miércoles, 27 de diciembre de 2006

Quién gana en el juego de las sillas

En el azaroso enroque de técnicos que protagonizaron Boca y Vélez serán los resultados los que determinen cuál de las dos instituciones ganó con el cambio. Pero si ese análisis se hace en el terreno de los nombres propios, contrariamente a lo que aparece en la superficie, quien gana con el cambio es Ricardo Antonio La Volpe y no Miguel Ángel Russo.

Sin bien puede pensarse que el más favorecido ha sido el ex jugador de Estudiantes de La Plata, por llegar a unos de los clubes con más cartel en el mundo y por ver incrementados sus ingresos, también puede hacerse la lectura opuesta. Russo estará sentado en un banco siempre listo para una rápida eyección. Desembarca en un lugar donde los tiempos se acortan, donde no hay paciencia para segundas oportunidades a la hora de encontrar el equipo ideal. Si las cosas no salen tal cual lo esperado añorará el apoyo que Gámez le brindó en Vélez cuando escaseaban los buenos resultados y la paciencia de los hinchas se manifestaba con insultos y agresiones. Trabajará con jugadores que, como lo demostraron con La Volpe, pretenden tener ingerencia táctica y parecería buscan mantener una forma de trabajo a la cual se acostumbraron con Basile y no quieren cambiar. Deberá dar explicaciones hasta del color de corbata que use y si no hay triunfos que culminen en títulos será defenestrado sin rescatar nada de su trabajo. Tendrá siempre encima la impiadosa visión que en muchos casos se ejerce desde los más poderosos medios nacionales y la demagogia que suele ser característica de las audiciones partidarias.

Por su parte, La Volpe parecería ser a primera vista quien más pierde con el cambio: luego de no conseguir un campeonato que tenía al alcance de la mano y de renunciar sin que nadie de la dirigencia xeneixe se moleste por retenerlo, llega a un club de menos convocatoria y repercusión. Pero muchas veces las cosas no son como parecen. El ex seleccionador mexicano tendrá en Vélez una institución hecha a su medida, un club que está en sintonía con su dedicación y forma de trabajo. En Liniers contará con los plazos necesarios para armar un equipo que se ajuste a su idiosincrasia futbolística. Desde una institución modelo, que actúa con limpieza y transparencia pese a estar inserta en un fútbol pantanoso, La Volpe estará en un escenario acorde para señalar, como ya lo hizo siendo DT de Boca, los vicios, trampas y vergüenzas que atentan contra una correcta estructuración y organización de los torneos locales. En un club que vende menos, no tendrá que lidiar -al menos no tan seguido- con ese pesado sector de la más aceitada industria periodística que lo atacó desde que fue anunciado como entrenador de Boca. Por convicciones y principios, Vélez y La Volpe eligieron recorrer el mismo camino y ahora lo harán juntos; eso proyecta un grato porvenir para un club que generaría un fútbol argentino más sano y limpio si se siguiese su ejemplo.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

viernes, 22 de diciembre de 2006

Boca y la paja en el ojo ajeno

Sin pocas quejas por parte de la dirigencia de Boca, Alfio Basile dejó en septiembre el buzo de DT del club en el cual ganó cada torneo que dirigió para iniciar su segundo período como entrenador de la selección nacional. Expresar tal disgusto por parte de los hombres de peso del conjunto de la Ribera era una respuesta al sentirse despojados por el hecho de que la Asociación del Fútbol Argentino haya elegido al Coco para reemplazar a Néstor Pekerman.

Entonces fueron a buscar a Ricardo La Volpe para que se hiciera cargo del equipo con el torneo comenzado. El título no llegó y Mauricio Macri, presidente de Boca, y su comisión directiva no movieron un dedo para que el ex arquero de Banfield y San Lorenzo revea la decisión de renunciar a su cargo. Sin perder tiempo, rápidamente fueron a buscar a Miguel Ángel Russo, con cuya llegada quedó clara como nunca la política y la ética de la dirigencia Xeneixe. Cuando la AFA designó a Basile como entrenador de la selección pusieron el grito en el cielo, pero pocos meses después hicieron lo mismo al sacarle el técnico a Vélez, pese a los 6 meses de contrato que aún restaban por cumplirse.

Fiel al proceder de los poderosos, mostraron toda su indignación al sentirse afectados, pero cuando se benefician a partir de perjudicar a otro club, en este caso Vélez, sin ponerse colorados lo cuentan con orgullo. La ética de Boca, lo que consideran sus dirigentes como una manera natural de proceder, es que con ellos nadie se puede meter, pero, eso sí, ellos tienen derecho a atropellar a quien sea necesario.

Es triste que un entrenador serio como Russo haya tomado parte de esta jugada. Si las cosas no se salen bien en su nuevo destino seguramente pretenderá que se le respete el contrato, pese a que él no haya cumplido con el que lo unía a Vélez. De nada importó el apoyo que le dio Raúl Gámez cuando los hinchas del Fortín pedían su cabeza; apareció una oferta que entendía mejor, saludó y se fue. Con el estilo personal de su presidente, Boca mira a todos desde arriba y deja en claro que nada le importa de quienes están debajo, pero claro, esta conducta no debe aplicarse con ellos, porque entones vendrá la demagógica y falsa indignación que refiere a las buenas costumbres y el respeto para con todos.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

sábado, 16 de diciembre de 2006

Preso del sistema

La frustración boquense por haberse quedado en las puertas de lo que pudo ser el primer tricampeonato de su historia, tras perder de manera increíble el Apertura 2006, hicieron que todos los dardos apuntaron a un único blanco: Ricardo La Volpe. Sabía el hombre en cuestión que sería así: de conseguir el objetivo los méritos hubiesen recaído sobre los jugadores y el equipo que Basile dejó armado, caso contrario, como ocurrió, las críticas serían sólo para él. Y en esta circunstancia no escondió la cabeza, hizo frente a la situación y expuso sus argumentos para quienes los quisieran escuchar.

El entrenador de México en el último Mundial quedó preso de una declaración suya en la cual adelantó que dejaría su lugar si no había vuelta olímpica. Paradójicamente, entró en la histeria que se contrapone con su forma de trabajo, la que requiere plazos a los cuales nuestro fútbol no parece estar acostumbrado. De haber seguido hubiera quedado acorralado por la estructura del fútbol argentino, ya que en la pretemporada el tiempo de trabajo se achica por los facturadores torneos de verano. Entonces, perdido un campeonato que tenía ganado, la primera derrota estival hubiese generado un huracán de críticas. El trabajado Boca de La Volpe que podía imaginarse para el año próximo quedará en la nada, en el fangoso terreno de lo que podría haber sido.

El DT vino a plantear un saludable y rico debate futbolero, pero en muy pocas oportunidades logró plasmar su discurso en la cancha. Sus jugadores no comprendieron sus ideas o, peor aún, comprendiéndolas no las compartieron, y por esos caminos habrá que buscar los bajos rendimientos en los últimos tiempos de elementos claves del equipo y de indiscutible calidad como Díaz, Gago y Palacio. Tuvo que tratar con el conservadurismo de los futbolistas, reticentes a cualquier cambio -más aún si esto implica trabajo y esfuerzo-, por lo cual plantearon su postura de seguir con una línea de fondo de cuatro hombres en lugar de trabajar en un nuevo esquema que pudiera ser más beneficioso. Consumada la salida de La Volpe, Pablo Ledesma dijo a la prensa que nunca había entendido al entrenador; y lo dijo sin ningún tipo de pudor, casi con orgullo. Afirmar no entender al técnico es por mucho la peor publicidad que puede hacerse un futbolista. Lo cierto es que la historia de La Volpe en Boca será recordada con un verano, tormentoso, de apenas tres meses.

Le dio protagonismo a los juveniles, buscó implementar una gran metodología de trabajo, intentó adaptarse a las circunstancias de rivales, lesiones y suspensiones, pensó variantes permanentemente y aguantó con serenidad la embestida de un sector del periodismo que le cayó ni bien desembarcó en Ezeiza. Pero perdió un campeonato en una situación inmejorable y eso parecería dejar en tierra infértil todo lo demás.

Antes del inicio del torneo el ambiente futbolístico hablaba de las claras diferencias entre Boca y el resto, de la jerarquía desigual entre el Xeneixe y los demás. Ya tenía un nuevo título en el bolsillo, pero lo perdió increíblemente pese a tener tres chances. Se lo ganó Estudiantes con absoluta justicia, porque el desempate puso mano a mano a un equipo con muchas dudas, Boca, y otro sin ninguna, el campeón. Habrá que esperar para volver a tener en el fútbol argentino a Ricardo La Volpe y que disponga del tiempo necesario para plasmar en la cancha su rica interpretación del juego.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com

jueves, 14 de diciembre de 2006

Campeón desde el alma

Estudiantes de La Plata grita su cuarto título de Primera División. Y la alegría del pueblo pincha es inmensa, no sólo porque hayan pasado 23 años desde la última vuelta olímpica, sino por la manera en que los de ese enorme técnico que es Diego Simeone consiguieron este Apertura 2006. Con una gigantesca convicción que les hizo nunca bajar los brazos a pesar de correr desde atrás, una gran jerarquía futbolística y un amor propio que no cabía en el pecho. Así, el León llegó a lo más alto. Superó un trance difícil luego de un buen arranque, goleó en un clásico que será eterno y no aflojó en un largo sprint final para consagrarse con indiscutido merecimiento.

Relegó en el desempate a Boca, después de haber igualado en la primera posición del torneo con 44 puntos. En el cotejo jugado en la cancha de Vélez, los platenses la pasaron mal en la primera mitad y se fueron en desventaja por el tempranero gol de Martín Palermo. El entretiempo sirvió para que el Cholo ordenara el equipo, le mostrase el camino para dañar a su rival y le hiciera creer a sus jugadores, una vez más, que la última palabra no está dicha hasta el segundo final. Fue entonces precioso tiro libre de Sosa para igualar el marcador y corajeada de Pavone para poner la ventaja que minutos más tarde valdría un campeonato. Con el espíritu que instauró Zubeldía, este modelo estudiantil 2006 concretó una magnífica epoyeya, una gesta histórica de quien siempre corrió sin darse nunca por vencido, una patriada futbolística de esas que quedan en la memoria para siempre.

Estudiantes de La Plata es campeón con total justicia. Un certamen con varios hechos impresentables tuvo en parte de rehenes a Boca y Estudiantes, legítimos aspirantes al título, por eso la final obligada que se dio anunciaba que el campeón sería indiscutido. Y lo ganó Estudiantes para quedar en el bronce. El Pincha de Juan Sebastián Verón, que mudó su clase desde Europa para hacer realidad el sueño que tantas veces habrá soñado de pibe, el de Simeone, padre de la criatura y abanderado del tesón de este equipo, el de Andujar, Angeleri, Ortiz, Alayez, Alvarez, Sosa, Braña, Galván, Calderón, Pavone. Y siguen las firmas. Salud León, salud campeón.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
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martes, 12 de diciembre de 2006

Mano a mano han quedado

Desde este mismo blog, en la nota posteada anteriormente y titulada "Casi Pincha", aventuré que todo estaba terminado antes de jugarse la última fecha del torneo Apertura, que era cosa juzgada. Pero Estudiantes logró el milagro. Lo consiguió gracias a quienes fueron sus cómplices, Belgrano y Lanús, verdugos de Boca en los últimos dos partidos del conjunto de La Volpe.

Habrá final. Será el cuarto desempate en la historia del fútbol argentino y el primero por torneos cortos. En un campeonato abundante en condimentos agrios, la final que disputarán Estudiantes y Boca da una sensación de justicia, porque se disputarán el título mano a mano y en igualdad de condiciones quienes han sido los dos mejores equipos del certamen. Por su juego y por haber rendido de la mejor manera en la etapa más caliente y difícil del torneo -las últimas fechas-, el Picha queda más arriba que Boca en la escala de merecimientos. Simeone armó un equipo con una fuerte identidad, de enorme juego colectivo y con la decisión y precisión que Boca no tuvo en este tramo final.

Pero la impresentable organización de los torneos argentinos está presente. Así cada divisional tiene su propio librito y por eso mientras que en Primera habrá un desempate, en la B Metropolitana Estudiantes de Buenos Aires, pese a terminar el campeonato con los mismos puntos que Deportivo Morón, fue campeón por diferencia de gol. Haber intentado extender el plazo de 72 horas para jugar el desempate y ver cómo lograban determinar el estadio y el árbitro dan cuenta de la total improvisación y del muñequeo constante. Con el maltrato que se le da al fútbol argentino desde su organización (millonarios negocios mediante), a veces parecería increíble que siga existiendo y no haya colapsado.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
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miércoles, 6 de diciembre de 2006

Casi Pincha

Sabe que es ser campeón. En 1967 cortó el monopolio de consagraciones de River, Boca, Independiente, Racing y San Lorenzo para disfrutar el dulce sabor de gritar rojo (y blanco) de contento desde lo más alto. Incluso más: sus vueltas olímpicas también trascendieron los certámenes domésticos. Así fue tres veces consecutivas campeón de la Copa Libertadores de América antes de que los gigantes River y Boca conocieran la gloria continental.

Pero aquel magnífico y mítico Estudiantes de Osvaldo Zubeldía fue una excepción, un oasis en el desierto. Porque si bien son 14 los equipos que se consagraron en Primera División, más de 70 años de profesionalismo prueban que los campeonatos han sido para los poderos, quedando para los demás el consuelo de haber estado cerca de la hazaña. Se escribió entonces una historia paralela de campeones morales, inaugurada por Banfield en 1951.

Esta vez fue Boca, con quien nadie parece poder. Lo derrotó Belgrano el último fin de semana y River en el superclásico, pero en la carrera larga -o no tanto-, la de 19 fechas, el Xeneixe se impone. Se encamina entonces al primer tricampeonato de su historia. Superó las transición Basile-Lavolpe, con el cambio de filosofía y metodología de trabajo que ello implicaba. Con un equipo seguro y compacto, más Rodrigo Palacio y Fernando Gago, los dos mejores jugadores del medio local, el Boca del Loco, con su estilo, continuó en la senda ganadora del Boca del Coco.

Estudiantes dio pelea hasta donde pudo. Le costó encontrar su mejor versión en el arranque del campeonato, pero acumuló una histórica serie de triunfos al hilo para prolongar hasta la última fecha del Apertura la consagración del campeón. El Pincha contó prácticamente con el mismo plantel del que dispusieron Merlo y Burruchaga en temporadas anteriores; pero la llegada de Simeone, técnico de firmes y gratas ideas futbolísticas, y Verón, guía dentro de la cancha, hicieron que el conjunto platense lograra algo que pocos imaginaban antes de este torneo: que Boca tenga que esperar hasta la última fecha para dar la vuelta olímpica.

Las historias de campeones morales no corren para Estudiantes, porque conoció la gloria con trofeos y medallas concretas. Sin embargo, esta vez al León se le quedó atorado en la garganta un nuevo rugido, un nuevo título, muy probablemente mereciéndolo. El pasado de Estudiantes no permite hablar de premios consuelo, pero este equipo deberá quedarse muy tranquilo con lo hecho, su gente se lo reconoce y el rival que lo relegó es nada menos que Boca, de gigante historia y enorme presente.
(Foto: Fotobaires.com)

Patricio Insua
patinsua@gmail.com