la selección chilena y asume así el desafío de clasificar a los trasandinos a la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010. Pone de este modo fin a un ostracismo voluntario que el 14 de septiembre próximo hubiese cumplido tres años.

El regreso presenta matices. Su conocimiento del juego y su modo de trabajo hacen que, a primera vista, el lugar escogido para el regreso resulte poco. Se agregan, también, graves faltas de conducta en Chile, algo de lo que se supo tanto en la selección mayor durante la Copa América como en la Sub 20 en el Mundial de Canadá; esto tal vez dificulte su trabajo. Además, la prensa local, tanto la deportiva como la amarilla, no le tendrá piedad.

El hecho de que Marcelo Bielsa dirija al otro lado de la cordillera de Los Andes llama a una profunda reflexión en el fútbol argentino, el cual debe pensar qué se ha hecho mal para perderse de tal valor. Chile, país con un pequeñísima historia futbolística si se lo compara con Argentina, tiene ahora un entrenador de mucha mayor capacidad que la poderosa selección albiceleste.

Los adictos al morbo y los detractores que lo siguen esperando con el cuchillo bajo el poncho tendrán su jornada de lujo en la primera fecha de las próximas eliminatorias mundialistas, cuando Argentina reciba a Chile en el Monumental. Duele ya, de sólo pensarlo, imaginar a los imbéciles que lo van a insultar a rabiar cuando se acerque al banco de suplentes. Pero seguramente no faltarán las muestras de apoyo y reconocimiento.

Vuelve Marcelo Bielsa, un didacta y un artesano del fútbol, que recupera así a un pensador de lujo. Su altura y jerarquía bien podrían haberlo colocado en un lugar de mayor relevancia, pero eligió un proyecto en el que seguramente tendrá garantizado el largo plazo y en el cual habrá detectado algo, una motivación y una potencialidad, que sólo su fina percepción puede captar.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

miércoles, 8 de agosto de 2007

Emigración compulsiva

Maximiliano Moralez decidió tomarse una licencia de un par de años en su carrera de futbolista a cambio del dinero que seguramente le haga abortar cualquier futura posibilidad de penuria económica alguna. Eso es lo que le ofrece la liga rusa, en la cual vestirá la camiseta del FC Moscú. El mismo camino eligió otro jugador de jerarquía: Mauro Zárate se desarrollará en el Al Saad del tan millonario como aficionado fútbol de Qatar. Tiempo atrás, había partido al fútbol de la Siberia Fernando Cavenaghi, quien con apenas más de 20 años ya superaba los 50 goles en Primera con los colores de River (transformándose en uno de los máximos 25 artilleros en la historia del club) y se perfilaba como posible centrodelantero de la selección. Su carrera, no sólo con gran futuro sino con un auspicioso presente a la hora de dejar Núñez, se diluyó de tal manera que nunca recuperó su estirpe de dúctil y temible goleador; hoy lucha por un lugar entre los suplentes del Bordeaux francés. Habrá que ver cuál será el costo deportivo para Moralez y Zárate.

No se puede juzgar a las personas cuando las decisiones que toman no afectan a terceros. Menos aún cuando lo aceptado por estos chicos asegura no sólo su futuro económico, sino también el de sus familias. Pero cabe preguntarse si tan sombrío era el panorama para estos talentos juveniles de haber rechazado esas ofertas.

Se trata en los tres casos mencionados (Moralez, Zárate y Cavenaghi) de jugadores que tenían por delante un futuro de muchas luces. Decidieron, sin embargo, tomar otro camino, mudándose a ciudades de las que seguramente poco o nada conocían antes de hacer pie en el aeropuerto correspondiente, sin pensar que de las 24 horas del día no más de 2 le dedican al fútbol. Podrían haberse quedado a la espera de una oferta más conveniente para sus carreras futbolísticas, su futuro financiero y sus vidas cotidianas; y en el caso de que éstas no llegasen, el panorama para ellos era el de seguir siendo figuras destacadas de la Primera División argentina, lo cual da prestigio y el dinero suficiente para vivir sin absolutamente ninguna necesidad y con varios lujos.

Javier Saviola también se fue joven, pero para fichar en un grande mundial como el Barcelona y acomodarse en la Ciudad Condal, en la que muy difícil es no sentirse a gusto. En casos como este la ida no merece discusión, incluso tampoco cuando los juveniles parten al fútbol europeo sabiendo que les costará ganarse un lugar en los poderos equipos que los contratan. Lo llamativo es cuando se someten voluntariamente a un destierro deportivo y social.

Si bien se hace absolutamente comprensible que vayan a exóticos destinos del Planeta Fútbol quienes militan en clubes chicos, del ascenso o aquellos a los que poco les queda de carrera, no lo es en jóvenes con las cualidades suficientes para destacarse. El talentoso Guillermo Barros Schelotto nunca quiso irse de Boca; se convirtió en uno de los máximos ídolos en la historia del club, en figura de nuestros torneos y acumuló varios ceros en sus cuentas bancarias, para recién entonces irse a buscar una jubilación a un fútbol menor como el de Estados Unidos. Bueno sería que su ejemplo fuese tomado por las nuevas generaciones.

La gerenciadora de Racing, Blanquiceleste S.A., a través de su titular, Fernando De Tomasso, aseguró que nada se puede hacer contra una oferta tan suculenta y que ante tamañas cifras no hay manera de retener, en este caso, a Maximiliano Moralez. Racing no necesitaba de nada para retener al pequeño y escurridizo mediocampista, puesto que este tenía firmado un vinculo contractual que estaba vigente. Pero los manejos en nuestro fútbol dejan claramente en evidencia que no son los jóvenes futbolistas los únicos que ganan al emigrar; incluso en muchos casos claramente son utilizados como mercancía de cambio y el rédito lo llevan oscuros personajes de saco y corbata.

Es llamativo el desprecio que muchos juveniles muestran por su profesión. Se van corriendo de los entrenamientos y ante la primera oferta de varios ceros se toman un avión a latitudes desconocidas. Pareciera que los chicos ya no sueñan con ser futbolistas, sino con ser millonarios y el fútbol es apenas un medio para lograrlo.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

martes, 7 de agosto de 2007

Medidas inexistentes

El iniciado torneo Apertura, del cual se disputó apenas una fecha, produjo en la previa más noticias entorno a las cuestiones organizativas, que a lo estrictamente futbolístico. Un mercado devaluado, que se sintetiza en la lucha entre River y Racing por contratar al ignoto portero correntino Hilario Navarro, y las medidas vinculadas a acotar la cantidad de público visitante explican el porqué de esa realidad mediática.

La AFA determinó que en aquellos estadios en los cuales no hay butacas en las tribunas visitantes sólo se pueda poner a la venta la mitad de las entradas del total de la capacidad. Así, por ejemplo, el viernes, en el inicio del torneo, Estudiantes dispuso de 4.500 localidades en la popular visitante del estadio de Banfield. La medida enfureció a los hinchas, quienes argumentan que ese no era el camino para frenar la violencia, ya que los barrabravas causantes de los disturbios no tendrán problemas de ingreso a las tribunas. La custión es aún más delicada en las categorías del ascenso, para las cuales se dispuso nula concurrencia del público visitante.

La muy poca elegancia de la dirigencia del fútbol argentino y del establishment mediático, conjunción responsable de todos los desaguisados de los últimos años, hizo que la disposición de reducir la asistencia del público visitante coincidiera con la nueva oferta de poder ver por televisión (mediante distintas opciones pagas) los diez encuentros de cada fecha de Primera División. La opulencia y el descaro todo lo pueden.

Pero si la determinación de populares visitantes flacas de por sí irritaba a los simpatizantes, más fastidio causó aún luego de la primera fecha, cuando en varias tribunas de la visita pudo apreciarse claramente que la asistencia era superior al 50 por ciento de la capacidad. La concurrencia de los seguidores de Tigre en La Plata y de los hinchas de Racing presentes en Bahía Blanca son los dos más claros ejemplos.

También se había asegurado que se respetarían los horarios de inicio de los partidos y los 15 minutos de entretiempo, pero parece que los relojes no funcionaron bien. Además, se advirtió antes que comenzase a girar la pelota que se controlaría el número de personas inmediatamente fuera del campo de juego; entonces, ¿qué hacía Agüero al lado del banco de suplentes de Independiente en el choque entre el Rojo y Lanús en Avellaneda? Claro que en el rubro nada supera a lo que cada domingo se ve en la Bombonera, este fin de semana con el agregado del festejo por la obtención de la Copa Libertadores. Mauricio Macri nunca pudo darle orden al estadio de Boca, tampoco limitar el accionar de los violentos, ni ofrecerle condiciones dignas a los espectadores de la popular. No lo pudo hacer en un estadio, pero asegura que lo logrará en una ciudad por la que transitan cada día 8 millones de personas.

Si todo esto se dio en la primera fecha, no hace falta tener demasiada imaginación para proyectar qué habrá sido de estas medidas al finalizar el torneo. Claro está que en ninguno de los medios que más y mejor rédito sacan del negocio del fútbol se mencionó cuestión alguna sobre estas falencias; sino basta con el ver el suplemento deportivo del diario más vendido del país, que el lunes posterior al primer fin de semana futbolístico de la nueva temporada dedicó sus primeras cuatro páginas a un futbolista que no jugó.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

miércoles, 25 de julio de 2007

Festejo de hoy y decepción de mañana

Fue allá por 1990 que la selección argentina, entonces dirigida por Carlos Bilardo, llegó por última vez a la final de una Copa del Mundo. La presencia albiceleste en partidos definitorios se prolongó con las obtenciones de las ediciones 1991 y 1993 de la Copa América, ya con Alfio Basile como entrenador. Tan sólo dos años después, en 1995, llegaba el primer campeonato Sub 20 de la era Pekerman y el segundo la historia del fútbol argentino, después de aquella estupenda conquista en Japón 1979 con Diego Maradona y Ramón Díaz como figuras.

El inicio del abrumador predomino en los juveniles coincide entonces con el comienzo de la sequía de trofeos de la selección mayor. Así, se impone buscar las relaciones de causalidad. Revisar si formar campeones para hoy no es contraproducente para el futuro, entender si es la distancia temporal entre la participación juvenil y una convocatoria a la mayor la que diluye el proceso, reflexionar sobre si el salto tempranero a las ligas extranjeras (para cobrar suculentos sueldos pero muchas veces para no jugar) es conveniente y analizar si los procesos no se desarticulan al caer en los extremos apresurar o innecesariamente relegar a los más jóvenes. Superar esa sangría, ese defasaje, entre juveniles y mayores es el principal desafío del fútbol argentino.

Aquella conquista en Malasia, fue el primer eslabón de una impresionante serie de títulos que se estiró recientemente con la coronación en Canadá. La hegemonía argentina ostenta cinco conquistas en las últimas siete ediciones de la Copa del Mundo Sub 20. Si se toman los tres últimos campeonatos obtenidos, Argentina 2001, Holanda 2005 y Canadá 2007, se agrega el destacadísimo valor individual: Javier Saviola (quien había sido negado por River para Nigeria 1999) en nuestro país, Lionel Messi en la tierra de los molinos y Sergio Agüero en suelo canadiense fueron galardonados con el Balón de Oro al mejor jugador del campeonato y también con el Botín del Oro al máximo goleador del certamen. Y la lista de figuras mundialistas Sub 20 no debe omitir a Pablo Aimar, Juan Román Riquelme, Esteban Cambiasso y Maxi Rodríguez, entre otros. Lo cierto es que, pese a las diversas recetas, el oro de los chicos no encontró la alquimia para ser más tarde el oro de los grandes.

Argentina es uno de los peso pesado del fútbol mundial, pero su ausencia en instancias definitorias oxida su prestigio. Es cierto que en el pasado reciente disputó tres finales, las de la Copa América de 2004 y 2007 y la de la Copa de las Confederaciones 2005, certamen de que sólo participan 4 equipos. Perdió las tres (las de 2005 y 2007 por paliza) ante el mismo rival: Brasil. En actuaciones mundialistas, Argentina hace 17 años que no gana en 90 minutos un partido de instancia definitoria; la última vez fue el 1 a 0 justamente ante Brasil en los cuartos de final de Italia 90.

En los las selecciones juveniles se trabajó muy bien y a conciencia; ahí está una de las principales razones del éxito. Tampoco hay que desconocer que varios chicos al jugar una Copa del Mundo juvenil ya teníann roce en un fútbol competitivo como el de la liga argentina. Lo cierto es que muchos de los que brillaronn en los mundiales para menores sirvieron para jerarquizar a poderosos clubes europeos, pero no han podido darle a la Argentina un título. Entonces, los campeonatos mundiales juveniles obtenidos por Argentina son festejados además de por nuestros chicos, con su genuina alegría, por los clubes más acaudalados del mundo, porque saben que uno de sus máximos proveedores de talentos funciona a la perfección. En tanto, las frustraciones en la selección mayor se acumulan.
(Foto: Clarin.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

viernes, 20 de julio de 2007

La ida de Roberto Fontanarrosa

La pena recorre todo el país. Por supuesto, tiene su capital en Rosario. Pocas veces un hombre es tan de su pueblo, como el Negro Fontanarrosa. Construyó una leyenda desde sus pagos, desde el bar El Cairo, desde su Rosario Central. Nunca se dejó tentar por la ciudad por donde se sospecha que pasa la felicidad. Desde el punto de vista profesional para todos es la Meca, nunca se sabrá por qué. Por apego a sus cosas, él decidió quedarse en Rosario. El Negro Fontanarrosa es Rosario y por eso las lágrimas estarán en cada uno de los habitantes de la ciudad, incluidos los hinchas de Newell´s, que lo han querido y lo han respetado, aún a sabiendas de que su corazón (...) siempre latió por Rosario Central.”

“Algunas cosas en las que no tuvo nunca razón. Él se creyó un hombre de las cosas populares, un hombre del fútbol. Es un hombre de la literatura, de la alta literatura. Es uno de los grandes literatos argentinos. Estar tan vinculado a lo popular, escribir tantas veces cuentos del fútbol, lo alejó un poco de la consideración intelectual, que en ese sentido es bastante soberbia. Pero cualquier buen lector, cualquier avisado lector, entrenado lector, sabe que lo que el Negro Fontanarrosa produjo siempre fue literatura.”

“(...) La gente que empieza el diario Clarín por la última página para ver cuál es el chiste de Fontanarrosa en cada jornada, quizás también se llamó a confusión y creyó que era un dibujante, ingenioso, de los tantos que la Argentina da; como en todas las actividades, verdaderos talentos. El Negro Fontanarrosa era muchísimo más que eso.”

“Pero además, Fontanarrosa construyó una leyenda paralela, la de buen tipo, la del buen hombre, la del ser humano humilde, y eso lo hizo mucho más querible. Cuando nos acercamos los seres comunes a los especiales siempre tenemos alguna reserva. `¿Será como parece?, ¿será el mismo ser humano que se trasunta a través de los libros, de los reportajes?´ Sí, en el caso de Fontanarrosa era un excelente tipo. (...)”

“No hay programa que pueda soslayar la pena profunda porque se ha ido uno de los más notables argentinos de todos los tiempos. Son años de alegrar la vida, con sus dibujos o sus cuentos. Son años de mejorar nuestra capacidad de lectores, a través de su muy importante literatura. Son años de cruzarnos en ciudades de cualquier parte del mundo, o aquí en Buenos Aires, y disfrutar de la charla con él, de la que nunca era protagonista. Siempre tenía la tendencia a escuchar, como si él no tuviera nada para contar y toda la catarsis de sus vida la hiciera desde sus dibujos y sus escritos.”

“Un altísimo argentino, de los más grandes, ha dicho hoy `hasta siempre´ para quedarse para siempre en la leyenda de los grandes tipos y de los grandes hombres que se han expresado a través de los medios en el país.”

“Estamos muy tristes. Nos parte el alma pensar que se fue Fontanarrosa y ni siquiera nos alivia que a lo mejor él lo quiso. Porque fue penosa la última etapa de su vida. Porque daba mucha lástima encontrarlo en el teatro Ateneo la última vez y no acercarme a saludarlo, esquivar a la gente que se le acercaba y le entregaba algo que él no podría soportar seguramente, que era un cacho de piedad. Más la curiosidad que significaba verlo en una silla de ruedas, a él todo vitalidad, todo sonrisa, todo abrazo. A lo mejor quiso morirse.”

“Haya ocurrido como fuese, lo que tenemos que decir es que estamos con una pena grande, intensa (...). Un abrazo grande, lo alcanzamos con un abrazo grande, lo llevamos en los brazos de todos hasta el lugar que se merece, porque si hay Cielo allí va a estar el Negro Fontanarrosa.”


Víctor Hugo Morales, en el inicio del programa Competencia, por Radio Continental, del jueves 19 de julio de 2007.


Palabra del Negro

“Yo llego a escribir sobre fútbol porque que me gusta el fútbol, no porque me guste la literatura, que me gusta. Entonces, el entusiasmo a mí me parte del fútbol y llego a la literatura, no al revés. Pienso que todas las largas horas que yo dediqué a leer El Gráfico, a leer el Goles, a escuchar partidos de fútbol, a ir a la cancha, a cuando era chico ir a ver la tercera, la reserva y la Primera...”

“Por ejemplo, hubo escritores que se dedicaron a leer, totalmente legítimo como expectativa. Entonces, yo, realmente, cuando estoy entre futbolistas, entre técnicos, entre periodistas deportivos es como que estoy al tanto de todo lo que se habla, y no me pasa lo mismo con los escritores.”

Se fue un genio

Con la partida de Roberto Fontanarrosa queda un vacio imposible de llenar en la cultura popular. Como todo genio, nos deja su obra como legado para la posteridad. Su literatura, sus dibujos y su humor eran ya, desde hacía rato, objeto de culto.

Escribí alguna vez cuentos de fútbol; por él, claro. Pero cuando uno quiere escribir un cuento de fútbol después de haberlo leído al Negro no puede más que sentirse como un elefante tratando de jugar a la bolita.

Le digo Negro, sin embargo, desgraciadamente, jamás lo vi en persona. Pero era él quien permitía en todos los demás ese acercamiento. Siempre se sintió alguien del llano, pese a su inconmensurable talento.

Se fue Roberto Fontanarrosa, un genio.
(Ilustración: Negrofontanarrosa.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

lunes, 16 de julio de 2007

Argentina, entre luces y sombras

La selección llegó hasta la final de la Copa América disputada en Venezuela por méritos propios. Hizo lo que debía hacer: imponerse a rivales que eran mucho menos. Pero en la instancia definitoria el conjunto albiceleste fue superado por un Brasil que, sin tener mejores jugadores que Argentina, supo planificar un partido haciendo una buena lectura de lo que era su rival y cómo podía vulnerarlo. Una transición rápida con la búsqueda de posiciones ofensivas en pocos toques fue una de las premisas; la otra un sólido ordenamiento defensivo. En cambio, la planificación táctica del conjunto dirigido por Alfio Basile brilló por su ausencia. Además, la diferencia de ritmo entre un equipo y otro fue asombrosa; no hubo equivalencias.

Se cayó sin objeciones ante el primer rival serio que se tuvo por delante. México también es un equipo de temer, pero no está a la altura de Argentina y los grandes del mundo del fútbol, y menos aún sin varios de sus mejores hombres. El toque elegante pero intrascendente en la mitad de la cancha sirve para ganarle a los suplentes de Estados Unidos, a una Colombia perdida hace años, a Perú y a un diezmado México. Pero ante los rivales de peso, a los que hay que ganarles para conseguir algo, no se puede jugar sin un soporte estratégico. Se evidenció ante un pseudo-Scratch, ya que a sus mejores figuras las dejó de vacaciones.

A partir de un ataque de lujo y con momentos de un fútbol muy vistoso, Argentina superó a cada uno de los cinco rivales que enfrentó camino al encuentro definitorio. Pero ese virtuosismo ofensivo escondía lo que de todos modos estaba presente: el vacío táctico, la ausencia de una estructura que sostenga los buenos talentos individuales. Un muestra de la falta de planificación se vio en la idéntica ejecución de cada uno de la gran cantidad de tiros libres de los que se dispuso en la final, buscando siempre a Gabriel Heinze por el fondo: salió ante México, entonces esa se convirtió no en la mejor, sino en la única opción de pelota parada.

La actuación de la Argentina camino a la final generó un entusiasmo desmedido, fogoneado por los medios más opulentos (a los cuales Basile les cae como anillo al dedo) y comprado con ganas ese discurso por la mayoría. Pero lo hecho en cancha ante Brasil recordó las malas actuaciones del equipo en sus presentaciones europeas antes de la Copa América.

Ya de regreso en Buenos Aires, Basile aseguró que “cuando se enfrentan dos potencias gana el que se levanta mejor”, es decir que todo se limita para él a tener dulces y agradables sueños. Es un técnico con gran talento para elegir jugadores, pero su tarea no debería terminar ahí. Si a la buena selección de futbolistas, a la formación de grupos y a los asados no se le agrega mucho tiempo de trabajo, con ensayos y variantes, no hay forma de pelear por un título.

Argentina es un equipo laxo y anodino. La calidad de jugadores de los que dispone le permite tener la pelota en la mitad de la cancha con una infinidad de pases. Pero entra a la zona donde se puede dañar al equipo rival por la abertura de las defensas que tiene enfrente y no por buscar perforar los sistemas defensivos. La selección cae en el infantilismo de una tenencia de la pelota abusiva, un manejo intrascendente que no sólo exaspera, sino que incluso se hace peligroso. Sólo Messi y Tévez, por su verticalidad y su ánimo de resolver jugadas, de terminarlas, escapan a la parcimonia generalizada.

Claro está que los jugadores, por errores de resolución y por una actitud que no es la que se espera para una partido de tanta envergadura, tienen su parte de responsabilidad por la actuación ante Brasil. Pero el problema central nace de la idea que se tiene del juego, de la concepción del mismo, por parte del cuerpo técnico. Basile tenía a su disposición el mejor plantel del certamen y uno de los mejores que pueden armarse en el mundo entero; ocurre que sin horas de trabajo, sin rigor táctico, sin una amplitud estratégica que permita entender que Brasil (Italia, Holanda, Alemania...) no es Perú, no hay manera de hacer cosas importantes.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

domingo, 1 de julio de 2007

Al Maestro, con cariño

Juan José Lujambio, el Maestro para todos, fue un periodista de raza, un tipo con un profundo amor por esta profesión, uno de los más grandes de la historia de la radiofonía argentina. Transparente, recto, honesto, noble, generoso, desconocedor de cualquier vanidad, respetuoso, portador de una candidez única y trabajador incansable, este orgulloso oriundo de Marcos Paz consiguió, sin buscarlo, el respeto y el cariño de todos.

Nos quedará para siempre su estilo, su obsesión por las estadísticas, la información precisa y su prédica de una Argentina federal, dando siempre el lugar de nacimiento de cada uno de los deportistas a los cuales se refería y agregando alguna particularidad de dicha ciudad. Nos deja frases y conceptos que ya están para siempre, como el de superclásico, ya que fue este monstruo sagrado de la radio el primero que lo pronunció. Pero sobre todo nos quedará, para los que tuvimos la infinita fortuna de gozar de su trato amistoso, la bondad de un hombre con un corazón gigante.

Trabajó como periodista durante 50 años, con el valor agregado de la vigencia. Desde finales de la década del 70 lo hacía en radio Mitre como la inconfundible voz de los estudios centrales en las transmisiones deportivas. Fue él quien inventó esa tarea en el éter. Mimó su pasión por la radio hasta los últimos días y no dejó, pese a las dificultades por la dura enfermedad que lo aquejaba, su lugar de trabajo.

En tiempos de Internet y grandes equipos de producción, el Maestro siguió sólo con su memoria prodigiosa, su máquina de escribir, la agenda a puño y letra, la guía telefónica y el teléfono, aliado para conseguir cualquier información, porque la olía como nadie y sabía por dónde seguirle el rastro. Así, a la antigua, en la era cibernética, Don Luja seguía siendo el número uno.

Desde aquí, el modesto agradecimiento a este enorme periodista y bellísima persona, quien me brindó su amistad y su enseñanza, con esa humildad que sólo los grandes de verdad tienen. Adiós, Maestro.
(Foto: Tea.edu)

Patricio Insuapatinsua@gmail.com

martes, 26 de junio de 2007

Buscar la tragedia

La tragedia anuncia su llegada y en lugar de tomar recaudos para impedirla se le allana el camino para que no tenga contratiempos. Un semestre dominado por la violencia de la barrabrava de River, por los manejos de Rafael Di Zeo y los suyos en Boca y por los inquietantes episodios en varias canchas del ascenso (el último y más difundido el del encuentro entre Almirante Brown y Estudiantes de Caseros en la cancha de Racing) no podía terminar de otra manera que esta, con otra vez la tragedia de un hincha muerto. Y, lastimosamente, suena a fortuna que solamente se sume en 2007 un muerto más a la lista de caídos en el fútbol, que ya llega a 222. La última cruz en esta nefasta estadística lleva el nombre de Marcelo Cejas, hincha de Tigre de 41 años, cuya cabeza fue blanco de un piedrazo y su cuerpo agonizante en el suelo receptor de todo tipo de golpes.

La incapacidad y corrupción de los dirigentes, tanto de la Asociación del Fútbol Argentino como de los clubes, de la Policía, del poder político y de los Tribunales ocupan un lugar protagónico. Es una verdad de Perogrullo que la violencia engendra más violencia. Y es porque se actúa violentamente desde los sectores que deberían hacer que ir a una cancha de fútbol sea un disfrute y no una hipoteca de la propia integridad y hasta la vida que tenemos esta realidad de la cual sólo se da cuenta cuando estalla ante los ojos.

La AFA es la roca madre de todo, su violencia más visible se ejerce desde el Tribunal de Disciplina, que desde hace años noqueó cualquier idea lindante con el concepto de Justicia: jamás se mete con los poderosos y sólo castiga esporádicamente a los que ya se encuentran de por sí condenados. Desarrolló afición por condenar perejiles. Si la organización del fútbol argentino fuera medianamente seria y transparente debería esta misma semana haber una durísima sanción para Chicago. No ocurrirá, porque en la AFA todo pasa. Todo menos él. Así, con el millonario ferretero mandamás del fútbol fuera del país, en uno de sus habituales viajes de primera clase, hoteles de lujos, exquisitas comidas y refinados vinos, ninguna medida se toma. Dicta a sus lacayos los pasos a seguir telefónicamente, porque absolutamente nada se hace o se deja de hacer sin su venia. De todos modos, si sancionaran a Chicago, los de Mataderos pondrían el grito en el cielo y con argumentos, ya que se trasformarían en un nuevo chivo expiatorio, porque antes la vista se hizo infinitamente gorda, hasta el dolor, y no hay que ser adivino para intuir que lo mismo seguirá ocurriendo.

Por su parte, los dirigentes de los clubes han decidido desde hace tiempo convivir con los barras, a los cuales les abren las puertas y les dan voz y voto en la vida institucional de los clubes. La mayoría de los directivos han entregado sus instituciones a los delincuentes de las tribunas, a la mafia de AFA y al saqueo de los medios de comunicación más poderosos. En tanto, se han preocupado por brindarles a los socios las peores condiciones posibles dentro de un estadio, o en la odisea de ingresar al mismo; paradigmático es el caso de Boca.

La Policía hace su aporte con malos operativos, zonas liberadas, vía libre para los barras, palazos para quien en una marea humana se desvía medio metro del sendero por ellos marcado y balas de goma y granadas de gases lacrimógenos disparadas indiscriminadamente.

El poder político y los Tribunales de Justicia por actuar en conjunto, y no de modo independiente como deberían hacerlo, comparten culpas. No intervienen la AFA, tarea que debería haberse concretado hace rato. Emplean a los barras para sus tareas sucias (cuando no en blanco y con buenos sueldos) y en el peor de los casos los detienen esporádicamente en celdas con puertas giratorias. Permitieron además que los líderes de las facciones más peligrosas que van a fútbol se transformen en celebridades y nada hacen con los que aparecen en primer plano en combate unos contra otros o frente a la Policía.

No queda exenta de culpa la pata mediática del monopolio de la pelota. Desde sus opulentos medios cubren las espaldas de varios de los responsables o dicen hacer su aporte tratando de apagar un incendio con baldazos de nafta. Defienden o señalan con dedo acusador de acuerdo a la contingencia, pero con cuidado de preservar el status quo que tan buenos dividendos les rinde.

En una sociedad violenta, el fútbol condensa esta conducta, ya que la mayoría de los que llenan las populares buscan a través de sus colores las satisfacciones que se les niegan en el día a día, o devuelven en un cancha la violencia que reciben cotidianamente. Entonces, con una sociedad que por golpeada se transformó en golpeadora y con quienes tienen mayor responsabilidad por el lugar que ocupan infectados con los peores y más dañinos vicios el resultado es el que está a la vista. Y suerte tenemos que tan triste conjunción no genere aún más tragedias.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

viernes, 22 de junio de 2007

Diez de Copa

Durante el último invierno boreal, Juan Román Riquelme atravesaba por su momento futbolístico más difícil. El Villarreal, club que meritoriamente logró ser considerado de segundo orden por su desempeño en las últimas ediciones de la liga española, prescindía de sus servicios como jugador. El conjunto que lo había apañado y donde era adorado por los hinchas le abría la puerta para invitarlo a salir por decisión del entrenador Manuel Pellegrini. Con los hechos consumados quedaría en claro que no se trataba de una relación necesaria, ya que a Riquelme le fue muy bien sin el Villarreal y el conjunto español continuó con buenas faenas sin el enlace argentino.

Un Mundial en el que no rindió de acuerdo a lo que de él se esperaba, la renuncia a la selección con excusas difíciles de aceptar en un futbolista profesional y las pocas buenas actuaciones en sus últimos partidos en el Submarino Amarillo oscurecían el horizonte de un jugador en el umbral de los 30 años.

Pero con la serenidad característica hizo su jugada. Una apuesta fuerte en la que colocó todas sus fichas y cuando la bola se detuvo hizo saltar la banca. Regresó a Boca, su lugar en el mundo pero donde la lupa sobre su juego tendría mayor aumento para no perder detalle, y tuvo, muy posiblemente, el mejor semestre de su carrera. Con su alquimia futbolística trasformó todos los signos de interrogación por sus últimas actuaciones y los meses de inactividad que arrastraba al llegar al club de la Ribera en coloridos signos de admiración. Si por sobre todos los nombres resalta y queda en la historia el de Carlos Bianchi por las Copas Libertadores obtenidas en 2000, 2001 y 2003, la edición 2007 le guarda ese lugar a Riquelme. En los últimos años pocas veces un jugador fue tan decisivo para la obtención del máximo trofeo sudamericano como en esta oportunidad el número 10 de Boca.

Juan Román Riquelme cambió. Mantuvo su esencia, pero le agregó un plus. Mostró una verticalidad y una movilidad que antes no aparecían en su juego; pruebas de esto son el golazo ante Racing por el torno local y su segundo tanto en la final ante Gremio en Brasil. Los números dan cuenta: con 8 tantos, 3 de ellos en las finales, fue el goleador de Boca en la Libertadores. En otros tiempos Riquelme lanzaba pases deliciosos pero no acompañaba la jugada, no pisaba el área, mientras que en esta nueva versión fue habitual verlo terminar una acción de ataque (hayan sido gol o no) en posición de centro delantero. El segundo gol en Porto Alegre, al empujar al pelota a un metro de la línea de gol luego de 80 minutos de juego y con el marcador global 4 a 0 dan cuenta de un renovado Riquelme.

Sumó también voz de mando. Se transformó en referente de los más jóvenes, en el encargado de juntar a sus compañeros en la mitad de la cancha en las buenas y en las no tan buenas y se puso por delante cuando hubo que enfrentar a la prensa.

Como ya se habrá acostumbrado el propio Riquelme, en su vida como jugador hay cataratas de rosas o lluvia de espinas. Nunca dejará de dividir las aguas, algo raro en un jugador que sólo se expresa con su juego, porque jamás se escuchó de él una declaración altisonante, provocadora o fuera de lugar. Hoy Riquelme es claramente el mejor jugador del fútbol sudamericano y buscará ratificarlo en la Copa América, ya que a su gran momento se agrega el regreso a la selección. Habrá que ver si su día a día continuará en Boca o, como se rumorea, en uno de los más grande de Europa, con lo cual podrá saldar una deuda personal, la de destacarse en un peso pesado de una de las ligas más poderosas del planeta.
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Patricio Insuapatinsua@gmail.com

martes, 12 de junio de 2007

Los dos campeones

El triunfo de San Lorenzo 4-2 ante Arsenal en el Nuevo Gasómetro significó el décimo título Santo en la era profesional. Pero no fue la única coronación en la diáfana tarde dominical del Bajo Flores. La otra, sin lugar a dudas, es la de un renovado Ramón Ángel Díaz. El riojano hizo una fuerte apuesta al volver a ponerse el buzo de DT, luego de casi 5 años, en el Ciclón y por eso en la jornada consagratoria su clásica pícara sonrisa brillaba más que nunca.

Se hizo cargo de un plantel golpeado emocional y futbolísticamente. Muchos pronosticaban que el entrenador no podría, con el material del que disponía, estar en la lucha de arriba. Pero fecha tras fecha fue acallando esas voces. Mixturó un muy buen trabajo táctico con una prédica hacia sus dirigidos destinada a recuperarlos anímicamente. Consiguió que su mensaje llegase sin ruidos y logró entonces un equipo equilibrado, férreo y peligroso. Así consiguió su sexta vuelta olímpica como técnico en el fútbol argentino.

Inteligencia y practicidad fueron los pilares del San Lorenzo campeón del Pelado. Supo adaptar su libreto de acuerdo al rival de turno, maximizar las oportunidades de sus goleadores, Gastón Fernández, Andrés Silvera y Ezequiel Lavezzi, mostrar un fuerte esquema defensivo y tener una mentalidad de acero en virtud de la concreción de un objetivo. Todos estos factores, y tantos otros que dan cuenta del título obtenido, tienen un protagonista principal: Ramón Díaz.

San Lorenzo es campeón en la misma temporada en la cual, en el primer torneo, fue goleado 7 a 1 por Boca, 5 a 0 por River y 4 a 2 por Quilmes -el peor equipo de la temporada- en el Nuevo Gasómetro. ¿Qué fue lo que cambió entonces en tan pocos meses? Desde los nombres muy poco respecto del equipo que decepcionó en el Apertura, ya sólo llegaron Gastón Fernández, desechado por River, Aureliano Torres, proveniente del fútbol paraguayo, y Cristian Ledesma, quien había regresado a Argentinos Juniors luego de su paso por Núñez, Avellaneda y Europa. La Gata fue el goleador con 9 tantos y el Lobo la válvula de ajuste del equipo; el guaraní alternó sin un protagonismo principal. Todos los demás, muchos de ellos fuertemente insultados en la primera mitad del año futbolístico, estaban ya en el club. Entonces, se desprende con calidad que el salto de calidad estuvo en la llegada del ex entrenador de River.

No derrochó fútbol, no se trató de Los Matadores ni Los Carasucias, es cierto. Pero ninguno de los otros 19 equipos fue más que este práctico y preciso San Lorenzo, que le ganó la pulseada por el título a dos muy buenos equipos, Boca y Estudiantes. Y la categoría del rival siempre le da aún más valor a la conquista. Por todo esto, San Lorenzo es un justo campeón.
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Patricio Insua
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miércoles, 6 de junio de 2007

Rumbo perdido

La breve gira de la selección argentina por Europa, después del empate ante Suiza en Basilea y la victoria ante Argelia en Barcelona, dejó en claro que el conjunto dirigido por Alfio Basile no encuentra el rumbo. Podrá decirse que la selección nacional se impuso en un partido e igualó en otro... o que no le pudo ganar a Suiza y que Argelia le hizo tres goles.

Exaspera ver como el equipo de Basile se diluye en pases intrascendentes, como se entretiene con la pelota sin ninguna productividad. Se torna inconsistente, laxo y desequilibrado. Defensivamente juega mal a partir de no cumplir con requisitos básicos: no se escalona, no cubre espacios y sigue la pelota sin importarle el movimiento de los posibles receptores. Los tres goles que le anotó Argelia en el Camp Nou es muy difícil que los reciba en un mismo partido un equipo de la Primera B Metropolitana. El seleccionador nacional (¡qué pena escuchar el modo de expresarse de Basile con los medios, luego de haber tenido las conferencias de prensa de Marcelo Bielsa!) atribuyó a la suerte, a una noche inspirada, la pegada de Nadir Bechadj. Muchos equipos ejecutan tiros libres de ese modo, es sólo cuestión de trabajo buscar el modo de contrarrestar el daño que puedan ocacionar.

En la fase ofensiva, pese a las muy buenas individualidades, las dificultades también quedan evidenciadas. Como prueba vale mencionar que antes de los cuatro goles -dos de penal- a Argelia, el equipo de Basile sólo había anotado 3 en 5 partidos. Desde que Bielsa dejó su cargo al frente del equipo nacional, la verticalidad y la presión brillan por su ausencia. Hoy la selección se entretiene en una red de pases intrascendentes, que no llegan a enmarañarse por la calidad individual de los jugadores argentinos; para futbolistas de esa categoría es un juego de niños mover la pelota a lo ancho de la cancha.

Argentina juega a la más fácil, a rotar la pelota hasta intentar ingresar por un hueco que se produzca solo; no busca perforar. Esa ha sido siempre la doctrina de Basile: cimentar sus equipos en la jerarquía individual de sus mejores futbolistas. En esta selección es prioridad la convivencia, el aspecto humano, los asados y la mística de grupo, pero de trabajo táctico y estratégico, poco y nada.

Por otra parte, surgen interrogantes sobre la titularidad de algunos jugadores. Lionel Messi es delantero, lo mismo que Carlos Tévez y Javier Saviola. Hernán Crespo está, por rendimiento, detrás de estos tres, pero es el primer titular (aunque ante Argelia haya empezado el partido en el banco). La actualidad de Fernando Gago no es la de su aparición en Boca, por eso alterna en el Real Madrid, pero es él quien inicia los partidos como volante central y no Javier Mascherano. Los arqueros siguen siendo Roberto Abbondanzieri y Leonardo Franco, ¿alguno de los dos es mejor que Juan Pablo Carrizo, Mauricio Caranta, Agustín Orión, Cristian Luchetti o Germán Montoya?

Sin embargo, el problema sobre quién es titular, quién suplente y quién ni siquiera es convocado pasa a un segundo plano. No se trata de los nombres. La preocupación primordial es la ausencia de una estructura de trabajo. El fútbol actual no resiste una estrategia raquítica, independientemente de tener talentos extraordinarios, como Messi o Tevez (por su verticalidad ambos sufren con este tipo de juego), capaces de quebrar un partido a partir de su enorme clase. Basile se apoya en las individualidades. Deberá entender entonces que la mejor manera de que la jerarquía de los virtuosos sea provechosa es a partir de una firme estructura en la cual recostar el gran talento de estos jugadores distintos.
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Patricio Insua
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miércoles, 30 de mayo de 2007

Fútbol y política

Es sabido que los presidentes de Boca y River son más conocidos por el grueso de la población que los ministros nacionales. No se trata de un mal argentino. Los ciudadanos de las naciones primermundistas conocen a su presidente, pero del máximo mandatario para abajo a pocos o nadie.

Mauricio Macri ha cimentado su carrera política desde lo hecho como titular de Boca. Siempre supo perfectamente lo que ese lugar implicaba. Tanto que antes de las pasadas elecciones a jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires había anunciado que no seguiría como presidente del club, pero tras ser derrotado por Aníbal Ibarra, volvió sobre sus palabras y accedió, con irregularidades denunciadas por los opositores, a su tercer mandato como primera autoridad xeneixe. Sabía perfectamente lo que implicaba conservar ese sitio de poder.

En un fuerte año electoral, pidió licencia de su cargo en Boca. Sin embargo, desde allí jugó una de sus cartas para este año: el regreso al club de Juan Román Riquelme. Se desembolsó por el crack una montaña de dólares, en contradicción con la histórica austeridad económica de Macri al frente de Boca y por la cual Diego Maradona lo apodó “Cartonero Baez”. Estaba de licencia, pero para presentar a Riquelme ante cámaras y flashes apareció como protagonista principal (también se sentó al lado Guillermo Barros Schelotto en la conferencia el la cual el mellizo anunció su partida del club). La relación con el ex Villarreal siempre fue conflictiva, pero lo repatrió. Nunca soportó a Maradona, pero en un momento determinado lo convocó para trabajar en el club. Hábil. El rédito popular siempre estuvo por sobre sus preferencias personales.

Una constante en los reportajes a Mauricio Macri -en tanto hombre de la política nacional-, en la mayoría de las oportunidades gracias a las paredes de los pusilánimes periodistas encargados del cuestionario, ha sido la finalización en tono futbolero, ya sea de la transformación de Boca en su década de presidencia o chicaneando entre sonrisas al entrevistador de acuerdo a los colores con los que éste simpatiza. Lo mismo en el otro ámbito. Las notas al Macri presidente de Boca han contenido siempre esquelas políticas (electoralistas y no en el sentido supremo del hombre como animal político). El candidato a Jefe de Gobierno ha sabido oscilar entre sus dos actividades para llevar agua de un terreno al otro de acuerdo a la conveniencia.

Junto con los logros en Boca de los cuales se jacta, otro de sus pilares de campaña es el discurso contra la inseguridad. Sin embargo, no pudo -si es que lo intentó- resolver este problema en la Bombonera, donde hasta hace poco tiempo la barrabrava (hoy con su cúpula tras las rejas) se movía con total comodidad por el club gracias a su condición de asociados, aunque con prebendas que un socio raso no tiene. La primera excusa de Macri en este sentido es que los dirigentes no arman los operativos de seguridad, por lo cual están atados de pies y manos para menguar este flagelo. Si gana en la Ciudad de Buenos Aires, la excusa será inmediatamente trasladada, ya que el manejo de la Policía Federal no depende de la Jefatura de Gobierno. No desarticuló las mafias de un universo pequeño como lo es el de Boca, pero asegura que sí lo podrá hacer en un contexto mayor como el de la Ciudad de Buenos Aires.

Lo hecho por Mauricio Macri en la Bombonera es también un fiel reflejo de su pensamiento. Los adinerados, los acomodados fanáticos de los escupitajos y los insultos, gozan de los mejores lujos y comodidades, mientras que la gente de la popular, el grueso de quienes llenan la cancha de Boca, no tienen siquiera los servicios más básicos, como ser baños que puedan ser utilizados y accesos que permitan una normal circulación.

Mauricio Macri encara de modo explícito el entrelazado vínculo entre fútbol y política, el cual muchas veces se hace de modo más solapado, al utilizar un evento deportivo como cortina para distraer a la ciudadanía, ya que sabido es que el fútbol y la televisión constituyen los principales sedantes sociales.
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Patricio Insua
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miércoles, 23 de mayo de 2007

Millonario turbulento

De un tiempo a esta parte River es noticia por sus escándalos más allá de lo que el equipo haga dentro de un campo de juego. Ventas a grupos empresarios difíciles de explicar, contrataciones también con claroscuros, amparo a los barras y balances cerrados entre gallos y medianoche son algunas de las prácticas que se han hecho cotidianas en el club de Núñez.

Cumplido el año de contrato de Daniel Passarella como técnico, la dirigencia encabezada por José María Aguilar decidió renovarle el vínculo por tres años duplicándole su ingreso. Además se estableció que si el club le rescindía el contrato en el primer año del mismo –el actual lo es- debería pagarle 800.000 dólares, 600.000 si lo hacía en el segundo y 400.000 si lo desvinculaba de la institución en el último año del acuerdo legal entre ambas partes. Sin dudar de la capacidad del de ex capitán de la selección argentina como entrenador, ¿cuál fue el sustento de la Comisión Directiva de River para doblarle el sueldo y garantizarle un reaseguro en caso de ser despedido luego de una temporada sin títulos? No se trata de caer en el exitismo de que sólo sirve el DT que sale campeón, pero es llamativo incrementar en un 100 por ciento el salario de un entrenador que no consiguió el objetivo; porque la meta de River no es otra que ser campeón.

Ligado a cada uno de los escándalos del club aparece indefectiblemente la figura de su presidente. Aguilar aseguró que el malestar de los hinchas (que durante y después del partido ante Estudiantes pidieron la renuncia del entrenador) se acabaría con "dos o tres triunfos seguidos". Está claro que ese es su deseo, porque los malos resultados podrían hacer que las críticas de los habitantes del Monumental dejen de concentrarse en el árbol y vean el bosque; el bosque arrasado por Aguilar.

Las ventas de jugadores a grupos inversores Locarno de Suiza mediante, la multiplicación del ingreso de un entrenador extendiéndole además el vínculo a tres años y poniendo una elevadísima suma ante la posibilidad de que tal contrato sea rescindido, la compra de jugadores en condiciones mucho más desvetanjosas de las que se podía hacerlo (por caso, el colombiano Rivas) entre tantos otros hechos hacen inevitable que el pensamiento se dirija en un única dirección: un negocio millonario del cual seguramente River institución no es el ganador.
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Patricio Insua
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jueves, 17 de mayo de 2007

Pedido de injusticia

La conducta se aprecia con claridad. Los jugadores y los entrenadores, al igual que los hinchas, no quieren que los arbitrajes sean justos, sino parciales pero en su beneficio. El último fin de semana, Daniel Passarella mostró todo su enojo porque el réferi del partido ante San Lorenzo, Saúl Laverni, en los primeros 8 minutos de juego le había expulsado a River un jugador y amonestado a otros dos. El ex seleccionador nacional expresó durante y después del partido su fastidio por esta determinación. Estaba seguro que lo habían perjudicado. Laverni había actuado injustamente, sí. Fue benevolente, porque si bien Galván estuvo correctamente expulsado y Nasutti bien amonestado, la amarilla para Ferrari debió ser roja, ya que metió un terrible planchazo de costado que no ocasionó una gravísima lesión gracias a la elasticidad de los huesos de Germán Voboril.

La protesta de la gente de River tiene lógica. La lógica de un sistema macabro, donde una de sus reglas implícitas es que haga lo que haga, a River (o a Boca) no se les puede mostrar tres tarjetas en los primeros minutos de un partido.

Así las cosas, nadie pide justicia. O lo que es peor, aparece una versión absolutamente distorsionada de lo que ésta implica. Entonces, para River y Boca, mal acostumbrados por un negocio que los requiere cada lunes en la tapa de los diarios, el concepto de justicia remite a ser beneficiado con cada pitazo de los árbitros y para los clubes de menor convocatoria se limita a ser perjudicados lo menos posible. Caso paradigmático es el de Arsenal, ya que con el club fundado por Julio Grondona la justicia sí respeta su esencia: no se lo beneficia, ni se lo perjudica. Pero que el trato con los de Sarandi sea justo implica, paradójicamente, una injusticia, a partir de no medir a todos con la misma vara. Claro que esto no implica que la injusticia debería englobar también a los de Sarandí, sino que, por el contrario, el trato que recibe de parte de los árbitros tendría que extenderse a todos los demás equipos.
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Patricio Insua
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